Algo se atoró en la compra consolidada de medicamentos de México
Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Resulta que la anunciada compra consolidada de medicamentos no se ha logrado concluir como todos creíamos, o como creía la gran mayoría que entendió que ese proceso ya estaba finiquitado desde que se anunciaron en enero los ahorros alcanzados.
Pues no está terminada. Al menos no en lo relativo a la compra de medicamentos de fuente única, que abarcan los fármacos de patente pero también muchos otros casos de medicamentos que tienen único oferente —con exclusividad de venta o posición dominante en el mercado— y por tanto son adquiridos a precios mucho más elevados, y representan la mayor proporción de gasto en este rubro.
La adquisición que sí se terminó por completo en diciembre fue la compra consolidada de medicamentos genéricos para los cuales sí existen múltiples oferentes. No sabemos si es a lo que se refirieron los ahorros anunciados por más de 3.300 millones de pesos (US$ 164,7 millones) en enero pasado.
Es algo que no queda totalmente claro, porque el proceso para la adquisición pública de medicamentos y otros insumos para la salud no se ha sabido explicar, con todo y que sí ha habido esfuerzos para negociar en bloque y estrategia para hacerlo de manera más eficiente.
La Comisión Negociadora se conformó en el 2008 para la compra de medicamentos protegidos con patente, que por tener exclusividad de venta son a veces demasiado costosos. En el 2012 se ajustaron sus reglas para incluir también la compra de todo tipo de medicamentos de fuente única. Esta Comisión no la lleva el IMSS, sino la Secretaría de Salud, específicamente la Subsecretaria de Administración y Finanzas que lleva Marcela Velasco, pero en los hechos el IMSS sí concreta la compra mediante la firma de contratos de adquisición con cada uno de los proveedores. En este caso se firma con los distribuidores —como Ralca, Maypo, entre otros— que fungen como representantes de las farmacéuticas fabricantes que no tienen opción de vender directamente sus productos terapéuticos.
El problema en las últimas semanas es justamente que se retrasó la firma de dichos contratos. No se conocen realmente las causas, pero el problema empezó a salir a la luz a partir de quejas de pacientes de distintas partes de la República a quienes les eran negados sus medicamentos en IMSS e ISSSTE.
Las asociaciones de pacientes se han manifestado en redes sociales y de todas las formas posibles, destacando que los medicamentos faltantes eran precisamente los de última generación, para enfermedades complejas o para pacientes en situación delicada, algunas veces en situación de vida o muerte.
Particularmente la agrupación Red de Acceso, aglutinadora de las asociaciones más empoderadas y capacitadas, fue investigando las razones por las que había carencia de dichos medicamentos y encontró que se debía a los retrasos en la firma de contratos. Sus dirigentes, entre ellos Luis Adrián Quiroz —del grupo de pacientes de VIH, los más aguerridos— están muy disgustados porque perciben que las autoridades les han dado la vuelta y les negaban que había retrasos en la firma de contratos, pero al final el instituto terminó reconociéndolo.
Sabemos que hay un compromiso de parte del IMSS de que esta semana quedan suscritos los contratos de todas las terapias. Pero fuentes cercanas al proceso calculan que falta como 60% de firma de contratos concentrados, sobre todo en diferentes tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes, artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, psoriasis, hemofilia, fibrosis quística y diabetes.
Con todo esto, las agrupaciones ahora exigen se hagan públicos los contratos retrasados porque, aseguran, en realidad no hubo gran cambio en las versiones finales, de modo que su percepción es de acciones retardatarias sin razón que sólo afectaron a los pacientes.
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