José M. Cepeda, de Salud Conectada: "Dotar a profesionales de competencias digitales resulta fundamental, solo así podrán adaptarse al cambio"

Lunes, 05/10/2020
El fundador de la plataforma española se refiere al principal aspecto que falló una vez iniciada la pandemia: la salud digital. Hoy más que nunca "ha quedado claro que una digitalización más profunda hubiera ayudado a afrontar la situación actual", dice Cepeda.
Josefina Martínez

Con la llegada de un segundo o incluso, tercer brote de COVID-19, las instituciones médicas deben estar a la vanguardia para no caer en errores ya cometidos. La salud digital parece fundamental en esta etapa, donde las tecnologías están demostrando ser más que aliadas al momento de hacer frente a una pandemia de estas características. 

José María Cepeda, fundador de Salud Conectada, de España, fue parte de la última edición de Smart Health Latam Summit, donde de manera virtual, abordó la importancia de que las instituciones se adapten desde ya a este cambio. Lo entrevistamos para abordar en profundidad el tema y estas son sus respuestas. 

- ¿Qué fue lo que principalmente falló en el sistema hospitalario al ser golpeado por la pandemia? ¿Qué aspectos no estaban alineados para hacer frente a una emergencia sanitaria de tal envergadura?

Quizás lo primero que falló es que no estábamos preparados para afrontar una pandemia, ni estratégica ni operativamente. Solo aquellos países que habían sufrido más de cerca el SARS estaban mejor preparados. En nuestro país además puso de manifiesto la falta de coordinación y comunicación entre los servicios sanitarios de las diferentes comunidades autónomas. Ha fallado la comunicación y han faltado voces científicas que dirigieran la estrategia.

- Pareciera que la pandemia evidenció la importancia de la salud digital. ¿Es demasiado tarde?

Nunca es demasiado tarde para acometer la transformación digital, porque ya la hemos vivido en otros sectores y en el ámbito de la salud ha quedado claro que una digitalización más profunda hubiera ayudado a afrontar la situación actual. Pero no debemos equivocar la digitalización de la salud con la salud digital, porque corremos el riesgo de pasar a digital lo que ya hacíamos ahora. Y la salud digital supone un cambio más profundo, una transformación de procesos que permita aprovechar las tecnologías en aquellos campos en los que pueden aportar mucho valor. Por ejemplo, no podemos hablar de telesalud cuando ahora atendemos a la gente por teléfono sustituyendo la atención presencial. La telemedicina o teleenfermería debería estar para aquellos momentos en los que no sea necesario estar con el paciente, porque además beneficia a ambas partes.

- ¿Cómo una institución médica puede crear perfiles de competencias digitales en su personal de salud y todos los involucrados? ¿Qué pasos seguir?

Las organizaciones deben comenzar planteando una estrategia digital, a partir de una visión en la que el paciente sea realmente el centro del sistema. A partir de ahí, apostar por un cambio en los procesos y la forma en que los profesionales desarrollan su trabajo, para aportar más valor a la salud. Dotar a los profesionales de competencias digitales resulta fundamental, porque solo así podrán adaptarse al cambio que ya está en marcha. Unos profesionales digitalmente competentes se involucran mucho más en los procesos de innovación de las organizaciones. 

- ¿Qué pasa con las instituciones o personal que rechaza este avance en la innovación y tecnologías? ¿Cómo empezar a generar este cambio?

Históricamente a los seres humanos nos ha resultado difícil cualquier cambio. Esto  es algo que llevamos grabado en el ADN y que nos ayuda a sobrevivir como especie, pero también nos frena a la hora de determinados desarrollos. El principal problema que tenemos ahora es que el cambio se está acelerando y dicen algunos expertos que ya no se produce a una velocidad lineal sino exponencial. Y eso supone que nuestra adaptación ha de ser cada día más rápida, lo cual deriva en miedo y rechazo por parte de muchos profesionales. 

