Concepción Pérez, especialista española: "La enfermería es una pieza clave en el tratamiento del dolor tanto agudo como crónico"

Jueves, 07/07/2016

La jefa de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de La Princesa asegura que es necesario formar a los profesionales de las instituciones en este tema y detalla la organización hospitalaria que hace falta para ello. 

Juan Toro/ Cluster Salud. Cuando la Doctora Concepción Pérez, jefa de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de La Princesa, en Madrid, España, comenzó a hablar en la última Jornada sobre el Manejo de Dolor Crónico en Santiago, Chile, dijo que las primeras diapositivas de su presentación eran de hace 15 años. Esto no fue por comodidad, sino porque el dolor crónico y agudo siguen siendo considerados un síntoma y no una enfermedad.  Hay cosas que no han cambiado.

Estas diapositivas que han recorrido múltiples charlas, y que esta vez presentó en el contexto del evento realizado por Grunenthal Chile, Pérez las ha utilizado para explicar algunas de las dificultades que se presentan desde hace décadas para tratar el dolor agudo: Que es solo un síntoma, que la analgesia dificulta el diagnóstico, el miedo a la adicción a los opiáceos y los efectos secundarios.

El dolor agudo es un dolor que puede comenzar gatillado tras una cirugía o por una enfermedad y, de ser mal manejado, puede convertirse en crónico. Hablando en cifras, el dolor crónico es definido como aquel que dura más de tres meses, aunque los especialistas insisten en que esto no refleja todos los niveles que esta enfermedad afecta en la vida de las personas. La Organización Mundial de la Salud cambió su enfoque al respecto, y dejó de considerarlo un síntoma, para abordarlo como otra enfermedad. Se estima que en América Latina, 98 millones de personas sufren de este tipo de dolor. Para Pérez el punto está en evitar que los pacientes lleguen a la cronicidad.

-¿Cómo se puede prevenir el dolor crónico?

- Es difícil, porque no existe una formación reglada de dolor durante la carrera, ni en enfermería ni medicina. Esto hace que la gente no sea consciente de lo importante que es evitar la cronicidad y de los rasgos que tiene asociados. La prevención es una tarea un poco titánica que está relacionada con la formación dentro del hospital. Nosotros, por ejemplo, lo que tenemos es un comité de atención al dolor que es multidisciplinar, donde hay gente de todas las especialidades, desde oncología, traumatología, cirugía, medicina interna.

El sistema que maneja el Hospital Universitario de La Princesa, funciona con reuniones, donde cada especialidad da alerta de sus pacientes con comorbilidades: “Se hacen tareas tanto de sensibilización, que es importante, para la población general, para la población médica y sanitaria y se van haciendo diferentes planes estratégicos en diferentes líneas”. Pérez explica que una de estas líneas es la de sensibilización del personal sanitario y pacientes, haciendo actividades para ello, otra es la formación tanto de pacientes como de personal sanitario y otra es la investigación.

-¿Es preferible educar al personal de un hospital o establecer una unidad del dolor?

- Lo más importante es educar, pero la educación tiene que estar a cargo de alguien, alguien que esté concienciado con el problema. Ese es el problema. Si no tienes personal involucrado, o con la responsabilidad de controlar, organizar o seguir el dolor agudo postoperatorio, no hay nadie que tome la responsabilidad. Cuando no hay un cabeza visible o alguien que tiene que responder por como funcione esto, pues todos tenemos muchas cosas que hacer y se diluye. No sé si es el concepto es una unidad de dolor agudo o el concepto es tener una cabeza visible responsable dentro del hospital que sea capaz de difundir y de organizar todo eso, pero al fin y al cabo es lo mismo. Llámalo como quieras, tiene que haber una organización visible que tenga la responsabilidad de organizar el dolor, el tratamiento y el seguimiento de los pacientes, de tal manera que el departamento es responsable de la formación de todos.

La Doctora explica que en cada hospital será diferente, pero destaca que lo importante es establecer los mecanismos que permitan tratar a los pacientes con un personal formado. Lo importante, para ella, es que se sepan identificar los casos  que necesitan un tratamiento del dolor, qué medicamentos utilizar, qué efectos secundarios tendrán y en qué orden aplicarlos. Esto es un proceso, que debería aplicarse planta por planta: “Lo que recomiendo, por lo menos como lo hicimos nosotros, fue empezar por diferentes plantas. No se puede hacer una implementación como el desembarco de Normandía, lo ideal es que vayas a una planta, la que tenga mayor prevalencia de dolor y estudies si se mide o no se mide el dolor y cómo se trata”.

