La historia de la joven rusa que quiere abrir una clínica en Guatemala

Martes, 26/01/2016

Viktoria Valikova viajará a Centroamérica para fundar un recinto de salud en una aldea alejada de los centros urbanos. 

Por RBTH. Viktoria Valikova es una joven que ha viajado por numerosos países como turista, estudiante de medicina y voluntaria. Además, antes de eso trabajó durante un año en el hospital № 4 de Ufá, en Siberia.

A pesar de tener una vida cómoda y llevarse bien con sus colegas, tenía la sensación de que le faltaba algo. Entonces decidió dejar el trabajo y se fue de viaje a Asia. Estuvo en Indonesia, Camboya y Singapur, entre otros.

Un día vio en internet información sobre un instituto de enfermedades tropicales de Amberes (Bélgica), donde se fue a estudiar. Posteriormente vio que un hospital en Guatemala buscaba médicos voluntarios. No se lo pensó dos veces, aceptó la propuesta y partió hacia allá.

“Pensé que ese trabajo era como mi ilusión. Cuando fui a Guatemala, creía que esa experiencia solo sería un pequeño avance en mi carrera, pero ha sido algo totalmente diferente. Me dí cuenta de que no podía dejar a esa gente".

Viktoria no solo ha estado como voluntaria en Guatemala, sino que también ha ido a Honduras y Haití.

Según explica, el mayor problema para los doctores que trabajan en áreas remotas es cómo conseguir medicamentos y a quién entregárselos. En Latinoamérica, los problemas éticos son casi más complicados que los médicos.

-¿Por qué decidió ir a Guatemala y no a un remoto lugar en Rusia?

-Es una pregunta que me hacen muy a menudo. A diferencia de Rusia, en Guatemala, por ejemplo, no hay unidades de maternidad. Las mujeres dan a luz en peores condiciones y contraen enfermedades fácilmente.

-¿Cómo imaginaba Guatemala cuando planeaba su viaje?

-Imaginaba que los indígenas eran altos y tenían trenzas. No tiene nada que ver con la realidad. No son altos y llevan ropa tradicional. Pensaba que hacía mucho calor, pero temperatura media es de 25º.

-¿No tenía miedo?

-Antes de realizar el viaje sí tenía un poco de miedo, porque sabía que tendría que operar a gente. Por supuesto, no se trata de cirugía abdominal, sino de incisiones, suturas de heridas y partos. En Ufá aprendí a hacer cosas como estas y muchas otras. Además, tengo amigos que también son médicos y me organizaron una práctica en un hospital.

-¿Cuáles son las enfermedades más difundidas en Guatemala?

-Muy frecuentemente la gente sufre y muere a causa de diarreas y neumonía. Además, nunca vi tantos recién nacidos sin cerebro. Eso ocurre porque cuando tienen entre seis y ocho años los envían a polinizar con químicos plantaciones de maíz, frijoles y café. Carecen de máscaras, por supuesto.

-¿Qué echaba de menos cuando estaba lejos de Rusia?

-Echaba de menos a mi mamá y la comida. Además de la tushonka (carne enlatada), la leche condensada y la grechka (alforfón), pero este último me lo comenzaron a mandar desde Rusia.

-¿Vivió alguna situación extrema?

-La clínica estaba en la zona de conflicto, y a veces los combates se realizaban a muy poca distancia. Sin embargo, nunca me asaltaron. Creo que es porque soy alta. Todos los hombres son más bajos que yo. Me impresionó algo que me ocurrió en Haití, donde trabajé en la clínica de un monasterio católico. Ayudé en el parto a una mujer que tenía piel morena. Cuando tomé el bebé en brazos vi que era blanco. Lo envolví en una manta, para que la madre no viera enseguida que era de otro color. Pero cuando se lo entregué no hubo ninguna reacción singular. Los niños nacen blancos y sólo aproximadamente a los tres años se vuelven más negros.

-¿Cómo piensa abrir la clínica?

-De momento tenemos un equipo pequeño que pronto irá a Guatemala. Hay quienes ayudan a distancia: crean sitios web, ayudan a grabar vídeos, han creado gratis un plano de la futura clínica, donan dinero... La clínica cuesta cerca de US$ 10.000. Es el precio de un edificio, sin equipos médicos. No pagamos para que nos hicieran los planos ni tampoco por el trabajo. La clínica será construida por voluntarios y gente local. Trabajamos lentamente pero vamos haciendo cosas.

-¿Dónde quiere abrirla?

-Lejos de las ciudades más grandes. Queremos ayudar a la gente en vez de ganar dinero. No puedo aceptar el dinero de los que están enfermos.

En breve, Victoria volverá a visitar la aldea Pojom, en Guatemala, para abrir la clínica.

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