Èsta se caracteriza por un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales y frutos secos, un consumo moderado de lácteos, pescado, pollo y huevos, y un bajo consumo de carnes rojas y procesadas.
Dos nuevos estudios vuelven a probar el valor para la salud de la dieta mediterránea. Realizados en personas con diabetes tipo 1, los expertos apuntan unos hábitos más saludables en estos pacientes y señalan la necesidad de promover las mismas conductas en la población general.
Los diabéticos tienen mayor riesgo de desarrollar fragilidad, que es una situación caracterizada por un estado de vulnerabilidad a factores desestabilizadores.