Invertir en la salud beneficia el crecimiento económico

Martes, 05/01/2016

Por Trevor Gunn, Vicepresidente de Relaciones Internacionales de Medtronic y profesor adjunto en la Facultad de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown. 

¿Me creerías si te dijera que invertir en la salud es una medida rentable para los gobiernos? Sabemos que el gasto público en salud de un país se considera una sobrecarga económica, como así también una “deuda” para el crecimiento económico y el panorama económico en general. A pesar de esas nociones populares, hay crecientes tendencias y evidencias que señalan en el sentido contrario, particularmente para las economías emergentes y algunas economías clave desarrolladas. Las inversiones en el cuidado de la salud benefician directamente el crecimiento económico de los países.

Como el ministro de economía es el árbitro definitivo de la adecuada gestión económica en cada país, tiene sentido examinar en mayor detalle algunos de los vínculos potencialmente positivos entre la cartera del ministro de salud pública y las inquietudes estratégicas del ministro de economía, en su relación con la política tributaria, los incentivos de inversión, los flujos comerciales y la gestión de cuentas corrientes (para nombrar algunas áreas).

El gasto público en salud proporciona igualdad de oportunidades: En las palabras de David Lipton, primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional, el gasto público en salud y educación es el “gran igualador”, y esa es una declaración que no debe tener carácter político ni ideológico.  En particular para las economías emergentes, donde el acceso a servicios de salud básicos suele ser escaso, esto permite establecer un cimiento más sólido y una compensación mutua de las partidas a fin de procurar el alcance de sus metas económicas y competitivas.

El gasto público se manifiesta en productividad: Tal vez la parte mejor investigada y documentada de todo el debate que asocia la salud con la economía se resume en una frase que menciono bastante: las poblaciones que gozan de buena salud son poblaciones más productivas (y, a menudo, lo inverso es verdad).

Las inversiones en el cuidado de la salud son una herramienta crítica para minimizar el riesgo nacional: En un estudio reciente publicado por el Washington Post, que se concentra en la economía estadounidense desde 1973 hasta el presente, los empleos relacionados con el cuidado de la salud fueron los mejor sustentados frente a cualquier otra categoría de empleo, lo cual contribuyó a estabilizar la economía. De igual manera, durante la crisis económica más profunda de los Estados Unidos, hace 5 años, el cuidado de la salud fue el único sector que, en efecto, sumó empleos. Para las economías emergentes, prácticamente no hay mejor ejemplo reciente que la crisis del virus del ébola. Dicha crisis no solo puso en picada a un puñado de economías del África Occidental, sino que afectó el panorama completo de inversión directa extranjera en todo el continente, con lo cual deprimió el crecimiento y el comercio en un clima económicamente dinámico.  Se han documentado excepcionalmente bien los impactos económicos a escala mundial de la crisis del virus ébola en el África Occidental y el VIH/SIDA. Las inversiones en sistemas adecuados de salud habrían minimizado en gran medida (si no las habrían eliminado) algunas de dichas crisis y, en consecuencia, sus severos efectos económicos.

La inversión crítica en el ecosistema de salud beneficia la competitividad: Para que los países emergentes puedan desarrollar un sistema de salud competitivo, el ecosistema innovador los fortalecería internamente y también los ubicaría como mejores competidores a nivel internacional. ¿Quién sabría que el stent cardiaco de hoy día fue inventado por Juan Palmaz, cardiólogo argentino?  De igual manera, ¿quién se atrevería a tener presente que el Dr. Alim-Louis Benabid, neurocirujano francés de ascendencia argelina, creó la “estimulación cerebral profunda”, terapia y tecnología que trata los síntomas del mal de Parkinson? Es crítico lograr que México, Brasil, Sudáfrica, Costa Rica y otros numerosos países incentiven el desarrollo de su propia base de tecnología médica. Para ello, es esencial elevar el nivel de cuidado de la salud de tal manera que inspire la prosperidad de la profesión en ingeniería biomédica.  A medida que los países decidan que tiene altísimo valor su propia innovación, surgirán otras industrias, tales como numerosos proveedores, capitales de riesgo, desarrolladores de centros médicos de primera clase, etc., y la apoyarán.

