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El trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Harvard (EE UU) y la Universidad Tecnológica de Chemnitz (Alemania), muestra que los callos en los pies protegen las plantas de las personas que andan descalzas, todo ello sin comprometer la sensibilidad ni la marcha.
Cientificos detectaron que el 100% de los niños que tenían un tipo de pie pronado se relacionaba con protrusión de mandíbula