Así funciona el centro de rehabilitación neurológica para niños cubanos

Martes, 17/10/2017
Un total de 22 personas conforman el personal profesional y administrativo del CIREN de Aguada de Pasajeros.
Xinhua

Los gritos de Marco Antonio resuenan muy alto en la sala de rehabilitación y sobrecogen al visitante desprevenido que llega al Centro Infantil de Restauración Neurológica (CIREN) en el municipio de Aguada de Pasajeros en la sureña provincia cubana de Cienfuegos.

El pequeño Marco, quien tiene 5 años de edad, no grita de dolor, sino porque está irritado, algo que le sucede a los niños que como él sufren de alguna afección neurológica.

Como cuenta su mamá, Yamilé Sosa, el infante nació prematuro con solo 30 semanas de gestación, y apenas un kilogramo y medio de peso, pero además sufrió una grave parálisis cerebral.

"Muy rápido me di cuenta de que el niño tenía problemas. No era capaz de gatear o de sentarse", cuenta a Xinhua la joven madre, quien entendió que necesitaba buscar ayuda médica para su hijo.

Tras visitar varios hospitales, Yamilé supo de la existencia del CIREN, el único centro pediátrico del país con esas características, ubicado unos 200 kilómetros al sureste de La Habana.

Marquitos, como lo llama su madre, ingresó en la institución hace exactamente un año, y después de ser evaluado por una comisión multidisciplinaria, comenzó a recibir una terapia personalizada que ha permitido que no solo se levante, sino que comience a caminar poco a poco con ayuda.

Yamilé comenta al respecto con un particular brillo en los ojos que "él ha evolucionado mucho".

Por su parte, el doctor José Inocente Vila, afirmó: "nosotros no hacemos milagros", pero que el secreto del éxito de ese centro está "en la atención personalizada".

Vila, de 68 años de edad, está al frente del CIREN desde hace seis, ocupándose además de coordinar los trabajos de rehabilitación física de los niños del municipio.

El médico detalló que cada paciente recibe atención personalizada, trabajo que se extiende durante ocho horas de lunes a viernes a lo largo de 28 días, en ciclos que se repiten tres o cuatro veces al año.

"Trabajamos sobre las capacidades residuales, que se explotan al máximo por el personal especializado", señaló Vila, quien también ha formado parte de brigadas médicas cubanas en Iraq y Pakistán.

El especialista indicó que con cada paciente trabajan por objetivos, "siendo realistas ante la situación que tiene realmente el niño, tanto motora como cognitivamente", y de esa forma van logrando avances paulatinos.

Un total de 22 personas conforman el personal profesional y administrativo del CIREN de Aguada de Pasajeros, además de que existe otro similar en La Habana, pero atiende adultos cubanos y extranjeros.

Fisiatras, logopedas, fisioterapeutas, licenciados en cultura física y una psicóloga se encargan de atender a todos los pacientes que llegan al centro, el único en la isla dedicado a la atención de las afecciones pediátricas.

Aunque la parálisis cerebral es la afección más común, también tienen que tratar cuadriparesias, hemiparesias, disparesias espásticas, artrogriposis y traumas craneales, entre otros complicados padecimientos.

La institución fue fundada el 10 de agosto de 2003, como resultado de una investigación psicopedagógica realizada en todo el país por el gobierno del entonces presidente Fidel Castro, para conocer a detalle los problemas neurológicos de niños cubanos.

Los resultados de ese estudio se unieron al hecho de que siete familias se acercaron al diputado por Aguada de Pasajeros, Julián Alvarez, entonces director del CIREN habanero, a pedirle atención para sus hijos en ese centro.

Alvarez, quien ya conocía los resultados de la pesquisa y tenía conciencia de la necesidad de ubicar un centro pediátrico en un punto intermedio de la isla, se dio a la tarea de promover la constitución del CIREN de Aguada de Pasajeros.

Catorce años después, por allí pasan cada año entre 100 y 120 niños, quienes llegan desde casi todos los puntos de la isla.

Un detalle particular es la capacitación a familiares, que además de acompañar a los pequeños en cada sesión de rehabilitación, reciben aprendizaje para continuar con el tratamiento en los hogares cuando los pequeños concluyen los ciclos en el centro.

Es por eso que Yamilé, la madre del pequeño Marquitos, coopera en la rehabilitación de su hijo, y mientras lo hace sueña con que un día el niño "pueda superar o al menos paliar sus dolencias".

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