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La infraestructura del cuidado de la salud es necesaria para la inversión extranjera directa: Cuando era director de la oficina del Departamento de Comercio de los Estados Unidos en Rusia/Comunidad de Estados Independientes, se nos ordenó colaborar con inversionistas estadounidenses en lo que se percibe como un ambiente comercial difícil. Realmente me sorprendió la importancia que cumplían los factores objetivos en dichas decisiones. Algunos de esos factores están bien documentados, por ejemplo, en la serie de informes “Doing Business” (Haciendo negocios) del Banco Mundial. La realidad es que las decisiones clave para las inversiones directas extranjeras (y, en definitiva, los ejecutivos sénior que las dirigen) son tomadas por personal jerárquico en cualquier compañía.  A fin de reclutar y hacer que se sienta a gusto el tipo de personas de alto nivel a quienes se les encomienda, de hecho, tomar algunas de esas decisiones, la presencia o ausencia de infraestructura médica clave —hospitales, clínicas y profesionales médicos capacitados— es una parte mucho más importante del cálculo de una compañía que lo que uno podría imaginar a primera vista. Aquellos afectados de manera particular son los profesionales de nivel sénior (o sus familias), quienes a menudo afrontan problemas de salud.  Frecuentemente, las compañías no permiten que dichos profesionales viajen o se trasladen a países emergentes con escasa infraestructura en cuidado de la salud.   Como resultado, los países con escasa infraestructura en cuidado de la salud a menudo reciben (sin más alternativa) a ejecutivos con menos experiencia que los países con mejor infraestructura de esa clase.  La decisión de una compañía de invertir en un país en particular a menudo se demora, y puede que no se tome en definitiva, cuando no participan ejecutivos responsables de nivel más alto. Sin una adecuada infraestructura en cuidado de la salud, sufre notablemente la inversión extranjera directa, ya que los ministros de finanzas y los funcionarios clave involucrados en dicha inversión consideran que la mencionada infraestructura es esencial para el crecimiento económico.

La infraestructura en cuidado de la salud es básica para la infraestructura del país: Durante los meses pasados, vimos que grandes inversionistas a nivel privado y público se reenfocaron a escala mundial en la necesidad de desarrollar una infraestructura importante.   Por ejemplo, el gobierno mexicano tiene planes, juntamente con la infraestructura tradicional, de construir grandes clínicas y hospitales como parte de su estrategia de desarrollo económico. El nuevo gobierno de la India también considera que el cuidado de la salud y su infraestructura son parte de sus planes de revitalización económica.  La falta de enfoque en la infraestructura inspiró en China la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB – Asian Infrastructure Investment Bank). Desde la perspectiva de alcaldes, gobernadores y funcionarios nacionales, el cuidado de la salud siempre se considera como parte de la infraestructura de un país emergente.  Desde el punto de vista de ciertos protagonistas, hay una separación ilógica entre “la infraestructura tradicional” (ej., represas, carreteras, energía) y la infraestructura en cuidado de la salud, como si fuera algo distinto.  Creemos que se trata de una falsa división, y que ambas infraestructuras deben considerarse como “una sola” y estrechamente vinculadas entre sí. La implementación de la infraestructura apropiada en cuidado de la salud —para garantizar que las poblaciones locales y los visitantes reciban un tratamiento adecuado— permite que el país retenga los capitales y a los profesionales locales.  Ya se trate de infraestructura física en cuidado de la salud (ej., hospitales) o de “infraestructura humana” (ej., trabajadores de la salud de primera línea, enfermeros y médicos), el cuidado de la salud está indisolublemente vinculado con toda otra infraestructura como catalizador de un crecimiento sustentable y a largo plazo.

El turismo médico es una manera crítica de impulsar la competitividad.  Quienes viajan para recibir atención médica no lo hacen por un resfrío común. Por lo general, viajan para someterse a algún tratamiento sofisticado o alguna cirugía en países donde puede prestarse la atención adecuada de manera más económica y a menudo a un nivel superior con respecto al país de origen del viajero.   Desarrollar dicho turismo como un destacado sector de la economía —como lo han hecho Tailandia, Turquía, Singapur, Colombia, México y Sudáfrica— puede convertirlo en imán para la excelencia. Incluso en los Estados Unidos, el turismo médico cumple una función crítica para centros médicos académicos, tales como John Hopkins, la Clínica Mayo, la Clínica Cleveland, como así también otras universidades públicas, tales como UPMC/Universidad de Pittsburgh, Universidad de California, Universidad de Wisconsin y muchas otras más. Tales protagonistas se encuentran literalmente en el centro de la competitividad médica estadounidense. El desarrollo del turismo médico dentro del sector del cuidado de la salud y todos los elementos que lo rodean conlleva impactos dramáticos y positivos en la competitividad del país a escala internacional. En otras palabras, diversos factores fomentan el turismo médico. Entre tales factores se cuentan el acceso a una tecnología médica sofisticada y la expectativa de beneficios y costos asociados con la salud.

Contribuir a fomentar la economía adecuada en materia de salud para el siglo XXI no es algo opcional para ministros de finanzas, economía, comercio o salud pública. La dinámica económica a escala mundial y los factores demográficos exigen que todos los líderes clave de todo gobierno consideren la salud como una inversión, en lugar de una carga económica. De esa manera comenzarán a considerarla como un sector que necesita ser fomentado con los beneficios sociales críticos que demanda la población.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Gente Saludable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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