John Cryan: "Cada aspecto de la ciencia del cerebro se toca con los cambios en el microbioma"

Lunes, 16/01/2017

El jefe de la unidad de Neurociencia en el University College Cork asegura que a mediano plazo algunos trastornos mentales como la depresión y la ansiedad podrían tratarse desde el estómago, cambiando totalmente la industria farmacéutica y alimentaria. 

Juan Toro, Clúster Salud. Un mundo sin bacterias ni gérmenes: ese era el sueño del siglo XX. En su momento, el estadounidense profesor de genética y premio Nobel de medicina, Joshua Lederberg, dijo que el único riesgo de esto, sería que quedara una única bacteria que pudiese comenzar una pandemia. Hoy, las consecuencias de un mundo aséptico parecen mucho más complejas, cercanas y podrían afectar a nuestro mismo cerebro. De hecho, de cumplirse aquel sueño, sería una pesadilla.

No por nada, John Cryan, jefe de la unida de Neurociencia en el University College Cork, que participó en el Congreso del Futuro en Chile, asegura que el futuro de la salud mental está en el estómago. Más específicamente, en el microbioma -el conjunto de bacterias- que tenemos dentro del sistema digestivo.

La idea de que el microbioma podía afectar al cerebro, relacionándolo con enfermedades como la depresión y la ansiedad, comenzó en 2011, según Cryan. En ese año, un estudio publicado por su laboratorio demostró los efectos positivos de una bacteria bajando el estrés y conductas relacionadas con la depresión y la ansiedad. Luego, estudios de su mismo grupo y de otros, en Suiza y Canadá, concordarían en que los ratones libres de gérmenes muestran un desarrollo neurológico alterado y con cambios a larga escala en el cerebro.

“Lo que vemos es que casi cada aspecto de la ciencia del cerebro se toca con los cambios en el microbioma y de pronto, los neurocientíficos, que están entrenados compulsivamente para pensar solo en lo que pasa arriba del cuello, tienen que pensar en otras cosas”, explica Cryan.

La sola idea de que las bacterias del estomago tiene una repercusión a nivel cerebral no parece tan descabellada si se considera la gran cantidad de bacterias que conforman el cuerpo humano. Se solía decir que nuestros cuerpos son 90% bacterias, pero recientemente, Ron Milo y Ron Sender en el Instituto Weizmann de Ciencias en Rehovot, Israel, y Shai Fuchs en el Hospital para niños enfermos en Toronto, Canadá, mostraron que un "hombre de referencia" (70 kilogramos, 20-30 años y 1,7o mts de altura) contiene en promedio alrededor de 30 billones de células humanas y 39 billones de bacterias.

O sea, nuestros cuerpo tienen más bacterias que células humanas.

Con una cifra tan alta, el estudio del microbioma adquiere tanta importancia para salud humana como el del genoma.

El tema se volvió tan popular en el área que, en 2014, la Sociedad de Neurociencia, la más grande de la especialidad, desarrolló su primera sesión de microbioma y cerebro. Pero todavía hay quienes no están seguros de la relevancia de esta interacción: “Aún hay escepticismo porque mucho del trabajo se ha hecho en animales. La pregunta es ¿todo se traduce (a los humanos)? Y la respuesta es absolutamente no, porque no todo se traduce, pero algunas cosas sí y hemos mostrado que una bacteria tienen niveles de anti-ansiedad y que pueden cambiar actividad cerebral en ratones y podría ser lo mismo en humanos”.


-¿Qué desordenes o enfermedades psicológicas son las más relacionadas actualmente?

-No sabemos a dónde va esto, será útil para depresión y ansiedad o en el estrés crónico, creemos que ahí hay potencial, pero aún no sabemos. No tenemos suficiente información sobre el link del microbioma y la depresión, solo un pequeño estudio. Sabemos que la diversidad -en el microbioma- es útil y necesitamos eso, pero lo que necesitamos es más trabajo. Hay mucho trabajo emocionante sucediendo. Es temprano... Y necesitamos ciencia real, porque es fácil afirmar algo. Necesitamos entender mecánicamente. Tenemos que llegar a ese nivel de especificidad, para encontrar específicamente el objetivo, para decir que cierto probiótico es bueno porque produce ciertos químicos que sabemos que afectará el sistema inmune y el nervio vago.

-¿Hay registro de cómo afectan las dietas extremas (como la paleo o el veganismo) el microbioma?

