¿En qué lugar prefieren morir los enfermos terminales?
Un estudio de la Universidad de Cambridge pone en duda la creencia de que los pacientes prefieren vivir sus últimos minutos en su hogar.
La respuesta científica a la pregunta de dónde prefieren morir las personas parece ser una sola: falta información. Así lo deja ver un estudio de la Universidad de Cambridge, fundado por el Instituto Nacional de Investigación de Salud del Reino Unido, un territorio en el que foco siempre ha estado en permitir que los pacientes terminales pasen sus últimas horas en su hogar.
La investigación consistió en una revisión sistemática de 61 estudios anteriores sobre las preferencias de los adultos para un lugar en el que morir. La conclusión principal es que, si se consideraba las respuestas sin preferencia -es decir, aquellas donde los participantes no tenían una opción definida, no querían o no podían comunicarla-, el escenario se vuelve mucho más incierto.
Los investigadores hallaron que en muchos de los reportes, una proporción no menor de participantes no habían marcado una preferencia. Tras ello, según la publicación en la revista Plos One, podría estar la dificultad de los cuidadores y profesionales de la salud de hablar con sus pacientes sobre el final de la vida. No obstante, también podría estar la razón de que no había una preferencia que comunicar. Sin importar la razón, los autores del estudio señalan que la exclusión de las preferencias no marcadas abulta el peso relativo de las preferencias marcadas.
Sarah Hoare, estudiante de posgrado del Instituto de Salud Pública de Cambridge y primera autora del estudio, manifestó que "nuestra revisión ha mostrado que hay una cantidad importante de información ausente sobre las preferencias de un lugar para morir. No sabemos qué lugares, si es que hay alguno, prefieren estas personas, por lo que debemos ser cuidadosos al decir que la mayoría de los pacientes prefieren morir en sus hogares".
Si las encuestas al público general tienden a mostrar una preferencia para morir en el hogar, hay una mayor diversidad entre pacientes y familiares que reportan las preferencias de los pacientes. Para estos grupos, la información ausente era tanta, que no era posible decir qué proporción prefería el hogar.
Los investigadores creen que las diferencias entre el público en general y el paciente podría explicarse por la forma en que se recolectaron los datos. Por ejemplo, la información entregada sobre el público en general provenía de encuestas amplias, mientras la de los pacientes se obtenía en sus registros médicos.
El doctor Stephen Barclay, autor senior del estudio, añadió que "la falta de información tiene implicancias mayores para la práctica clínica. Necesitamos saber por qué las preferencias de los pacientes no se han registrado. ¿Es porque no tienen una preferencia, lo que debería registrarse como una opinión legítima? ¿O refleja la dificultad de los profesionales de la salud para conversar sobre este tema sensible, y, por ello, no se le ha dado la oportunidad al paciente de comunicar su preferencia?".
Aunque el estudio no ofreció una respuesta clara sobre el lugar de muerte preferido por las personas, sí permitió descubrir falencias en la recolección de información y desmitificar la presunción de que la mayoría prefiere una muerte en el hogar.
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