Héctor Sánchez y los medicamentos: “El mercado en Chile es oligopólico en la cadena de distribución, ya que tres cadenas concentran gran parte de la distribución”

Viernes, 17/08/2018
Chile tiene los medicamentos originales más caros de Latinoamérica y una concentración en tres grandes cadenas que tiene al resto de las farmacias vendiendo solo el 10% de los fármacos. Esta situación ha provocado indignación en l ciudadanía chilena. Por ello, AméricaEconomía conversó con el director del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello, quien lidera el cuestionamiento a estas prácticas.
Cristian Aránguiz

-Un reciente estudio de IMS Health indicó que una familia en Chile destina CL$144.000 (cerca de US$215) al año en gasto en medicamentos, el valor más alto en Latinoamérica. ¿Qué la perece esta cifra y cuál considera que es su impacto en los hogares chilenos?

-Efectivamente, el monto de gasto en medicamentos en Chile es muy elevado, según el estudio IMS Health mencionado. Alcanza a CL$144.000 de gasto de bolsillo por familia al año. Lo más preocupante es que entre 2012 a 2016 este nivel de gasto subió más de un 50%, y hoy representa más o menos el 35% del gasto de bolsillo en salud de las familias de nuestro país al año. Y si se mantiene la tendencia al alza del período antes mencionado, este porcentaje podría aumentar significativamente dentro del gasto en salud de una familia, atendido el perfil demográfico y epidemiológico de nuestro país.

-¿Cómo es este gasto en relación a lo que gasta el Estado?

-Cabe señalar que Chile es uno de los países de nivel de desarrollo medio y desarrollado en que las personas más gastan en salud, directamente en proporción a lo que gasta el Estado. Lo que significa una cifra cercana al 50% del gasto total, muy elevada en relación al promedio de la OCDE, que no supera el 25% del gasto total. Este indicador es importante, ya que se ha demostrado que este tipo de gasto hace que los países sean muy inequitativos en el financiamiento y acceso a los sistemas de salud.

-Esta cifra de gasto ha provocado un ‘turismo’ de compra de medicamentos. ¿Qué opinión le parece este fenómeno?

-No es deseable que las personas deban resolver como puedan el problema del alto costo de los medicamentos. En este caso, a través del llamado “turismo de compra de medicamentos”. Porque hay diversos problemas añadidos que hay que tomar en cuenta, tales como la calidad de los medicamentos que traen (¿son bioequivalentes o no?). Por otro lado, cómo son transportados, ya que algunos requieren ciertas condiciones ambientales para mantener sus propiedades y, finalmente, con esto se fomenta la automedicación. No es una buena solución, sin embargo, ¿qué camino tienen las familias que principalmente tienen enfermos crónicos que requieren medicamentos en forma permanentes y estos son de costos prohibitivos? Esto afecta principalmente a personas cuyos seguros de salud no asumen ninguna responsabilidad en el financiamiento de los medicamentos, lo que reduce la posibilidad de resolver una patología y/o mantener estabilizado a un enfermo crónico, lo que se concentra en poblaciones de niveles de ingresos medios e ingresos medios bajos (grupos C y D del Fondo Nacional de Salud de Chile) y afiliados a las Instituciones de Salud Previsional (Isapres) en planes medios y bajos, que tienen menores ingresos relativos. El país debe buscar una solución integral a esta complicación, resolver de raíz este problema. 

-Si vemos el caso de los medicamentos genéricos es al revés, son los más baratos de la región. ¿Cómo se explica esa variación en los precios?

-El que los medicamentos genéricos sean los de menor costos es importante analizarlo en dos perspectivas: la del grupo de medicamentos que no son bio-equivalentes y la del grupo que sí lo son. En este último caso, es necesario tener claro que cuando en un país el mercado se mueve en torno a los medicamentos bioequivalentes, hay un alza del precio de estos que nunca llega al precio de los innovadores de marca. En cambio, en Chile estamos lejos de este modelo de mercado de los medicamentos, ya que los genéricos bio-equivalentes son la excepción en este mercado que se mueve en base a medicamentos de marca. La otra variable que hay que tener en cuenta es el marco regulatorio de los países respecto de los genéricos bio-equivalentes, ya que este define en el fondo la calidad de este tipo de medicamentos. Finalmente, está el costo que se debe incurrir en los estudios de bioequivalencia.

