Alberto Trejos, Decano de INCAE: “En los países que no logren controlar la epidemia, las personas perderán la confianza”

Martes, 17/03/2020
El también Doctor en Economía de la Universidad de Pennsylvania, analiza los efectos de la actual pandemia de Coronavirus sobre la economía, la política y los hábitos de la sociedad en el futuro próximo.
Cluster Salud

En el marco de un seminario web, Alberto Trejos, decano de la INCAE Business School y ex director del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible, se refirió a los efectos que tiene la actual pandemia de Coronavirus en el ámbito económico, social y político de Latinoamérica.

La enfermedad suma ya cerca de 180.000 casos en el mundo, y aunque es menos mortal que otras epidemias, se transmite con mucha facilidad. Debido a lo anterior, Trejos asegura que los períodos de cuarentena de dos semanas tienen sentido y funcionan para evitar el contagio. Pero también explica que hay muchas cosas que no sabemos de la enfermedad por falta de datos, por lo que las medidas de prevención se basan solo en lo que sabemos sobre los casos de personas que tienen la enfermedad visible.

Esto tiene implicaciones obvias de salud pública, pero también en la economía, en la política y la sociedad, dice Trejos.

El profesor asegura que China, donde comenzó la enfermedad, es una buena base para tomar ciertas lecciones indispensables: primero, porque es necesario tener calma, ya que es una enfermedad manejable; segundo, porque la enfermedad es susceptible de ser atendida de forma médica; en tercer lugar, porque la transparencia informativa es clave para ayudar a las personas a cambiar su comportamiento y generar datos; cuarto, porque la atención a tiempo es vital. Y por último, que este problema no se mida por el número de muertes, sino por su potencial de propagación masiva.

Trejos destaca también casos como el de Singapur, donde se ha logrado controlar la enfermedad relativamente bien. Asegura que esto se debe a un sistema de prevención de epidemias diseñado con antelación, una lógica de micro a macro centrándose en los individuos enfermos y los posibles contagiados para generar capas de información, hasta tejer la información final, para determinar el camino que siguió el virus con ciencia de datos.

Pero advierte que mientras tenemos algunos números más claros, como la cantidad de muertos que van del 1 al 6%, y el de enfermos graves, el número total real de enfermos infectados y el de expuestos son menos certeros.

La probabilidad de morir de esta enfermedad es mayor en hombres que mujeres (4,7% contra 2,8%), pero esto puede estar sesgado, ya que uno de los agravantes de la enfermedad es el ser fumador, algo que en China (que sigue sumando la mayoría de los casos registrados) es más común entre los hombres.

La mortalidad es también mayor en quienes han tenido enfermedades cardiovasculares, diabetes, respiratorias, hipertensión o cáncer. Pero en personas con ninguna de esas enfermedades, la mortalidad es de 0,9%. Esto se relaciona con que la mortalidad aumenta con la edad, partiendo en 0,2% entre menores de 50, hasta 14,8% en los mayores de 80. Pero Trejos advierte que estas cifras podrían tener un nuevo sesgo, ya que los países más afectados son precisamente naciones de población envejecida y las enfermedades nombradas son también las patologías principales en los países más afectados. Advierte que no se manejan números sobre cómo afecta la preexistencia de otras enfermedades como el sida, malaria o dengue.

Los casos han crecido exponencialmente, pero Trejos explica que así pasa regularmente en las epidemias.

La clave, para el decano, está en tratar de disminuir la cantidad de casos que se registran al mismo tiempo. Mientras no se puede evitar que la enfermedad se siga propagando en el escenario actual, sí se puede intentar controlar la cantidad de contagiados al mismo tiempo, esto con la finalidad de mantener un número de pacientes que sea tratable y no una gran masa para la que los recursos no alcancen.

Utilizando un modelo de propagación, Trejos explica que al cerrar fronteras solo se retrasa la epidemia, mientras que una sociedad que toma un modelo proactivo, tomando medidas desde el primer caso, es la forma más eficiente de reducir la cantidad de casos registrados.

A su juicio, esto se debe a que si la estrategia es solo un cordón sanitario para aislar a la sociedad, sin un cambio de comportamiento interno, no tiene efecto a menos que se trate de un cierre total y completamente efectivo desde el comienzo: "Los anuncios de cierre de fronteras, típicamente acompañados de una narrativa casi xenofóbica, no son necesariamente efectivos si no se acompañan de medidas internas".

El Este asiático parece haber estado menos preparado que el resto del mundo para enfrentar esta situación, algo que podría deberse, según Trejos, porque es más fácil actuar en países en democracia.

Otro factor que destaca el ex director del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible es que en los últimos años se ha perdido la lógica de la cooperación internacional: "Esta enfermedad nos agarra en un momento en que si el contagio es global, necesitamos instrumentos globales y una actitud diferente a la que hemos tenido en los últimos años".

Tanto Italia como EE.UU., explica, tuvieron una etapa de letargo y una respuesta tardía. A diferencia de lo ocurrido en países como Alemania, Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Canadá y Austria, que en conjunto (al momento de exponer Trejos el 13 de marzo) sumaban 5.300 casos y 14 muertes. Aunque reconoce también que esto se debe porque son países con un mejor sistema de salud y con menos tiempo enfrentando la epidemia.

 


Qué se viene en la economía

De acuerdo a los pronósticos de Trejos, muchos países de América Latina podrían abordar esta pandemia de una buena manera, como se ha hecho anteriormente con otras enfermedades contagiosas.

Pero falta un período prolongado hasta que la sociedad pueda dejar detrás las consecuencias económicas de esto, dice Trejos. Y asegura que en los países con recursos, pero que reaccionaron mal frente a esto, como el sur de Europa y EE.UU., el virus "puede llegar a otras dimensiones si no se cambia de manera radical el foco" (de contensión).

