El 30 de enero, la OMS declaró la enfermedad que se identificó en diciembre en Wuhan, China, una "emergencia de salud pública de importancia internacional".
La Organización Mundial de la Salud organizó una rueda de prensa con el único propósito de frenar lo que llamó una “peligrosa epidemia de información falsa”.
Al menos una decena de fabricantes de fármacos están trabajando en vacunas o antivirales para ayudar a los infectados por un virus de rápido contagio que ha dejado más de 500 muertos en China, pero han advertido de que el desarrollo de los tratamientos llevará tiempo.
“Hicimos la estandarización y por eso ya no debemos enviar las muestras a Estados Unidos. Somos el primer país de América Latina en poder hacerlo”, aseguró en una rueda de prensa, Martha Ospina, directora del Instituto Nacional de Salud (INS).
El coronavirus que causó el brote mortal de SARS en 2003, o síndrome respiratorio agudo severo, está estrechamente relacionado con los que se encuentran en los murciélagos y probablemente se originó con los animales.
Hay reportes de al menos otros 171 casos en más de dos docenas países y territorios, incluidos Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Vietnam, Tailandia, Hong Kong y Gran Bretaña.
Nunca antes en la historia de la humanidad se descubrió tan rápidamente el salto de un nuevo patógeno de un animal –aún desconocido– al hombre, se decodificó por completo un virus, se reprodujo en cultivo celular y se puso a disposición el conocimiento existente tan rápidamente en forma de publicaciones científicas en todo el mundo.