-Algunas voces apuntan a que el problema de fondo es la falta de transparencia de precios entre laboratorios y farmacias. ¿Está de acuerdo?

-El mercado en Chile es oligopólico en la cadena de distribución, ya que tres cadenas concentran gran parte de la distribución y esto claramente no ayuda a mejorar la competencia. Asimismo, hay diferentes grados de integración entre los laboratorios y las farmacias, y finalmente, hay una falta de transparencia en el tema de los precios en la cadena completa, ya que hoy las farmacias se defienden en que los precios los fijan los laboratorios, y estos señalan que son las farmacias quienes fijan los precios. No cabe duda que ambos tienen en parte razón, pero no se da cuenta a la población de por qué los precios, tanto de los laboratorios como los de las farmacias, están en el nivel que están, y por qué estos, según el estudio, han subido 50% en cinco años, muy por encima de cualquier indicador económico que se quiera comparar, como inflación nacional, inflación dólar, crecimiento económico del país, crecimiento de los precios de los medicamentos de marca en otros países, etc.

-¿Esto se soluciona con la ley de Fármacos II, recientemente aprobada por la Cámara de Diputados?

-Esta ley ayudará en dos sentidos: el primero, que obliga a recetar al médico un medicamento genérico junto al medicamento de marca; por otro lado, obliga a transparentar los precios de la cadena de los medicamentos, y los que existen entre distribuidores a público. El incorporar nuevos competidores, a través de góndolas en el retail, para los medicamentos que se expenden sin receta, podría efectivamente generar mayor automedicación y un dudoso efecto en la competencia. Sin embargo, a mi juicio no apunta al fondo del problema, el cual por cierto es más complejo que lo que abordó la reforma Fármacos II y que tiene que ver con contar con cobertura institucionalizada de los medicamentos, a través de los seguros (Fonasa e Isapres). Ya que además de cubrir parte de este tipo de gastos, estos sí podrían lograr bajas significativas de precios. Un ejemplo práctico se observa en seguros complementarios: cuando uno está cubierto por alguno de ellos, se observa en la cuenta que la farmacia parte por un descuento del precio de lista de a lo menos un 25% (visible), y luego sobre el saldo viene la cobertura del seguro complementario. Otro ejemplo se observa en algunas farmacias populares, de algunas comunas en que también logran descuentos en muchos casos superiores a un 25%. Imaginémonos por un minuto que Fonasa compra para los cerca de tres millones de personas y las tres Isapres más grandes también para cerca de dos millones de personas… obviamente el mercado cambiaría en forma muy importante.

-¿Cuáles son las medidas concretas para terminar con estas diferencias de precios tan escandalosas?

-Para bajar el precio de los medicamentos hay diversas medidas que el país podría implementar. La primera es que el Estado debe perfeccionar sus mecanismos regulatorios para reducir las asimetrías de información y de poder que existe entre la oferta y la demanda, y así generar mayor competencia. Por otro lado, es importante impulsar que los seguros públicos y privados cubran en parte los costos de los medicamentos, ya que se generaría un poder de compra Institucional que permitiría bajar precios. Una tercera medida es aumentar la disponibilidad de medicamentos con estudios de bioequivalencia en la disponibilidad del medicamento en el paciente y que se garantice que se cumple el mismo resultado con un genérico que con uno de marca. Para lograr lo anterior, el Estado, en base al marco legal vigente, debe asumir como política facilitar, estimular y exigir la realización de estudios de bioequivalencia en mucho mayor cantidad que lo que se hace actualmente, y asegurar que estos medicamentos estén en las farmacias.

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