Baja esperanza de vida en Bolivia
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) acaba de publicar el Observatorio Demográfico 2017, centrado en lo que se llama las tablas de mortalidad, instrumento necesario para la construcción de las proyecciones poblacionales. Para el caso boliviano, la CEPAL usó los censos elaborados desde 1950 hasta 2012, y las Encuestas Nacionales de Demografía y Salud de 1989 a 2008, es decir, fuentes oficiales del INE. Algunas conclusiones de este estudio llaman poderosamente la atención. Por ejemplo, el hecho de que en Bolivia la esperanza de vida al nacer (o el promedio de años de vida que las personas tienen, sometidos a los actuales riesgos de mortalidad en todas las edades), resulta ser la más baja entre todos los países de Sudamérica.
En efecto, en el país este indicador es de 66,4 años, mientras que el promedio de América Latina es de 74,2 años, casi ocho años de diferencia. Además, se encuentra por debajo de los países andinos, que presentan esperanzas de vida por encima de los 73 años. Para comprender mejor este rezago social del país podemos compararlo por ejemplo con la esperanza de vida promedio de Chile, que es de 78,4 años. Esto significa que un niño boliviano comparado con uno chileno va a vivir 12 años menos.
¿Por qué es tan baja la esperanza de vida en Bolivia? El nivel de desarrollo humano del país es un indicador que va más allá del ritmo de crecimiento económico, y que se caracteriza por estar crónicamente rezagado respecto al de los países de la región. Eso se traduce en los siguientes factores.
Bajas condiciones de vida de la población boliviana: en 2016 el Índice de Desarrollo Humano fue de 0,674. Como se sabe, cuando este indicador, creado por el PNUD, se acerca más a 1 (uno) implica un mayor nivel de desarrollo humano. Según este índice, Bolivia ocupa el puesto 119 de desarrollo humano entre los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas; una de las posiciones más bajas de América Latina y el Caribe, junto a Haití, Nicaragua, Guatemala y Honduras.
Alta mortalidad infantil: según el Observatorio Demográfico de la CEPAL, Bolivia presenta una tasa muy elevada de mortalidad infantil, con 39,1 niños muertos por cada 1.000 nacidos vivos; casi el doble que la tasa promedio de América Latina: 18,2 niños fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos.
Alta mortalidad materna: en el país, 160 mujeres fallecen debido a complicaciones durante el embarazo y el parto por cada 100.000 nacidos vivos, una de las tasas más altas de la región. Para comprender la posición crítica de Bolivia en esta materia, basta compararla con la tasa de Uruguay, de tan solo 15 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos.
Deficiente inversión en salud en relación al PIB: según datos del Banco Mundial, en 2013 Bolivia invirtió en el ámbito de salud US$174 por persona; mientras que Chile gastó US$ 1.204 por persona en el mismo rubro durante el mismo periodo.
Ahora bien, aparte de estos datos huelga recordar que de acuerdo con fuentes gubernamentales, la pobreza extrema en el país se redujo del 38,2% en 2006, año en el que el presidente Morales llegó al poder, al 16,8% en 2015. Lo que significa que más de 2 millones de bolivianos habrían superado la condición de extrema pobreza en los últimos 10 años. Sin embargo, si esta reducción no incide en una mejora en las condiciones y en la calidad de vida de la población, reflejadas en otros indicadores como los antes mencionados, tal disminución parecería, cuando menos, inconsistente.
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