Ruido y salud en Bolivia
Según alerta un estudio difundido en este diario, la contaminación acústica no solo daña los oídos de las personas, sino también su salud en general, por cuanto puede producir estrés, irritabilidad, dolores de cabeza, fatiga, aceleración respiratoria, afecciones digestivas e incluso problemas cardiacos como hipertensión y taquicardias.
En efecto, según investigaciones del Laboratorio de Análisis y Diseño Acústico de la Universidad Autónoma de México (UAM), la exposición continua a los ruidos no solo aumenta el riesgo de discapacidad auditiva, alteraciones del sueño y deterioro del rendimiento cognitivo de las personas; sino que además eleva las probabilidades de sufrir enfermedades digestivas y cardiacas; alteraciones que para mayor preocupación se pueden presentar incluso si los niveles sonoros no son muy elevados.
Al respecto los científicos aclaran que un susurro equivale a 30 decibeles (dB); una conversación normal, a 60 dB; la sirena de una ambulancia, a 120 dB; al igual que las motocicletas y automóviles cuyos escapes carecen de silenciadores o han sido modificados con roncadores. Es decir, muy por encima del límite a partir del cual los ruidos son nocivos para la salud: 85 decibeles, según la OMS.
Empero, investigación recientes como la que aquí se comenta alertan que incluso los ruidos superiores a los 65 decibeles producen “estrés biológico” en nuestro organismo. Lo que a su vez da lugar a la activación de respuestas hormonales nerviosas, provocando el aumento de la presión arterial, de los latidos del corazón, y de la circulación de la sangre, la cual se vuelve más espesa. Y cuando esto ocurre de manera prolongada, puede devenir un accidente cardiovascular.
De allí la importancia de insistir en la necesidad de implementar políticas públicas orientadas a combatir el ruido en las ciudades de Bolivia. Por ejemplo, en lugar de incentivar el uso de los automóviles en el país, subvencionando el combustible que los impulsa e invirtiendo recursos públicos para facilitar su circulación (como los viaductos previstos en el centro de la sede de gobierno), urge impulsar medios de transporte alternativos como las bicicletas, que no generan congestión, ni polución, ni contaminación acústica; evitan la acumulación de chatarra y contribuyen al buen estado físico y mental de las personas.
Por otra parte, urgen medidas orientadas a reducir el ruido urbano, generado principalmente por las bocinas, un instrumento que ha sido creado para evitar accidentes pero que en el país es utilizado para aturdir a los peatones y al resto de los conductores; así como también por los tubos de escape de los automóviles y motocicletas que, como se señaló anteriormente, carecen de silenciadores o, peor aún, han sido absurdamente modificados con roncadores para generar mayor ruido; afectando la salud física y mental de quienes tienen la mala fortuna de vivir y/o trabajar cerca de calles y avenidas concurridas.
Comentarios