El exceso de felicidad puede desencadenar una miocardiopatía
Investigadoras confirman la existencia del reverso del “Síndrome del Corazón Roto”. Se trata del “Síndrome del Corazón Feliz” y suele afectar, mayormente, a mujeres postmenopáusicas.
Rodrigo Lara Serrano. Cierto ideal, digno de happy ending de hollywoodense, promueve que los años de la tercera edad estén repletos de momentos felices: cumpleaños multitudinarios, visitas sorpresivas de nietos cariñosos, gloriosas finales de campeonatos en que el equipo de los amores se queda con la copa, jolgoriosos premios en juegos de tragamonedas, la boda de aquel hijo que parecía un solterón irremisible, la reunión con las amigas de la escuela a las que no se ve hace medio siglo, aquellas vacaciones soñadas en uno de los resorts de Francis Ford Coppola en Belize, etc, etc.
Tal vez no sea una buena idea.
Un estudio de un equipo de investigadores del corazón ha confirmado la existencia del “Síndrome del Corazón Feliz”, espejo espejo del conocido “Síndrome del Corazón Roto” o STT (Síndrome de Takotsubo). En términos no médicos puede describirse como un cambio súbito de la forma física del corazón producto de una emoción negativa. En términos médicos se trata de una miocardiopatía no isquémica en la cual se produce un repentino debilitamiento temporal del miocardio. Con frecuencia, este último produce un abultamiento de la punta del ventrículo izquierdo con una hipercontractilidad de la base del ventrículo izquierdo, característica que le otorga al síndrome el curioso nombre de “tako tsubo” que, en japonés quiere decir “trampa de pulpos”, en referencia a un aparato que, con esa forma, usando los pescadores en Japón, lugar donde el síndrome fue descrito por primera vez.
Según Jelena R. Ghadri (Departamento de Cardiología del h) y Annahita Sarcon (Escuela de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California) hasta ahora se pensaba que, justamente, el STT afectaba “predominantemente a mujeres posmenopáusicas”, desencadenándose por una situación de stress emocional o físico, como la muerte de seres queridos.
La novedad es que, ellas y el equipo adjunto, comenzaron a advertir la existencia de casos en que estos estresores negativos estaban ausentes y, por el contrario, la persona admitida en el hospital indicaba que había estado viviendo una situación feliz.
Tras analizar datos de 1.750 pacientes, de nueve países, diagnosticados STT, seleccionaron un subgrupo 485 pacientes en los cuales el origen emocional de la patología era innegable. De éstos, un 95,9% habían sufrido hechos negativos, pero resultó que en el 4,1% restante los hechos desencadenantes eran positivos.
¿Por qué y cómo ocurre esto? En el trabajo, las investigadoras indican que “las emociones positivas modulan la respuesta del sistema nervioso autónomo en un grado similar que las emociones negativas, que -a su vez- alteran el ritmo cardíaco, la resistencia vascular periférica y la presión de la sangre. Sin embargo, existen resultados contradictorios sobre el impacto de las emociones positivas en las enfermedades cardiovasculares. A largo plazo, las emociones positivas se han asociado con un riesgo reducido de enfermedad cardiovascular, mientras que otros han demostrado que también pueden provocar un síndrome coronario agudo”. Sucede que “las emociones positivas pueden resultar no sólo en un aumento de la activación del sistema nervioso simpático, sino también en un aumento de la actividad del sistema nervioso parasimpático”. Que las emociones pueden jugar un papel tan poderoso en un corazón sano lo muestra el que, “curiosamente, la probabilidad de sufrir un evento cardiovascular en el cumpleaños propio es 27% más alto que en cualquier otro día del año”.
Ghadri lanza una hipótesis a investigar: “Creemos que STT es un ejemplo clásico de un circuito complejo de retroalimentación entrelazados que abarca los estímulos psicológicos y/o físicos dentro del cerebro que, posteriormente, afectan el sistema cardiovascular. Tal vez, ambos eventos, los felices y tristes de la vida, mientras que son inherentemente diferente en su naturaleza (psicológica), comparten una vía final común en su procesamiento en el sistema nervioso central y de salida, que en última instancia puede desencadenar STT”. Así, claramente, se justifica la investigación futura para investigar esta posibilidad y delinear los mecanismos exactos que subyacen a las dos variantes del corazón “roto” y “feliz””.
Mientras tanto, la próxima vez que su marido aparezca con ese par de pasajes para las vacaciones tan largo deseadas en aquel paraíso tropical isleño, de inmediato piense en cómo odia preparar las maletas; en que él, que es un vago en las cosas de la casa, no la va ayudar a hacerlas; en que las islas en cuestión están llenas de malditos mosquitos que cada vez transmiten más enfermedades raras y que las lociones contra esos bichos, al parecer, salen más caras que las cremas antiarrugas; las cuales, por qué no decirlo, no le han quitado ninguna arruga. Pero, en fin, habrá que ir no más.
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