Enfermedades crónicas en América Latina: cómo contener a la Nueva Mayoría Silenciosa

Viernes, 18/03/2016

Acceder a las decenas de millones de enfermos sin diagnosticar o al borde de sufrir un mal persistente es una tarea que supone un cambio en las estrategias público-privadas de prevención.

Las enfermedades infecciosas en América Latina se están convirtiendo rápidamente en una cosa del pasado. Las más difíciles de doblegar, como es el caso del sida la tuberculosis y la malaria, ya dan cuenta de menos del 10% de las muertes en la región.

Las enfermedades crónicas, por otra parte, son las principales causas de deceso en los países en etapas avanzadas de la transición epidemiológica tales como Chile, Argentina México Brasil y Uruguay.

Se espera que otros países de la región sigan este camino, elevando de esta manera el gasto en este tipo de males en toda latinoamérica.

El problema es que estas enfermedades no transmisibles (ENT) suponen una gran presión sobre los recursos de atención médica, los que deben ser ofrecidos, a quienes las sufren, de manera regular y significan equipos y tratamientos altamente sofisticados. Esto último es particularmente cierto cuando se considera a los grupos de mayor edad y las complicaciones de salud que ellos tienen.

Con una base geriátrica creciente, estos factores se suman unos a otros, realzando así el desafío asociado con las enfermedades crónicas, porque los pacientes continúan buscando los tratamientos que implican cuidados de largo plazo que les proveen mayor alivio o expectativa de vida. En este contexto, los niveles de insatisfacción con los sistemas públicos de salud es de tal envergadura que muchos buscan fuera de ellos estos servicios y necesitan financiarlos con pagos de sus propios bolsillos.

Los proveedores de cuidado privados y los abastecedores de equipamientos pueden capitalizar esta tendencia fortaleciendo su presencia en mercados claves. La razón es que la prevención y el estímulo de la toma de conciencia son las estrategias principales para combatir las enfermedades crónicas y, obviamente, los sistemas de salud públicos han estado buscando enfocarse en estas actividades para maximizar los retornos de los gastos financiados a través de los impuestos de los contribuyentes.

En esta línea, los programas de atención en forma de eventos sociales y esfuerzos de colaboración internacionales han tenido éxito. En 2014, por ejemplo, el Día Mundial de la Diabetes en la Ciudad de México fue un modelo ejemplar del tipo de prevención que la región necesita. Envolviendo a más de 15000 personas, la Fundación Internacional de Diabetes, impulsó el objetivo de educar a la población local sobre estilos de vida y servicios proporcionados, como también mediante test simplificados de azúcar en la sangre, talleres de cocina saludable y enseñanza de ejercicios.

La región está madura para eventos similares de sensibilización y de recaudación, como podría ser un Día Mundial de la Hipertensión. Puede concluirse que los programas de sensibilización se mantienen como una forma rentable de gran fuerza en la población en riesgo, para evitar llegar a tratamientos sofisticados de gestión de las enfermedades crónicas.

La clave para lograr su éxito es empoderar a las comunidades locales y asegurar que se logre el alcance adecuado en las poblaciones de quienes no son conscientes de estar en los grupos de riesgo, centrándose en promover actividades que atraen al público y ofrecen beneficios tangibles para la salud. Éstas, diseñadas de manera adecuada, pueden potencialmente sacar a luz a una gran cantidad de pacientes sin diagnóstico o sin conciencia sobre los peligros que sufren y, significativamente, prevenir futuros costos de salud mucho más altos.

De acuerdo al Atlas de la Diabetes se estima que hay 392 millones de pacientes cerca de enfermarse
en América Latina, los que son parte de un foco para el cual se pueden diseñar programas de alto impacto de toma de conciencia y prevención.

Las aplicaciones de entrenamiento para la salud o health coaching, y las tecnologías portátiles o wereables, pueden trabajar en conjunto con la prevención y se espera que continúen expandiéndose hasta 2025. Ello porque las encuestas muestran que los consumidores están dispuestos a llevar estilos de vida más saludables y que utilizarán las tecnologías portátiles como una manera de ejercitarse de forma más inteligente, comer más sano y tener un seguimiento más adecuado de su historial médico.

A medida que los consumidores latinoamericanos sigan impulsando la adopción de los móviles, la forma de la toma de conciencia en las campañas de sensibilización puede provenir de este componente tecnológico.

Puede citarse, en apoyo de lo anterior, que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha creado aplicaciones para teléfonos inteligentes y cursos en línea para ofrecer información práctica utilizada en la gestión de salud de la población. Tal progreso tecnológico hará que los programas de divulgación más eficaz que nunca.

Para concluir. La conciencia es la piedra angular de la prevención. Pero lo más importante es que los pacientes en situación de riesgo se empoderan a través de la comprensión. Entonces, actividades relacionadas con la prevención ayudarán a contrarrestar la aparición de enfermedades crónicas, a través del poder de la información, promoviendo así la detección precoz y la mejora de la calidad de vida. Y tales actividades también aliviarán algunos de los gastos no menores asociados a los síntomas agudos de enfermedades crónicas tales como derrames cerebrales e infartos de miocardio.

El texto anterior es parte de una serie de notas realizadas sobre la base del estudio Opportunities in Latin America’s Healthcare Sector, de la consultora Global Health Intelligence.

Comentarios