Dolor crónico costaría como mínimo US$834 millones anuales al Estado chileno
Este costo supone aproximadamente el 5% del total del presupuesto del Sistema Nacional de Salud para el año 2016, y el 0,32% del Producto Interno Bruto total de Chile, una comparación que en Europa alcanza entre el 1 y el 3% del PIB.
Juan Toro, Cluster Salud. El dolor crónico afecta en muchos niveles. El más importante, la vida de quien lo padece. Pero también afecta la salud de una economía, ya que no es menor la cantidad de dinero que se debe destinar a su tratamiento, los días de trabajo perdidos por licencias médicas que se suman durante los días en que se intensifica el dolor del paciente. De acuerdo a un estudio de la Universidad Católica, en Chile el costo de la enfermedad es de, al menos, US$834 millones anuales.
En el contexto de la última Jornada sobre el Manejo de Dolor Crónico organizada por laboratorio Grunenthal, en Santiago de Chile, Constanza Vargas, investigadora de la Universidad Católica y especialista en estudios de coste-eficiencia y evaluaciones económicas en salud, y una de las autoras del estudio, aseguró que establecer el costo de estas enfermedades es clave, ya que de su cálculo surge la estrategia en que se priorizan las enfermedades en el sistema de salud público.
"Nadie podría decir que en Chile se toman las decisiones en base a ciertos parámetros, porque no existe un proceso trasparente y que sea conocido por la población sobre cómo se toman las decisiones", aseguró Vargas. Pero matizó que en 2005, cuando se dio a conocer el plan Auge, sí existía un criterio explícito sobre cómo se determinarían las enfermedades prioritarias del país. Estos parámetros eran la carga por enfermedad y el gasto de bolsillo.
De acuerdo a Vargas, hasta el momento no existían estimaciones nacionales de cuánto cuesta el dolor crónico al Estado de Chile. Para encontrar una cifra, los investigadores hicieron un estudio de costo-consecuencia, utilizando la base de datos de costos del sistema público y centrándose específicamente en los dolores crónicos musculo-esqueléticos.
En Chile, el plan Ges, anteriormente conocido como Auge, del sistema público, tiene una cobertura de problemas de salud que representan el 75% de la carga de enfermedad del país. Para establecer las enfermedades de dolor crónico más relevantes, los investigadores consultaron con la Asociación Chilena de Estudios del Dolor, determinando seis problemas específicos: artrosis de rodilla, artrosis de cadera, lumbago, síndrome de hombro doloroso, dolor miofascial, fibriomialgia. Aunque esta última no es un problema de salud musculo esquelético, se incluyó porque aunque su origen está en el sistema nervioso central, origina dolor y se manifiesta como dolor crónico musculo-esquelético.
Como parte del impacto del dolor crónico en los pacientes, el estudio consideró consecuencias sanitarias y no sanitarias. Dentro de este universo se considera la discapacidad asociada, la depresión y la ansiedad: "pero como no es sólo un problema de salud, se hace necesario mirar otros aspectos, como lo que tiene que ver con la productividad laboral y pérdida de días laborales", advirtió Vargas.
Sólo en Chile el dolor crónico, no oncológico, es una enfermedad que sufren a diario más de cinco millones de personas. De esta cifra, 1,2 millones lo sufren de forma severa.
De acuerdo al estudio realizado por Vargas y sus compañeros, el dolor crónico musculo-esquelético, circunscrito a estas seis dolencias, tiene un costo de US$834 millones anuales. Este coste supone aproximadamente el 5% del total del presupuesto del Sistema Nacional de Salud para el año 2016, y el 0,32% del Producto Interno Bruto total de Chile, una comparación que en Europa alcanza entre el 1 y 3% del PIB.
En la artrosis de rodilla, el costo es de US$228 millones; para la artrosis de cadera US$71,9 millones; US$47,9 millones para la fibriomialgia; US$187 millones para tratar el hombro doloroso; US$267,9 millones para el lumbago y US$ 38,9 millones para el dolor miofascial.
La mayor parte del costo se atribuye al manejo terapéutico del dolor, donde un aspecto clave son las consultas médicas, el tratamiento quinésico y las hospitalizaciones. Aunque una parte importante del tratamiento del dolor crónico son los medicamentos, donde el uso de opiáceos es recomendado para diferentes dolores, aunque temido por su posible adicción y altos costos. El tratamiento farmacológico se lleva sólo 5% de los costos del manejo del dolor crónico.
Sin embargo, Vargas aclara que estos costos son una estimación que se quedó corta: "No pudimos estimar la pérdida de productividad laboral y no pudimos considerar, por ejemplo, las consecuencias como el presentismo laboral, la gente que va a trabajar, pero es menos productiva, a pesar de estar presentes. Tampoco pudimos cuantificar el retiro adelantado de la fuerza laboral, la gente que a los 50 años se retira por esta causa". Estos factores son relevantes, considerando que en enfermedades como el lumbago la mayor carga ocurre cuando las personas siguen estando en edades productivas, alrededor de los 40 años, aunque esto no se aplica a la artrosis de cadera, que suele presentarse sólo en pacientes mayores.
La base de datos que los investigadores utilizaron para establecer los costos de las enfermedades es la misma que el sistema público utiliza para determinar los costos de los hospitales públicos, pero más que una garantía, esto presupone un problema para la cifra final, a juicio de Vargas: "Hay consenso en que estas bases subestiman los costos. De hecho la gran deuda hospitalaria se debe un poco a que la base de datos no representa el costo real de las prestaciones y en base a eso hicimos el costeo. Por lo tanto, este calculo es lo mínimo que cuesta el dolor crónico, relacionado a sólo seis problemas de salud".
Al trasladar el costo al estudio de carga de enfermedad, realizado en 2008 en Chile, el lumbago tendría el primer lugar de prioridad, por sobre los problemas que hoy en Chile son prioritarios (donde hay enfermedades como la depresión). Al mismo tiempo, todos los demás problemas evaluados en este estudio también entrarían en la lista de prioridades, según las cifras encontradas.
"Ahora tenemos que ver 'nuestro bolsillo' y ver si tenemos efectivamente recursos para financiar... aunque falta algo más: si no existe la voluntad política, la decisión de cobertura se queda en los análisis", destacó Vargas.
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