Así se aplica la salud mental en Perú

Jueves, 27/04/2017
Una psicóloga de los centros de salud pública del país y brigadista del Ministerio de salud explica los problemas que enfrenta a diario.
Andina

Kira Soto Noria es responsable del área de salud mental del centro de salud San Fernando, en San Hilarión, San Juan de Lurigancho. Comparte su experiencia profesional con su pasión: ser brigadista en salud mental, experta en emergencias y desastres. Estuvo en Campoy luego del desborde del río Huaycoloro, y en el norte del país.

Kira es de Tingo María, tierra caliente, de colores vivos y abundancia de ríos. De allí aprendió que la naturaleza era una extensión más de su vida. Descubrió que los sentimientos positivos son buenos para las personas. Don Victorino, su padre, observó la bondad de su hija y la encaminó a seguir una profesión en la que pudiera asistir el alma herida de la gente. Por eso eligió ser psicóloga y, más adelante, brigadista, con el fin de atender a los que no saben enfrentar una crisis.

Es la responsable de la estrategia sanitaria de salud mental del centro de salud San Fernando, en San Hilarión, San Juan de Lurigancho, uno de los 34 establecimientos que existen en el popular y más poblado distrito de Lima Metropolitana.

Atiende a diario a personas derivadas de los juzgados de familia porque fueron víctimas de violencia física o psicológica, también a jóvenes provincianos que viven solos en Lima o adolescentes que necesitan orientación vocacional.

“Uno aprende mucho aquí porque ve de todo, y para eso estamos, para ayudarlos. Les enseñamos habilidades para enfrentar sus problemas, que reconozcan que pueden ser resilientes, que siempre hay soluciones para superar los conflictos. También apoyamos a los pacientes que padecen de tuberculosis, porque el tratamiento es integral”, comenta.

Para cumplir sus labores, tiene a su cargo seis serumistas y seis practicantes que comparten con ella su vocación por aplicar la psicología no solo a las personas, sino también a la comunidad. Organizan actividades para que las familias de San Hilarión conozcan sus fortalezas y debilidades que alimentan o entorpecen los vínculos filiales.

Emergencias y desastres

Desde niña, Kira siempre sintió el llamado de ayudar a la gente. “Después de ir a misa, le pedía a Diosito que me diera una profesión para servir al prójimo”, recuerda. 

Por esto, ante los desastres y emergencias que se presentan en el Perú con frecuencia, se decidió capacitar como brigadista y acudió a una convocatoria del Ministerio de Salud. Muchos fueron los llamados, pero pocos los elegidos. Salió airosa de las evaluaciones física, psicológica y médicas; además, demostró capacidad para resistir diversas emociones.

Hoy es parte del equipo de brigadistas del Minsa y lideró el grupo de avanzada en Campoy (San Juan de Lurigancho), cuando se desbordó el río Huaycoloro en esa zona, y en Chiclayo y Túcume, cuando las lluvias eran persistentes, en febrero. 

Alegría y luz

Para Kira, ser psicóloga de un centro de salud público es echar raíces en la tierra, en la vida, pues diariamente llegan a su consultorio hombres y mujeres, jóvenes y adultos, niños y niñas, que necesitan comprender sus emociones porque ya no pueden más con el maltrato, la soledad o las ansiedades por el temor al fracaso.

“Los ayudo a hallar soluciones para enfrentar sus problemas, a reconocer sus emociones positivas y su capacidad de resiliencia, a hacer algo que la mayoría de personas no hace: gestionar sus sentimientos para que logren su bienestar personal. Los ayudo a cambiar sus esquemas mentales, a tener conciencia de que su mente y su corazón tienen que coincidir”, explica.

Pero hay algo que esta mujer de nombre alegre también quiere comentar sobre ser brigadista en salud mental. Para ella, serlo es tener el don del servicio. Para ella, es su vida, no es un trabajo, es trascender. Sabe que al acudir al llamado de emergencia se entregará a la circunstancia sin reparos y, tal vez, con el riesgo de no volver a ver a su familia. 

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