Uruguay: Ciudad de Salto y el norte tendrán su centro cardiológico

Lunes, 10/04/2017
Luego de años de intentos fallidos, el ministro de Salud transmitió a diputados del Frente Amplio que "están dadas las condiciones".
El Observador

"A mí me dio la sensación de que estaba parado en la puerta de un avión y de repente me empujaron al vacío. Hasta que en un momento reaccioné y confirmé que era un infarto". Luis Suetta es salteño, tiene 55 años y en setiembre de 2015 sufrió un infarto agudo de miocardio, uno "potente", como él lo define. Ese día empezó como cualquier otro. Luis llevó a su esposa a trabajar y después fue al supermercado a hacer las compras. Sin embargo, en determinado momento sintió una "estaca clavada" en la espalda, un dolor muy fuerte que lo invalidó. Se recostó contra las heladeras del almacén, tomó aire y cuando estuvo mejor, siguió con su rutina. Manejó, volvió a su casa y por poco se fue a dormir, pero el dolor era muy intenso y prefirió ir a la emergencia. Si Luis se hubiera acostado, el infarto lo hubiera matado.

"En la tinieblas sentí que iban a coordinar mi traslado y le dije al doctor: 'Flaco, si podés tirame para tal sanatorio acá de Salto, que tengo más conocidos, me gusta más'", contó Luis a El Observador. Sin embargo, los médicos en la emergencia salteña no planeaban derivarlo a otro centro en esa ciudad, ya que la suerte de Luis se definiría a 500 kilómetros de distancia, en Montevideo, Uruguay. "Nunca pensé que me iba a ir, que era tan grave", sostuvo.

Lo que Luis no sabía era que no podían tratarlo en Salto, ya que los seis institutos de medicina altamente especializada (IMAE) que están habilitados para practicar angioplastias –el procedimiento que se utiliza para desobstruir los vasos– están en la capital del país. Por lo tanto, le dieron anticoagulantes en su ciudad, lo estabilizaron y lo subieron a una ambulancia especializada. "La doctora me agarró la mano y me dijo: 'Hiciste un infarto muy importante, muy grave, pero tenés que llegar con vida Montevideo, así que tratá de rezar'", recordó.

En Montevideo lo recibió Sebastián Olaizola, un hemodinamista salteño que lo conoce de toda la vida ya que sus padres fueron amigos. Si bien Luis sintió confianza de que lo operara Olaizola, en ese momento no entendió por qué el cardiólogo no podía hacerle lo mismo en Salto.

Durante años, situaciones similares a la de Luis fueron la regla para quienes viven al norte del país. Sin embargo, una reunión entre el ministro de Salud Pública, Jorge Basso, y la bancada de diputados del Frente Amplio (FA), parece poner fin a esa realidad. Durante el encuentro, realizado este viernes, el jerarca transmitió a los diputados oficialistas que "están dadas las condiciones" para que Salto tenga su IMAE cardiológico, dijo a El Observador la representante por el FA de ese departamento, Manuela Mutti.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) dio el visto bueno a un proyecto presentado por el Sanatorio Americano y la Sociedad Médica Quirúrgica de Salto, que además contaba con la aprobación de la Federación de Prestadores Médicos del Interior (Fepremi). Esa propuesta fue entregada oficialmente el 30 de marzo.

La decisión del ministro dista de lo planteado por las autoridades sanitarias el 21 de febrero en el Parlamento. Durante una interpelación a Basso realizada por el diputado nacionalista Martín Lema, la directora del Fondo Nacional de Recursos (FNR), Alicia Ferreira, explicó que tener un centro con esas características al norte del país podía llegar a ser deficitario. A su vez, el ministro anunció un proyecto para crear centros de referencia que sustituyeran a los actuales IMAE.

Lo argumentado por Ferreira en la cámara baja había sido también puesto de manifiesto en la respuesta a un pedido de informes del diputado Lema, que realizó el MSP en diciembre de 2016. En ese escrito, afirmó que no se abrirían nuevos IMAE cardiológicos porque con "los actuales existe ya capacidad ociosa". Lema indicó a El Observador que "festeja" la noticia transmitida a los representantes oficialistas.

Una larga espera

El ministro convocó a una reunión para el próximo martes a directivos del Centro Médico de Salto para tratar la instalación del IMAE. Esa mutualista tiene un angiógrafo que adquirió en 2012 luego de una inversión de US$ 1,5 millones. La máquina es la que se utiliza para operar a los pacientes que sufrieron un infarto y es la única que hay en el interior del país.

El presidente de la mutualista, Arturo Altuna, dijo a El Observador que la compraron una vez que el MSP les dio la habilitación para hacerlo, ya que la nueva tecnología debe ser declarada. "En la solicitud de autorización se menciona específicamente que estas inversiones en la planta física y en el equipo están destinadas a procedimientos periféricos y centrales", explicó el especialista.

Sin embargo, la cartera de salud no les dio la habilitación para funcionar como centro de hemodinamia, por lo que no pueden realizar procedimientos centrales, es decir, angioplastias primarias.

