La sangre que usaron provenía originalmente de un banco de sangre de cordón umbilical privado en Tsukuba, prefectura de Ibaraki, que cayó en bancarrota en 2009.
Los sospechosos supuestamente violaron la ley que exige que las terapias de células madre sean notificadas con anticipación al Ministerio de Salud, excepto para el tratamiento de unas cuantas enfermedades designadas, tales como la leucemia.