Argentina: Colorean salas pediátricas para ayudar a los niños
La iniciativa, de un grupo de arte independiente, se basa en la idea que los ambientes coloridos y luminosos ayudan a la recuperación de los niños.
Télam. El grupo "Arte que ayuda a curar" está formado por voluntarios solidarios reunidos por un proyecto que surgió con el fin de dibujar, pintar y convertir los espacios de salud pediátrica en lugares "amigables" para los pequeños pacientes.
"Un niño no deja de ser niño cuando va a curarse", afirmó en diálogo con Télam la inspiradora de la iniciativa, Elizabeth Aguillón.
Junto a sus compañeros de pinceladas, Aguillón llegó el último fin de semana al hospital mendocino Teodoro Schestakow de San
Rafael, donde transformaron en sitios alegres y coloridos llenos de estridentes figuras animadas, los pasillos blancos y largos de las salas de Pediatría y la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica.
"Esto no tiene nada que ver con lo decorativo sino con herramientas de recuperación", definió Aguillón, quien comenzó el movimiento tras la experiencia de haber tenido a su hijita internada en terapia.
La artista dijo que "los estudios han demostrado que la luz y el color influyen en las personas provocando reacciones en su estado físico y emocional: con esto tratamos de que los chicos estén más contenidos, que las figuras los distraigan y así se facilite también la tarea de enfermeros y médicos".
"Arte que ayuda a curar" es una organización sin fines de lucro fundada en 2014 en Rosario, que ya dejó su impronta en hospitales de Santiago del Estero, Chaco, Santa Fe y, actualmente, el sur de Mendoza.
"Buscamos la transformación de esos espacios fríos de mármol o azulejos blancos hasta el techo en un ambiente donde el niño se siga sintiendo niño, se aleje del estrés y se pueda recuperar. Es aplicar el arte como herramienta de solidaridad", dijo la artista.
Los rosarinos llegaron al hospital público de San Rafael gracias a la gestión de una médica del lugar y pintaron los pasillos, el mobiliario y unos paneles que ahora se fijaron al techo de la sala de Terapia Intensiva con la colaboración de más de un centenar de jóvenes que se acercaron a pintar colectivamente.
Carla Amezcua y Sofía Hernández, ambas de 18 años y estudiantes del Magisterio, se enteraron de la búsqueda de voluntarios en la facultad y no dudaron en ir a ayudar "para que los chicos enfermos se sientan mejor y no vean todo triste que los deprima".
Previamente, los integrantes del grupo dibujan bocetos de las figuras animadas, les aplican una base abrasiva y luego los voluntarios se organizan por turnos para pintar, compartiendo pinceles y colores.
Castillos, jirafas, extraterrestres, flores, soles y otras figuras le ganan la batalla visual al ambiente frío y quizá hostil del hospital, con el deseo de acompañar los tratamientos y la pronta recuperación de los chicos.
"Sabemos que la medicina es diagnóstico y tratamiento, pero también (sabemos) que en el medio hay algo que no se ve, que es el espíritu; y una persona cuando está mejor contenida puede tener una recuperación más rápida", aseguró Verónica Cordone.
El equipo de profesionales avala el movimiento, en la certeza de que hace falta un cambio en los ámbitos de salud, que tenga en cuenta de que el niño no deja de ser niño cuando va a curarse: "el arte no cura pero es complemento", aseguran.
La actividad que realizan es totalmente gratuita y autosustentable, y para comprar los materiales venden rifas y bolsas ecológicas, imanes y prendedores, con la idea que el proyecto se contagie.
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