Uso racional de medicamentos para avanzar hacia la cobertura universal de salud
Por Diana Pinto, Especialista Líder en Salud en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad de las medicaciones prescritas, entregadas o vendidas en el mundo no son apropiadas y la mitad de los pacientes no las toma de manera correcta. Por un lado, el tema aparenta ser sencillo: para cada problema médico se debe llegar a un diagnóstico que lleve a usar el medicamento que sea efectivo, con la dosis y duración adecuada, y evitar emplear drogas que no estén indicadas. Sin embargo, y como demuestran las cifras, en la práctica esto no es tan fácil.
El uso racional de medicamentos y de otras tecnologías en salud es parte esencial de la calidad de la atención médica. Este ha sido definido por la OMS de la siguiente manera: “Los pacientes reciben la medicación adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes a sus requisitos individuales, durante un período de tiempo adecuado y al menor coste posible para ellos y para la comunidad”.
El uso inapropiado de medicamentos es frecuente y representa tanto una fuente de ineficiencia, como de costo significativo para los servicios sanitarios, ya que los medicamentos dan cuenta del 20 al 30% de todo el gasto mundial en salud y el mal uso de los mismos es responsable del 10 al 14% de la ineficiencia en el uso de los recursos sanitarios.
Por otro lado, el uso inadecuado de medicamentos expone a las personas a posibles efectos adversos sin obtener el beneficio esperado, como es el caso de la creación de dependencias derivadas del uso de benzodiacepinas para manejo de insomnio transitorio o de ansiedad en la población mayor. Además, el uso innecesario puede crear otros problemas, como es el caso de la emergencia de resistencia a los antibióticos que, según la OMS, es una de las mayores amenazas a la salud global.
Cuatro estrategias para enfrentar este problema. Uno de los mecanismos más difundidos es el establecimiento de guías de práctica clínica (GPC) para las distintas patologías, que estipulan los pasos necesarios, incluidos diagnóstico, tratamiento y seguimiento. Con ello se busca que haya menor variabilidad en la práctica y que las intervenciones elegidas tengan la mejor evidencia en costo efectividad. De hecho, ya existen numerosas GPC en muchos países pero, por diversas razones, no han tenido el impacto esperado sobre la calidad de la atención en salud. Entre ellas se cuentan, la falta de socialización y aceptación local, ya que algunas guías pueden ser un tanto complejas, o suelen estar desconectadas del contexto en que se quieren implementar.
Otra forma de incrementar el uso racional de medicamentos es constituir equipos interdisciplinarios que ofrecen un manejo integrado y coordinado de los pacientes con un rol más activo por parte de enfermeras, trabajadoras sociales y farmacéuticas. Estos equipos logran que pacientes con necesidades complejas tengan mejor adherencia al tratamiento.
Existe también la denominada medicina de precisión, que a través de marcadores biológicos permite predecir de manera más exacta si una persona va a tener una buena respuesta a un medicamento y si va a experimentar efectos colaterales serios. De esa manera, se disminuye la prescripción de medicamentos que no ofrecen beneficios clínicos.
De igual forma, las tecnologías de información y comunicación (TICs) en salud también han probado ser herramientas útiles para mejorar el uso adecuado de medicamentos. Estas incluyen sistemas computarizados para tomar decisiones y aplicaciones móviles que brindan información continua al paciente y permiten también monitorizar su evolución.
El ejemplo que podría servir a América Latina y el Caribe. Si bien la efectividad individual de las herramientas mencionadas para mejorar la prescripción médica aún es limitada, ya que cambiar el comportamiento de los profesionales de la salud ha mostrado ser más difícil de lo esperado, existen experiencias donde la combinación de estrategias ha evidenciado resultados verdaderamente prometedores.
Este es el caso de NPS Medicine Wise en Australia, una organización sin ánimo de lucro, financiada por el Departamento de Sanidad, que diseña y provee herramientas prácticas, información basada en evidencia y actividades educativas para mejorar la forma en que se prescriben y usan medicamentos y exámenes médicos. En su enfoque, NPS Medicine Wise involucra simultáneamente a diversos profesionales de salud, pacientes y la sociedad civil, con el fin de lograr sincronía y sinergias en las actividades que lleva a cabo.
Gracias a que la medición permanente de resultados hace parte de sus actividades, NPS Medicine Wise ha logrado demostrar mejoras en prácticas de prescripción, en lo que denomina “calidad en el uso de las medicinas” (selección sabia de tratamientos necesarios, adecuados, seguros y efectivos). El ahorro para las finanzas públicas derivado de estos logros supera con creces el costo de la inversión en esta organización.
La experiencia de NPS Medicine Wise en la promoción del uso racional de tecnologías médicas es supremamente relevante para los sistemas de salud de América Latina y el Caribe, si tenemos en cuenta que avanzar hacia la cobertura universal requiere asignar los ya escasos recursos disponibles para salud a aquellas intervenciones que realmente logren mejorar la salud de la población. Dicha asignación en el nivel macro, así esté basada en la mejor evidencia, puede fallar si profesionales de salud, pacientes y la población toman decisiones incorrectas sobre qué tecnologías utilizar.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Gente Saludable del Banco Interamericano de Desarrollo.
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