Los retos de Latinoamérica frente a la pandemia
El primer paciente del virus SARS-Cov-2 se notificó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 31 de diciembre en China. En cuestión de días el mundo evidenció la propagación del nuevo coronavirus. Para el 30 de enero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote como una emergencia de salud pública de carácter internacional, lo cual obligó a las autoridades de diferentes naciones a implementar medidas de vigilancia epidemiológica. Y así, como si fuera una especie de película de ficción, el continente latinoamericano pudo ver a la distancia lo que sucedía con el coronavirus en Europa y Asia como si fueran una ventana hacia un futuro que podrían evitar. El contagio tardó un par de semanas en aterrizar, que fueron vitales para empezar a instaurar planes de contingencia ante una crisis sanitaria sin precedentes, pero anunciada.
“Eso sirvió para que se hayan podido tomar medidas más temprano que otros países a los que sí los tomó por sorpresa. Todos, a principios de enero, ya éramos conscientes de que algo grave estaba pasando en China”, señaló Alfonso Rodríguez, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología y coordinador de la Red Latinoamericana de Investigación de Coronavirus 2019 (LANCOVID-19). Sin embargo, aunque la región tuvo unas semanas de gracia hasta que se reportó el primer caso dentro de la región, el 25 de febrero en Brasil , la crisis del COVID-19 desnudó las fallas históricas de un sistema de salud frágil.
Latinoamérica registra cerca de 250.000 casos confirmados y los fallecidos ya superaron la barrera de los 14.000. Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud(OPS) explicó que la región es un croquis de Europa hace seis semanas, por lo que se puede esperar en los próximos días un crecimiento considerable del número de casos. Los cinco países más afectados de la región son Brasil, con más de 108.600 casos; Perú, con cerca de 47,000; Ecuador, con más de 32.000; México con alrededor de 25.000; y Chile, el quinto país más perjudicado, con un poco más de 20. 600 reportes. Estas cifras son inferiores a Colombia, que hasta el momento ha reportado cerca de 7. 900.
Al hacer una representación de la cantidad de pruebas que ha hecho cada país de Latinoamérica se encuentra que Brasil ha realizado 1.597 pruebas por cada millón de habitantes; Perú 11.692; Ecuador 4.544; México 776, y Chile 11.202.
Desde que se registró el primer caso en la región, las medidas de algunos gobiernos no se hicieron esperar. En Colombia, por ejemplo, se decretó cuarentena obligatoria tan solo 15 días después del primer contagio. Y, aunque esta medida no fue homogénea en todos los países, los datos de algunas aplicaciones de geolocalización demostraron que la población sí cumplió con el confinamiento. “Gracias a Waze, Google y Apple, plataformas que dan información de cuántas personas hay en las calles, nos dimos cuenta de que, incluso en los países en los que no ha habido cuarentena obligatoria, la gente se empezó a quedar antes en casa”, señaló el sociólogo español Jorge Galindo.
Para él esto representa un reto en la región pues, aunque las medidas de aislamiento deben continuar, en la medida de lo posible, Latinoamérica enfrenta una situación socioeconómica compleja, en la cual la informalidad laboral es el común denominador, por lo que varios países han tenido que levantar de forma progresiva el confinamiento. “Latinoamérica tiene sociedades muy desiguales con un alto grado de trabajos informales. El grado de ahorro posible o factible entre los grupos más vulnerables es bajísimo. La gente tiene que salir a trabajar con más premura que en sociedades en las que hay menor inferencia de pobreza e informalidad”.
Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ha reiterado en varias ocasiones su oposición frente a la cuarentena. “La destrucción de los empleos por parte de algunos gobernadores es irresponsable e inadmisible. Vamos a pagarlo caro en el futuro”, declaró el mandatario. Las medidas de aislamiento son competencia de los gobernadores. “Se está viviendo el sistema de distanciamiento social, pero hay una apertura en algunas localidades del país que contribuyen al aumento de casos. Tenemos una situación caótica en Manaos, Belém de Pará y Fortaleza”, señaló Sergio Cimerman, coordinador científico de la Sociedad Brasileña de Infectología.
Brasil representa el 48 % del total de contagios en el continente y ya superó la cifras de muertos registradas en China, país foco de la pandemia. “Estamos empezando el pico de la curva de los casos de infección. Entre esta y la próxima semana tenemos que registrar el número más alto de contagios de COVID-19 y también de muertes”, agregó el infectólogo Cimerman. En consecuencia, ya colapsó el sistema, “en Sao Paulo y Río de Janeiro tenemos casi el 100% de ocupación de las unidades de terapia intensiva”, agregó el brasilero.
