La mayor operación de GSK desde que Emma Walmsley se convirtió en presidenta ejecutiva en 2017 se da tras la decisión de la farmacéutica británica de abandonar la carrera para comprar el negocio de cuidado del consumidor de Pfizer, poniendo en peligro un intento de la empresa estadounidense por vender una división que le generaría US$ 20.000 millones.