Estamos entrando en una etapa de alta volatilidad económica y financiera, explica además Trejos, y en una fase recesiva, en que el crecimiento económico puede reducirse e incluso volverse negativo. ¿Por qué? Porque, explica Trejos, frente al escenario de la enfermedad, las personas se vuelven más prudentes en sus gastos y la demanda baja, mientras que las empresas ven un horizonte incierto e invierten menos: "Sin compras de bienes de capital y bienes de consumo en los niveles normales, la caída en la demanda significa un problema para las mismas empresas cuyos clientes no están comprando".

"Nos estamos enfrentando a algunas realidades complicadas que han surgido en los últimos días. Muchas cadenas de valor tienen a todos los suplidores de insumos clave en un mismo país. En muchos casos, en China", lamenta el decano. Trejos explica que muchas empresas tienen un problema de producción que no se debe a una falta de demanda, sino porque los proveedores están en países infectados. Esto se ve principalmente en industrias químicas y electrónicas. El ejemplo más visible de esto fue el aviso de Apple que no realizaría sus entregas programadas por la falta de partes.

A esto se suma que la producción tiene problemas de acceso a su propia gente, dice Trejos. Mientras lo responsable hoy es enviar a los trabajadores a sus casas a cuidarse, esto impide que las empresas pongan en el mercado sus productos. Entonces, hay un problema de demanda, pero también de oferta.

Ahorros que desaparecen

Por el lado financiero, Trejos explica, algunos precios han colapsado: "Las ganancias de los últimos dos años y seis meses desaparecieron. Una caída en la bolsa de esta magnitud, en los países desarrollados, significa que para la población mayor de 50 años, el 8% de sus ahorros desapareció". Un segundo impacto financiero es la percepción de volatilidad que mete ruido, subiendo las tasas que también tienen un efecto macro económico.

También en el ámbito financiero, en muchos países de la región la pandemia obliga a realizar una acción pública, un esfuerzo fiscal, pero no todos los países pueden hacer ese esfuerzo sin arriesgar su estabilidad. "Hay también problemas institucionales que agravan todo. En los países que no logren controlar esto, las personas tendrán una reacción muy humana y visible de perder confianza, no solo sobre los temas de salud, sino en los económicos y productivos asociados".

Trejos agrega que no podemos saber aún si esta crisis fortalecerá o debilitará las instituciones globales, que tienen una gran importancia para enfrentar el problema. Esto ya que podría darse una respuesta nacionalista y populista, en vez de reconocer el populismo y la xenofobia como parte del problema.

En el escenario que se viene, Trejos prevé que el impacto sobre el crecimiento podría ser significativo y el riesgo de recesión global aumenta. Agrega que habrá un desajuste financiero provocado por los sectores en el epicentro de la epidemia, además de presiones fiscales para enfrentar esta crisis.

Otro escenario esperable es que los precios de las materias primas sigan a la baja, como es el caso del petróleo o los minerales, algo que puede ser positivo para Centroamérica, pero negativo para Sudamérica.

Trejo asegura que la nueva economía, creada por las nuevas tecnologías, es mucho más resiliente que la vieja, pues depende mucho menos de la logística, menos de la presencia física de sus trabajadores, de la materia prima y de factores complicados en estos momentos.

A pesar de esto, es categórico en decir que casi todos los sectores son afectados para mal. Sobre todo el turismo, los entretenimientos, la logística, las materias primas, la educación y los sectores dependientes de mono-suplidores como el TI y la química.

Algunas zonas que podrían encontrar un beneficio en este panorama son las telecomunicaciones, las empresas vinculadas a proveer herramientas necesarias para el teletrabajo y el contenido electrónico, además de los sectores vinculados a la automatización. Esto último porque hay procesos que podrían haber seguido adelante hoy de haber adoptado herramientas de automatización de manera temprana.

Como ejemplo, mientras el precio del petróleo baja, también bajan las acciones de las aerolíneas, pero las acciones de Zoom, una plataforma para videoconferencias, van al alza. Trejos además se aventura a decir que es posible que las acciones de este tipo de plataformas sigan subiendo porque muchas personas descubrirán, por el contexto actual, que muchas reuniones que se mantenían en persona pueden ser virtuales a futuro.

Otro cambio que espera Trejos se podría dar en la producción y la forma en que se administran los lugares de trabajo, cuestionándose la necesidad de la presencia física y los viajes. En esta misma línea, las empresas pueden cuestionarse si existen formas de manejarse con menos capital de trabajo y una mayor diversificación en suplidores. Esto podría llevar a que las empresas busquen cambios tecnológicos ya disponibles como la automatización, los vehículos autónomos y la descentralización de procesos gracias a la impresión 3D.

En cuanto a la política, el decano asegura que la pandemia tendrá un efecto en la legitimidad de los gobiernos, la cual dependerá de su forma de manejar este problema en cuanto a efectividad y transparencia. En este ámbito, siguiendo la lección de China y Singapur, Trejos cree que se reivindicará el rol del tecnócrata, el científico y los expertos.

Una discusión que se debería dar, dice Trejos, es la de cómo los sistemas de salud atienden a los ancianos, además del problema distributivo que se agudiza más en el impacto de una pandemia. En la misma línea de los cambios que podrían darse a nivel social, Trejos dice que cabe cuestionarse si se retomarán, una vez superada la pandemia, los hábitos previos como la extrema cercanía física y los saludos de beso, tan comunes en la región, que traían incomodidad y problemas a algunos extranjeros.

Para finalizar, Trejos asegura que aunque esto no va a matar a todos, amerita una reacción agresiva de parte de los gobiernos, empresas y personas. Aunque esto, sí o sí, será costoso y tendrá un impacto económico y social.

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