El cambio en la mayoría de los casos viene desde abajo, de los propios profesionales o pacientes, pero para que se produzca ha de estar apoyado por las organizaciones y gestores, los cuales han de compartir esa visión innovadora. El resto de profesionales entrarán después por la propia inercia y algunos resistirán todo lo posible o no entrarán. Pero eso pasa en todos los ámbitos y con todas las innovaciones. Lo importante es aprovechar el empuje de los que tienen esa visión y sumar a todos los que se contagien de ella. La inercia hará el resto.

- ¿Qué rol deberían tener los gobiernos para iniciar esta transformación en la salud?

El rol de los gobiernos es fundamental, son los que tienen que orientar la brújula hacia la transformación en salud y por supuesto, dotar de los recursos necesarios. Muchos países ya están desarrollando sus planes estratégicos en salud digital, algo que es muy positivo, siempre que se acompañe de medidas operativas.  

- ¿Ya se está impulsando una planificación para una transformación en salud digital?

Si, pero de forma desigual. Hace unas semanas la OMS publicó una versión preliminar sobre la Estrategia Global en salud digital 2020-2024, en el que se dibujan las líneas para desarrollar la salud digital e incluye una línea específica en el que pide velar por que se incluyan las competencias en materia de salud digital en los programas de educación y capacitación de todos los profesionales de la salud y los trabajadores afines. Creo que es importante que los países empiecen a tomarse muy en serio la salud digital, porque los ciudadanos no entienden que a través de un smartphone puedan acceder a todo tipo de servicios pero no a su sistema de salud.

- ¿Qué tan avanzada está Latinoamérica en comparación con Europa o Estados Unidos, por ejemplo?

En Latinoamérica se están haciendo cosas muy interesantes, al nivel o incluso por encima de otros países de los continentes mencionados. Por ejemplo, en el ámbito de la telesalud, en el que está demostrando que la asistencia sanitaria puede llegar a zonas a las que los profesionales no llegan. Y en un momento en el que todo es global, tenemos la ventaja de aprender de las experiencias y buenas prácticas que se producen en cualquier lugar del mundo. El problema es que todavía existen los llamados silos de información, y estas experiencias no transcienden. Y esto supone que estamos desperdiciando la innovación que se hace en otros ámbitos.

- Considerando que esta pandemia aún no termina, incluso los rebrotes siguen activos... ¿cómo afrontar una segunda ola o tercera, con las herramientas actuales?

La primera ola puso en evidencia que no estábamos preparados para afrontar una situación como la que hemos sufrido. Pero hemos tenido tiempo para prepararnos ante la siguiente ola y la experiencia aquí en España no ha sido positiva. Podríamos por ejemplo haber mejorado los sistemas de información, para obtener datos homogéneos con los que poder comparar y conocer la situación en tiempo real. Además, los países que mejor han controlado la pandemia han demostrado tener una gran capacidad a la hora de identificar casos y controlar a los contactos. Dotar de recursos a los sistemas de rastreo es fundamental, y ahí la tecnología tiene mucho que decir, porque facilita la tarea de gestión de los casos y ayuda a identificar a los contactos, como es por ejemplo el uso de aplicaciones móviles que han desplegado muchos países.

- ¿Qué podríamos ver en los próximos años respecto a la salud digital?

Creo que vamos hacia una salud predictiva y sobre todo personalizada. Predictiva gracias al desarrollo de la genómica y a la implantación de la inteligencia artificial, que ya ha dado muestras de cómo nos va a ayudar a los profesionales a la hora de mejorar el diagnóstico o de evitar la aparición de una enfermedad. Y personalizada en el sentido de que el análisis de grandes cantidades de datos nos va a permitir saber qué es lo mejor para cada individuo. Y por último, muy centrada en el autocuidado, de manera que los profesionales vamos a prescribir no solo fármacos sino sobre todo consejos y contenidos que permitan ayudar a cada paciente, en función de sus características individuales 

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