Desarrollan nuevo modelo diagnóstico para el trastorno por déficit de atención
Este trastorno plantea dificultades entre los profesores y estudiantes tanto en la docencia como en el aprendizaje.
SINC. Científicos de la Universidad de Oviedo han descrito un nuevo modelo de diagnóstico para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) que mejora el existente, resulta más económico, y redundará en una mejor intervención y tratamiento de los niños afectados.
Este nuevo método ha sido ideado por el grupo de investigación ADIR, de la Facultad de Psicología, que llevaba más de siete años trabajando en su desarrollo. El estudio, iniciado por el catedrático Luis Álvarez, ya ha sido concluido y acaba de ser publicado en la revista Frontiers in Psychology.
Los autores recuerdan que el TDAH es un condicionante muy importante en el rendimiento escolar para los niños y adolescentes que lo padecen. En la práctica, este trastorno plantea dificultades entre los profesores y estudiantes tanto en la docencia como en el aprendizaje.
El trabajo contó con la participación de 499 niños de edades comprendidas entre los 6 y los 14 años. La mitad presentaba un diagnóstico clínico de TDAH y la otra mitad, no. Los resultados obtenidos de la comparación de ambos grupos han permitido definir un nuevo modelo de evaluación diagnóstica más fiable y objetivo, además de avalar la tesis más actual según la cual, en lugar de hablar de subtipos de TDAH, habría que referirse a categorías diagnósticas diferenciadas.
Celestino Rodríguez, profesor del departamento de Psicología, señala que el TDAH se caracteriza por una sintomatología clínica asociada a un modelo de baja activación cortical que dificulta la realización de tareas exigentes.
Diferencias entre grupos
Los investigadores han medido esta activación cerebral con técnicas no invasivas y novedosas, que evalúan la oxigenación o fluidez sanguínea y las ondas beta y zeta del cerebro. El estudio ha revelado diferencias en los estudiantes con y sin TDAH a la hora de ejecutar tareas monótonas durante un periodo de 20 minutos.
Rodríguez añade que los resultados apoyan la idea de que los alumnos con TDAH tienen una activación cerebral y una fluidez sanguínea en el córtex prefrontal más baja que los que no padecen este trastorno. Además, dentro del grupo con TDAH se han detectado diferencias entre aquellos que sufren déficit de atención y los que presentan hiperactividad o impulsividad.
En el TDAH, subraya el experto, “nos encontraríamos con categorías diagnósticas diferentes, con déficits diferentes, lo que resulta muy importante a la hora de decidir la intervención y el tratamiento”.
Los autores apuntan que, pese a que el diagnóstico de TDAH no es sencillo, el trabajo ahora publicado tiene implicaciones claras. “No solo hay que saber si el niño se concentra bien y hace correctamente las tareas, hay que conocer además si tiene capacidad para hacerlo (activación cerebral) para descartar que las dificultades sean motivadas por problemas de conducta o desmotivación. Si no tienes músculos es difícil levantar peso”, comenta Rodríguez, a modo de ejemplo.
Otra ventaja de los resultados obtenidos reside en que las técnicas utilizadas para acotar el diagnóstico no son tan caras y extensas como la neuroimagen o el escáner. La evaluación en los niños que participaron en la investigación se llevó a cabo en apenas media hora.
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