Este calor es cosa de locos
Descubren que el riesgo de trastornos mentales en la población general se incrementa fuertemente durante las olas de calor en particular y el verano en general.
Umea University/Cluster Salud/Rodrigo Lara Serrano. Es verano tórrido, se corta la luz y/o el aparato de aire acondicionado de su departamento se descompone. No parece tan grave. Usted se arma de paciencia. La ducha fría ayuda y siempre se puede pedir una cerveza o helado por delivery. En el trabajo nunca hubo aire acondicionado. O sí, pero lo colocan en 25 celsius para ahorrar energía, además su escritorio está en esa esquina soleada, tan agradable en otoño e invierno por sus ventanas sin cortinas. En verano, no: tiene que trabajar con una gorra que quedó de ése bochornoso evento de márketing dos años atrás.
Afuera el termómetro marca 35 grados el día en cuestión. El siguiente, 36. En el tercero dicen que hará 38, pero se vuelve a 35. Un alivio. Relativo, a la medianoche la temperatura “baja” a 30. Se malduerme con el ventilador a baterías o sobre la hamaca en el balcón o la terraza. Y así llega una nueva jornada que es más de lo mismo, luego otra y en el smartphone, la aplicación sobre el clima del cual media ciudad es fanática, sigue muestrando la “bolsa” con aquella “A” mayúscula dentro de un mapa metereológico, bolsa que es la culpable de todo. Lo será, pero ni por asomo parece que vaya a moverse. Se está muy quieta sobre su país o región.
Entonces, sucede algo que comienza sutil, pero crece: es el día seis o el siete de la ola de calor y todas las cosas habituales parecen menos importantes. Algo absurdas. O, a la inversa, esa taza favorita para el café que cada dos por tres alguien de la sección de sistemas (ja, se creen tan inteligentes esos jóvenes que se dedican a crear memes o a decir que agregar una ventana más en el sitio web de la compañía requiere horas de programación, cosa que todos saben que es una excusa del pequeño tirano que todos ellos tienen dentro) se ha vuelto muy, pero muy importante. Tanto como para llevársela a casa, o romperla en secreto o escribir sobre ella una de esas frases tan divertidas que la “otra” voz que ha aparecido en su cabeza le dicta.
Cuando lo está haciendo, alguien le pregunta por qué acaba de sacarse los pantalones y está en calzoncillos.
“¿Acaso no te parece que hace un calor de locos?”, es su reacción. Y, aunque ya la mitad de la oficina lo mira de reojo y murmura, ellos no sospechan que, a su manera, ellos también están haciendo equilibrio para no despeñarse de la meseta de la cordura al precipicio de la locura.
Y no es una suposición.
Un estudio realizado en hospitales mentales en Hanoi, Vietnam, examinó la existencia de una relación entre la exposición al calor y los problemas de salud mental. Los resultados mostraron un aumento significativo en las admisiones hospitalarias por enfermedades mentales durante los períodos de ondas de calor, especialmente durante períodos más largos de exposición a temperatura altas.
La investigación, que examinó los datos de admisiones del Hospital Mental de Hanoi durante un período de cinco años (2008-2012), también encontró que factores como la vejez, el género y la vivienda rural contribuyeron a la aparición de más enfermedades mentales entre los grupos vulnerables y susceptibles, durante épocas de calor o exposición extrema a él.
Es así como, el número de admisiones por trastornos mentales aumentó durante el tiempo caluroso, como la temporada de verano y eventos de ola de calor con temperaturas medias de más de 35 grados Celsius durante al menos tres o siete días consecutivos.
El riesgo de trastornos mentales en la población general durante las olas de calor de al menos siete días consecutivos fue el doble del de las ondas de calor de al menos 3 días consecutivos. Hubo un aumento en el 24% de los casos de trastornos mentales en verano en comparación con el invierno. Cifra que fue del 2% en las admisiones cuando la temperatura media aumentó un grado Celsius.
"Me sorprendió descubrir que había fuertes asociaciones entre los ingresos hospitalarios por la depresión y otros trastornos mentales y períodos de temperaturas elevadas o las ondas de calor. La asociación se hizo más fuerte con la duración de las ondas de calor y los ancianos en particular parecía más sensible a la estacionalidad, el calor y las olas de calor", dice Trang Phan Minh, estudiante de doctorado del Departamento de Salud Pública y Medicina Clínica de la Unidad de Epidemiología y Salud Global de la Universidad de Umeå, en Suecia.
El estudio de Trang Phan Minh es formativo y puede abrir el camino para futuros estudios en Vietnam. Según el investigador, los resultados pueden ayudar a los profesionales de la salud mental proporcionando más información sobre los impactos en la salud mental de la exposición a los patrones climáticos y calor extremo/ola de calor.
"A medida que el fenómeno del calentamiento global emerge y las temperaturas medias aumentan, estos resultados que demuestran una asociación entre el calor y los problemas de salud mental podrían ayudar a los encargados de la formulación de políticas y los gerentes de salud vietnamitas, a buscar soluciones enfocadas en poblaciones y grupos de salud pobres", dice Trang Phan Minh.
Ahora, ¿se trata de una cascada de efectos fisiológico acumulativos que produce “efectos” mentales? ¿o estamos frente a reacciones indiviudales exacerbadas por los efectos sociales (deterioro de los patrones de sueño, mala alimentación, problemas emocionales ante el stress térmico) de las olas de calor? No lo sabemos. Es necesario emprender una serie de estudios más focalizados. De todas formas, es interesante recordar que hay impresiones recurrentes sobre la relación entre olas de calor y disturbios sociales y estallidos de violencia en grandes ciudades.
Quizás hay cierta sabiduría inconsciente en focalizar, en las naciones de climas con ciclos de invierno/verano, las vacaciones anuales en el verano, lo cual mitiga el stress y libera del trabajo precisamente en el momento en el cual el exceso de calor podría llevar hacia la baja la productividad.
Por ahora, el trabajo de Phan Minh nos confirma algo que sospechábamos: a veces, literalmente, hace un calor de locos.
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