Por lo tanto, si bien en Salto están los recursos humanos –que trabajan en Montevideo– y tienen la tecnología, por ahora los uruguayos del norte que sufren un infarto deben ser trasladados a la capital. La primera solicitud que hizo el Centro Médico para habilitar el IMAE fue en 1998. Ese expediente se archivó y no obtuvieron el permiso de la cartera, hasta que en 2012 lo retomaron. El principal obstáculo con el que se encontraron para no recibir la autorización fue que no tenían la planta física pronta. En ese momento construyeron un piso diseñado a medida y adquirieron el aparato.

"El centro nuestro, así como lo proponemos, está en condiciones de funcionar apenas se autorice", sostuvo Altuna. De hecho, tienen un convenio con el Sanatorio Americano y el centro de hemodinamia salteño sería una sucursal del montevideano, ya que los profesionales van a ser los mismos.

No todos lo lograron

En Salto, los años sin el IMAE tuvieron sus consencuencias. Por ejemplo, dos hermanos de Juan José Díaz murieron luego de haber sufrido un infarto agudo de miocardio. Uno tenía 48 y otro 50 cuando no se salvaron, ni siquiera luego de haber sido trasladados a Montevideo, ya que habían pasado varios días en Salto porque no los podían sacar del CTI. "El músculo de uno de ellos ya estaba deformado, no se podía contraer. Lo único que lo podía salvar era un trasplante de corazón y nunca llegó", contó a El Observador.

En Salto, los años sin el IMAE tuvieron sus consecuencias. Por ejemplo, dos hermanos de Juan José Díaz murieron luego de haber sufrido un infarto agudo de miocardio.

Hoy Díaz es referente en la comisión pro IMAE en Salto, que realiza una junta de firmas en todo el país para que el centro sea inaugurado. ¿Por qué pertenece a ese grupo? Le da miedo que le pase a él, porque sabe que tiene "una herencia genética" que no puede olvidar. Además, lo hace "por los que vendrán" y por aquellos que "se murieron en el camino". Tampoco deja de lado a sus sobrinos, que hace diez años se quedaron sin padre.

Esa convicción lo lleva a él y a otros salteños a reunirse todos los lunes y los viernes en un local en el centro de la ciudad. Allí conversan acerca de la junta de firmas, cuentan cómo va la campaña y se ponen de acuerdo en qué localidades deben potenciar el trabajo. La comisión aspira a conseguir 50 mil firmas antes de fines de abril.

"Yo tengo entendido que hay ciertas corporaciones de médicos, una mafia blanca, que está lamentablemente presionando a los poderes políticos electos por el pueblo", sostuvo Díaz. Hay salteños que piensan igual que él, ya que las angioplastias las financia el Fondo Nacional de Recursos (FNR) –cada una sale $ 133.135 (US$ 4,677)– por lo que los centros capitalinos perderían los más de 500 pacientes anuales que son trasladados desde el norte del país.

Trabajar acá y allá

Un traslado en ambulancia especializada cuesta $120.000 (US$ 4.215) y funciona como un Centro de Terapia Intensiva móvil. Sin embargo, hay pacientes que no resisten el viaje y mueren en el camino, porque el pronóstico de la persona se puede complicar en el camino. La cardióloga salteña Alejandra Spinelli, que trabaja en el Centro Médico y en el Sanatorio Americano, dijo a El Observador que hay personas que no están en condiciones de sobrevivir los 500 kilómetros del viaje.

"El uruguayo del litoral está en desventaja con respecto al montevideano, porque la distancia ya lo marca", afirmó diez días antes de que Basso se reuniera con representates del FA por ese tema. En ese sentido, la especialista señaló que los cardiólogos manejan un aforismo que establece que cada minuto que pasa es músculo del corazón que se pierde. Por lo tanto, las más de seis horas que demora un salteño en recibir el tratamiento definitivo le pueden dejar consecuencias de por vida.

Por su parte, el hemodinamista salteño Sebastián Olaizola sí practica angioplastias primarias en la capital y sería quien operaría en Salto cuando el IMAE se habilite. Él trabaja en el Centro Médico y en la Médica Uruguaya en Montevideo. "Luego de 20 minutos de tapada la arteria empieza a haber un daño irreversible de un sector del corazón", explicó.

Morir en la capital

A Mirta Castellini le dio un infarto hace diez años, cuando tenía 57 y aún trabajaba como maestra en Salto. "Yo tengo funcionando el 50% de mi corazón", contó a El Observador.

Cuando llegó a Sanatorio Americano la recibió la doctora Spinelli, que enseguida le coordinó una angioplastia primaria. "Emocionalmente a mi familia le afectó porque solo pudieron viajar dos integrantes de forma particular y tuvieron que dejar sus trabajos", señaló. El infarto de Mirta también fue muy potente, de hecho, los especialistas le dicen que es "una sobreviviente". Ella no recuerda nada, recién se despertó a las 48 horas y cuando ya la habían operado. "Yo siempre pienso si las cosas no hubieran sido distintas para mí, y analizando a la distancia las secuelas, pienso que si hubiese estado en Salto, mi vida hubiese sido distinta", agregó.

Hoy, a diez años del infarto, todavía le duele "la desventaja" del interior que puede llegar a acortarse si, como anunció el gobierno, prospera el IMAE en Salto: "Estamos todos en el mismo país y tenemos que tener las mismas oportunidades –subrayó–, lo que pasa es que como canta Pablo Estramín, todos vamos a morir en la capital".

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