La importancia de la visita de familiares a los pacientes psiquiátricos
Lleva tres décadas en el Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. Allí llegó con un trastorno mental provocado por una lesión en la cabeza.
Oriundo de Esmeraldas, José dejó su tierra siendo adolescente y hoy, a sus 54 años, dice que le gustaría ver a su familia más seguido. Hace cinco meses recibió la visita de una prima que vino de dicha provincia y eso le agradó.
No obstante, desde su familia (primos, no tuvo esposa ni hijos) hay cierta falta de interés por él, ya que se alejó de ese núcleo a temprana edad.
Como José, más de 50 % de pacientes psiquiátricos no recibe visita de sus parientes, a pesar de los intentos de acercamiento que hace personal del Instituto, donde en la actualidad hay 253 residentes.
Ante esa situación, la entidad lanzó el miércoles 22 de mayo, una campaña de concienciación denominada ‘Tengo Fe’, que apunta a informar a la ciudadanía sobre lo beneficioso que a nivel de tratamiento es para los pacientes ver a sus familiares.
“La institución les brinda todo lo básico y necesario y están bien, podrían sobrevivir con nosotros. Pero jamás le podemos dar el afecto que se lo da una familia. Es muy importante (vínculo) por el sentido de pertenencia”, expresa el psicólogo Juan Andrés Ashby.
El especialista refiere que cuando un paciente psiquiátrico tiene contacto con su familia recupera habilidades que puede ir perdiendo por la falta de comunicación.
Ayda tiene 42 de sus 62 años en el Instituto de Neurociencias donde está Judith, otra paciente, la más cercana y con la que suele interactuar a menudo en talleres y terapias.
A Ayda, la entidad la ha intentado devolver por tres ocasiones con su familia paterna, pero de parte de sus hermanos, que residen en Quito, ha habido rechazo.
“Aquí me siento muy feliz, me tratan bien”, comenta la mujer, que sufre de ataques epilépticos y en el Instituto recibe la medicación para ello.
Ashby menciona que aunque la paciente está en condiciones de vivir con su familia, de parte de ellos no hay acogida, por eso permanece en un hogar supervisado donde van pacientes que tienen capacidad de independencia.
En promedio, por cada residente el Instituto invierte mensualmente US$ 750 que incluyen medicación, atención, alimentación y otros rubros. A quienes no tienen familia la entidad les solventa ese gasto.
Reglamentación
Según el art. 153 del Código Integral Penal, quien abandone a adultos mayores, niños, adolescentes, embarazadas, personas con discapacidad o con enfermedades catastróficas, de alta complejidad, raras o huérfanas, dejándolas en situación de desamparo y ponga en peligro su vida o integridad física, será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años.
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