El presidente Bolsonaro ha desafiado continuamente la crisis sanitaria y ha replicado una y otra vez discursos incendiarios: “la factura de los fallecidos tiene que ser enviada” refiriéndose a los alcaldes que impulsaron medidas de aislamiento en sus territorios. “El pueblo sabrá que fue engañado por estos gobernadores y por gran parte de los medios de comunicación en esta cuestión del coronavirus”. En Perú, el segundo país con más infectados en América Latina, las medidas de distanciamiento también se empezaron a levantar como medida de emergencia para salvar los ingresos. El presidente Martín Vizcarra señaló que más de la mitad de la economía estaba paralizada. Por eso planea reanudar la actividad en diferentes sectores, como el minero, para tener alrededor del 90 % funcionando en agosto. De acuerdo con las estimaciones realizadas por el gobierno peruano, la economía del país cayó un 39 % en abril. Además, el laboratorio principal que permite hacer diagnósticos de PCR queda en Lima. En consecuencia, se han empezado a implementar, de forma progresiva, pruebas rápidas para complementar el diagnóstico en regiones de la selva amazónica peruana, como el departamento de Loreto, donde solo se puede llegar por aire o por mar.
Para Rodríguez, esta centralización es un obstáculo en la meta común de todos: diagnosticar la mayor cantidad de casos en el menor tiempo posible. “Esto complica no solo el transporte de personas hasta donde se harán pruebas, sino también el movimiento de insumos que pueden tener afectaciones importantes en este proceso”. En Ecuador, las imágenes de los cuerpos arrojados en las calles de la ciudad de Guayaquil recorrieron el mundo entero. La ciudad portuaria ha confirmado 13.053 casos y 683 muertes por COVID-19 y se convirtió en la más afectada de ese país. El error, según el presidente Lenín Moreno, fue no haber puesto los fallecidos en fosas comunes como lo hicieron otros países.
Frente a las medidas de aislamiento, el país ecuatoriano implementó el sistema epidemiológico del semáforo. Un método que cataloga entre “rojo, amarillo o verde” el estado de los municipios del país. Las ciudades que estén en rojo solo pueden realizar actividades comerciales por pedidos telefónicos o por internet entre las 7:00 a. m. y 10:00 p. m. Por otra parte, los amarillos pueden realizar trabajo presencial, solo en algunas empresas, con un máximo del 50 % de personal. Y en el verde se puede retomar el trabajo presencial con un máximo de 70 % del personal, pero se debe dar prioridad al teletrabajo.
Por su parte, en México, que tiene un total de 2.271 víctimas mortales, las medidas de aislamiento se levantarán el próximo 17 de mayo en los municipios del país donde se registran menos casos. Allí aún no se ha decretado un confinamiento obligatorio. Las autoridades únicamente han persuadido a la población a permanecer en casa el mayor tiempo posible. La ocupación de las camas de hospital es de 31% y la disponibilidad es del 69 %. Los lugares más afectados por el COVID-19 son: Ciudad de México con 6.785 casos confirmados, Estado de México con 4.202 contagiados, Sinaloa con 1.161 y Baja California con más de 1.800. En Chile, el quinto país más afectado de la región, ha marcado un punto diferencial en el panorama que se vive en la región, pues es uno de los lugares de América Latina en los que se han realizado más pruebas. El país espera su pico en mayo y las regiones más afectadas son: Metropolitana, donde se encuentra Santiago de Chile, con más de 14.700 casos; la Araucanía con más de 1.300 casos y Magallanes con más de 800 infectados.
Para Rodríguez, el segundo reto que tiene América Latina es la descentralización del sistema de salud. “Hay países donde, lamentablemente, en un solo laboratorio centralizado a nivel nacional se hacen todas las pruebas, algo que no debería ser”. Ese es el caso de Venezuela, donde las cifras oficiales generan sospechas: hoy por hoy se registran apenas 361 casos confirmados y 10 muertes, muy por debajo del rango de otros países de la región. Julio Castro, infectólogo de la Universidad Central de Venezuela le aseguró hace unas semanas a este diario que en su país se realizan cerca de 140 pruebas diarias, las cuales son procesadas en un solo laboratorio que queda en Caracas. En Colombia, por ejemplo, hay 50. “En el país hay un solo centro en todo el territorio nacional capaz de realizar las pruebas moleculares. Puede que, por ejemplo, en Barinas se haga una prueba, pero esta debe viajar hasta Caracas y luego ser procesada. Esto significa que el resultado puede tardar más de una semana”.
Para Jorge Galindo, los levantamientos progresivos de las medidas de aislamiento tal vez puedan generar un panorama de falsa tranquilidad. “Si la gente lee los datos pueden deducir que hay un poco de ventaja y empiezan a salir más a la calle porque quieren o porque lo necesitan”. Sin embargo, reiteró la importancia de mantener la prudencia en el continente, que desde las primeras semanas se tuvo, y que permitió hoy flexibilizar las normas de confinamiento. “Es momento de mantener esa prudencia en mente y las autoridades deben medir absolutamente todo lo que puedan. Para mí es fundamental tener muy claro que el aislamiento ha sido lo que ha facilitado que la pandemia no se acelere más en la región”.
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