-Lo que sabemos es que cualquier caso extremo va a afectar al microbioma de diferentes maneras. Hay un paper interesante de los efectos de la dieta yoyo en el microbioma y cómo la gente termina ganando más peso. Lo que sabemos es que las dietas activan el microbioma, podemos modificar el microbioma y por eso, podemos hacerlo a través de las dietas. Lo que necesitamos es una dieta diversa. Es claro que la dieta mediterranea es positiva para el microbioma, algunos aspectos de la paleo son buenas, pero debemos seguir explorando y tener evidencia real de donde va eso. Pero está claro que ciertos componentes de la dieta moderna de la sociedad como los endulzantes, mucha azúcar, están dañando el microbioma y potencialmente el cerebro.

-¿Qué rol ha tenido el Big Data en la investigación?

-Ha tenido un gran rol, porque lo ves en ciertos grupos que están generando algoritmos para poder seguir el microbioma durante diferentes etapas y unirlo al genoma, solo el microbioma, si a eso sumas la complejidad de la dieta, ahí es donde el big data va a ser importante. Vamos a poder tener el algoritmo para decir que esta "X" dieta, con tal objetivo de microbioma, será efectiva para la depresión. Esa es la esperanza.

-¿Como obtener esa información?

-Es todo sobre la colaboración. Yo ya soy un neurocientífico, trabajando con microbiólogos, gastroenterólogos y bioinformáticos. Creo que necesitamos más de eso en el nivel de contratación. Tener más personas interesadas.

-¿Qué utilidad tienen hoy estos datos para los médicos?

-No puede decirte consejos de salud con eso. No podemos saber, no hay información suficiente aún para saber qué significa. Pero en el futuro si vas al médico para un chequeo y mapean tu microbioma y vuelves un año después y estás deprimido, mirarán tu microbioma y al ver un cambio entonces dirán: lo bueno es que tu microbioma, en oposición al genoma, es modificable. Entonces pueden buscar una dieta. Si podemos descifrar esto, podemos llevar tu microbioma de vuelta a cuando estabas sano.

Un cambio para la industria


Uno de los factores más importantes de esta nueva medicina son los efectos que tendrá en la industria, tanto farmacéutica como alimentaria. “Lo importante, que la gente no quiere oír mucho, es que esto es medicina personalizada, porque el microbioma de todos es diferente, no será sacar del estante una pastilla para todos, pero lo veo, en serio. Si fuese un emprendedor, estaría buscando formas de trabajar la composición del microbioma y eso va pasar”.

De confirmarse la relación entre microbioma y enfermedades psiquiátricas, los medicamentos que lo dañan, como los antibióticos, deberían tener nuevas pruebas y nuevos factores con los que cruzarse antes de ser administrados. Esto podría afectar el negocio de los antibióticos sistémicos que en 2015 fue evaluado en US$ 40.600 millones y que se espera que llegue a los US$ 44.700 millones en 2020, según un estudio de BCC Research.

A nivel de alimentos, puede llevar a nuevas regulaciones: “En Europa no podemos usar los probióticos, porque por definición es una bacteria sin un beneficio conocido para la salud. No hay probióticos en Europa. Por eso, el gran disruptivo del área es que las compañías de comida deberían cambiar y actuar más como las farmacéuticas e invertir en ensayos clínicos que nunca hicieron antes”, asegura Cryan.

A futuro, Cryan espera que la salud cerebral pueda regularse a través de métodos relacionados al microbioma: “Potencialmente podemos personalizar nuestras dietas. Podemos desarrollar dietas que se sepa que sean específicamente probióticas y que promuevan un buen microbioma y que la gente las busque para cuando se aplica quimioterapia, que afecta el microbioma, si es que hay algo que puedas hacer. O dietas para niños que han nacido por cesárea (que no poseen las bacterias del canal de parto de la madre), así que todo es un área interesante y comercialmente intrigante, porque puede llevar al desarrollo de comidas inteligentes”. Otro tratamiento, más extremo, que podría ayudar en este sentido, según Cryan sería el trasplante de excrementos, como una forma de alterar drásticamente el microbioma.

Este es un campo abierto y, como le gusta recordar a Cryan, con mucho trabajo por delante y que podría darle una renovada importancia a alimentación. Hipócrates ya había dicho “que el alimento sea su medicina”, y quizás no haya estado errado.

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