-¿Con qué debe contar idealmente una unidad de dolor?

-La situación es un poco distinta si es de dolor agudo o dolor crónico. Yo creo que una unidad de dolor agudo debe contar con personas esenciales, el anestesista, el cirujano y la enfermera. Independientemente, eso no va por orden de importancia. Los he dicho en ese orden, porque el anestesista lo va a ver en el preoperatorio y determinará qué técnica anestésica se va  hacer, qué analgésica en el intraoperatorio y en el postoperatorio. El cirujano debe planificar qué tipo de cirugía se hará y la enfermera tendrá la responsabilidad de ese paciente durante todo el proceso.

Siguiendo este procedimiento, la doctora Pérez dice que hay mejores probabilidades de detectar aquellos pacientes con mucho riesgo de cronicidad. Esto implicaría no solo salvar a un paciente de una vida con dolor crónico, sino que ahorrar gastos innecesarios de mucho personal dentro de una unidad que no  sería utilizada.

Sin embargo, cuando hablamos de dolor crónico las cosas cambian. “En una unidad del dolor crónico debe haber por lo menos un anestesiólogo. Es ideal que haya algunos otros profesionales como neurólogo o médico de atención primaria, fisiatra, diferentes especialidades porque el dolor es absolutamente transversal y caben muchas especialidades. Un psicólogo es fundamental, es una pieza clave en las unidades del dolor. Por supuesto también es ideal que haya un trabajador social, porque el aspecto social del paciente, de discapacidad no la manejamos igual nosotros que los trabajadores sociales. Yo creo que eso es fundamental. Otras cosas ideales son tener un fisioterapeuta para mejorar el abordaje integral, aunque en España eso es muy difícil por temas de competencia”.

-¿Siempre es recomendable manejar las unidades por separado?

-No. El problema de las unidades de dolor agudo y crónico juntas es de infraestructura. El dolor crónico es una enfermedad y se maneja diferente. Mientras, el agudo es una situación temporal y, si todo va bien, pues que se va a resolver. Puedes manejarlas juntas o separadas, pero no debes por manejar una, dejar la otra. Depende un poco de las necesidades del paciente, pero una unidad del dolor agudo va a  tener, entre comillas, pocos costes, mientras que una del dolor agudo va a tener altos costes tanto del personal como de muchas veces de terapias. Digamos que curiosamente, eso no quiere decir que no haya que poner unidades de dolor crónico o agudo, pero los resultados y las necesidades de personal son distintas, pero pueden ser perfectamente manejadas por la misma persona sin ningún tipo de problemas.

-¿Qué opina de la valoración que se le ha dado últimamente a la enfermería?

- Yo creo que la enfermería es fundamental. Es una pieza clave en el tratamiento del dolor tanto agudo como crónico y en mi unidad el alma es mi enfermera, porque es una persona con mucha capacidad humana evidentemente. Con mucha formación, porque no se nos olvide que deben estar formadas, sino es un desastre. Y con los pacientes habitualmente tienen muy buena comunicación y eso es clave. Asumir muchas responsabilidades mejorando el abordaje del paciente, creo que es una pieza fundamental. Necesitamos formarles igual que se forman los médicos.

Aún estableciendo unidades de dolor crónico o agudo y formando a los profesionales de una institución, el problema del dolor debe entenderse y tratarse de manera temprana. La media de un paciente que llega a una unidad del dolor es de nueve años: “Claramente deberíamos tener un estándar de derivaciones de qué pacientes deberían llegar precozmente. Un  paciente con dolor oncológico que no responde totalmente es precoz y lo vemos en el día, un paciente con un dolor neuropático es un paciente que hay que verle en 48 horas o uno con determinadas características y son polimedicados, deben ser valorados precozmente”, explica Pérez.

De acuerdo a los datos expuestos por la doctora, la prevalencia del dolor agudo en un hospital es del 84%, siendo mayor en pacientes quirúrgicos. Pero medir esto es difícil, ya que no todos los lugares miden el dolor, y los que lo hacen no siempre es de la misma manera: “Es muy difícil encarar un problema si no lo mides y no lo registras”.

 

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