Hospitales en crisis en Bolivia
Uno de los lugares comunes en los discursos que critican los gastos e inversiones que ejecuta el Gobierno, particularmente en infraestructura, es la supuesta falta de obras para salud. Sin embargo, la evidencia muestra que en los últimos años se han construido más hospitales y centros de salud que nunca antes. El problema es la falta de recursos para su funcionamiento.
Un buen ejemplo de lo señalado es el complejo hospitalario de Miraflores, en la sede de gobierno, donde tienen sede los hospitales del Niño, de la Mujer, de Clínicas y los institutos de Gastroenterología, del Tórax, de Oftalmología y de Medicina Nuclear; y que está al borde de la suspensión de actividades, pues su personal se ha declarado en emergencia debido a que se acabaron los recursos financieros para su funcionamiento.
De acuerdo con el Secretario Ejecutivo del Sindicato Médico y Ramas Anexas (Simra) del sector público, en los citados centros médicos ya no tienen “insumos para cirugías o curaciones, ni siquiera gasas”, añadiendo que si las autoridades competentes “no desembolsan el dinero, ya no podremos atender y estaremos obligados a parar”. El dirigente sindical se refiere a una deuda de Bs 40 millones que tiene el Estado por la prestación de servicios durante 2017.
Al respecto, el Ministerio de Salud se ha comprometido a desembolsar una parte del dinero hasta este lunes. El Director General de Seguros de Salud del ministerio informó que “se priorizará el pago a los hospitales del complejo por el programa de Prestaciones de Servicios de Salud Integral (PSSI) que realizaron a niños, embarazadas, adultos mayores y personas con discapacidad”. La autoridad anunció un desembolso de Bs 25 millones por ese concepto.
A su vez, el Director del Instituto del Tórax recordó que la Ley 475, de Prestaciones de Servicios de Salud Integral, dispone pagos mensuales por este concepto; pero una resolución del Ministerio de Salud dispone que el pago se haga de manera anual, contraviniendo además lo estipulado en el decreto supremo reglamentario de dicha norma, lo que en los hechos hace insostenible la adecuada atención médica y hospitalaria.
No es la primera vez que el complejo hospitalario paceño está al borde de la quiebra, y habitualmente el reclamo se refiere a la falta de suficientes recursos. Si esa es la realidad del complejo hospitalario más grande del país, es fácil imaginar las penurias que deben afrontarse en la mayoría de los demás centros médicos, incluso contando con los aportes de gobiernos departamentales y municipales.
Urge, pues, revisar una vez más los esfuerzos que se hacen para garantizar a la población, especialmente de bajos recursos, el adecuado acceso a la salud, que no consiste únicamente en tener hospitales modernos y bien equipados, sino sobre todo en contar con personal e insumos suficientes para asegurar la mejor atención médica posible.
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