Luciana de la Fuente: "Las empresas deben invertir en la salud de su personal"

Jueves, 26/10/2017
La presidenta ejecutiva de la Universidad San Ignacio de Loyola conversó con AméricaEconomía sobre la medicina funcional, sus beneficios y el impulso que la USIL le está dando a este nuevo concepto que propone una relación estrecha entre el paciente y médico.
Fernando Chevarría / AméricaEconomía

Hoy en día se habla mucho a nivel global sobre los beneficios de la medicina funcional. No obstante, en América Latina el concepto es nuevo. ¿En qué consiste?

La medicina funcional está centrada en el paciente. Consiste en enfocarse en cuáles son las causas de la enfermedad y no solo en poner un parche al síntoma. Supone ir a la raíz del problema, de la causa que genera la enfermedad y poder así manejar diferentes protocolos para ayudar al paciente a salir adelante. Este concepto cobra importancia sobre todo hoy en día, ya que vivimos en un mundo en el que crecen exponencialmente las enfermedades crónicas, que son enfermedades causadas por el estilo de vida. En suma, entrega las herramientas al médico para ver la parte genética y bioquímica del paciente, y analiza la parte de estilos de vida para ver el origen del problema para ir a la raíz y poder tratarlo.

¿Cómo nace este concepto?

En 1991, cuando un grupo de epigenetistas, nutricionistas y especialistas médicos en diversas materias fundan el Instituto de Medicina Funcional (Institute for Functional Medicine) en Estados Unidos. Su objetivo fue evangelizar a los médicos tradicionales con este nuevo enfoque de la medicina justamente en un país donde es creciente el tema de enfermedades crónicas y de la población enferma por llevar malos hábitos de vida. Lo interesante de todo esto es que la Cleveland Clinic, que es la segunda clínica más grande Estados Unidos después de la Hopkins, ya tiene un departamento de medicina funcional. Esto demuestra que este concepto está proliferando.

El término “evangelizar” denota que aún muchos médicos en el mundo no aceptan a la medicina funcional dentro de sus estándares. ¿Es así?

Así es. A veces, cuando le preguntas a un médico sobre la medicina funcional, te responde que eso es medicina alternativa u holística y no es así. Se trata de medicina pura y dura basada en ciencia. Lo que sucede es que, como hoy en día existe un crecimiento exponencial de las enfermedades crónicas no transmisibles, la medicina funcional cobra importancia porque propone prevenir antes que curar. Hoy, lamentablemente, la gran mayoría de médicos está preparado y enfocado totalmente en aplicar la medicina reparativa, es decir, a extraer un cáncer para salvarle la vida al paciente, antes que prevenir.

Es una medicina proactiva y no reactiva.

Exacto, esta medicina brinda protocolos para tener el manejo del paciente basados en el estudio de su genética y bioquímica y analizando los estilos de vida, que son finalmente los que marcan si nuestra vida, es sana o no. Ojo, y hablamos en una coyuntura a nivel global en la que cada vez hay menos población joven y más gente que sobrepasa los 70 o 75 años de edad, debido al aumento de la esperanza de vida gracias al avance de la ciencia. Por ende, van a haber cada vez más casos de enfermedades crónicas debido justamente al envejecimiento de la población global. En América Latina no somos la excepción a la regla. Ante ello, la medicina funcional se vuelve cada vez más necesaria. Como país debemos enfocarnos en una política de salud preventiva, como ya pasa en otras naciones. No olvidemos que el Perú está comprometido seriamente con los estándares y las buenas prácticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a fin de ser miembro pleno antes de 2021. Precisamente allí se remarca que todos los países debemos trabajar en políticas de salud preventiva para reducir la brecha de enfermedades y, además, atender a toda esta nueva gente que crece y que va a envejecer más al tener una esperanza de vida más larga.

En Estados Unidos se está trabajando mucho en salud funcional o preventiva, así como en los países desarrollados de Europa y Asia, pero al parecer aún el tema no tiene relevancia en la agenda de los países de la región.

Existe una evangelización informal en América Latina. No hay algo estructurado, lo que genera pocos avances. Hoy en día todos somos más conscientes de que tenemos que comer sano, pero eso no es suficiente. La medicina funcional es una oportunidad para nuestra sociedad y en USIL, como institución educativa, siempre vemos cómo poder innovar y aportar al país. Por ello, decidimos apostar por este tema organizando en Lima, en noviembre próximo, junto con el Instituto de Medicina Funcional, el programa Applying Functional Medicine in Clinical Practice (AFMCP). Se trata del primer curso internacional de medicina funcional en América Latina. Esperamos que el 25% de asistentes provenga del extranjero. Ya tenemos inscritos a colombianos, ecuatorianos, costarricenses y chilenos, y el objetivo es generar ese espacio para evangelizar a estos médicos y especialistas y profesionales de la salud, como nutricionistas, fisioterapistas, health coach (un ‘entrenador personal’,) pero adaptado al mundo de la nutrición, la salud y los hábitos de vida saludable), entre otros, para que puedan formar parte de esta gran ola de cambio que es la medicina funcional. Vendrán cinco speakers estadounidenses del Instituto de Medicina Funcional, uno de ellos miembro del staff de la Cleveland Clinic. Se trata de gente muy renombrada y reconocida en Estados Unidos y nos van a llevar al mundo de la medicina funcional para hacernos entender, entre muchos otros temas, sobre bioquímica y cómo encontrar la raíz del problema en sus pacientes y cómo ayudarlos.

Queremos que este programa también genere un espacio importante para el Perú en un futuro. Ello porque, reitero, nuestra responsabilidad como institución educativa es ayudar a implementar una política de prevención en nuestro país. Las estadísticas dicen que tres de cada cuatro personas en América Latina mueren por enfermedades crónicas y en el Perú seguimos ese patrón.

Hablemos de las empresas. El concepto de medicina funcional comienza a calar entre ellas.

A nivel de grandes empresas hay algunas en la región que ya están incorporando dentro de sus sistemas estilos de vida saludable. No obstante, en el mundo, muchas empresas están muy enfocadas en cuidar la salud de sus altos directivos. Han implementado programas para seguirlos en la línea de salud, porque ¿de qué te sirve tener un CEO, un gerente o un presidente de una corporación con un síndrome metabólico, que a la vuelta de la esquina puede tener un infarto? Como parte de su política de sostenibilidad, las empresas deben invertir en la salud de sus personas claves. Ello a su vez implica un efecto cascada, porque si como empresa tienes a una plana mayor que se está cuidando y muestra un estilo de vida saludable, ello va a contagiarse en los demás niveles de la organización, y para eso la medicina funcional aplica perfectamente. En USIL por ejemplo, Raúl Diez Canseco y yo somos pacientes de medicina funcional desde hace cinco años, cuando conocimos a un médico peruano, que es el que nos está ayudando a implementar todo este sistema en la organización. Este pediatra, graduado en la Universidad Cayetano Heredia y que vive hace 30 años en Estados Unidos, adopta y aplica la medicina funcional en todos sus protocolos con resultados impresionantes, luego de que no pudiera ayudar a su esposa, quien falleció de cáncer, que es la enfermedad que ostenta la segunda tasa de mortandad en el Perú. Regresando al tema de las empresas, estoy convencida de que es muy importante incorporar el concepto de vida sana y de medicina funcional en las corporaciones como parte de la cultura organizacional. Algunos ven esto como un gasto, pero es todo lo contrario, pues una persona sana, definitivamente, y hay estudios que lo comprueban, es feliz, más creativa y produce más.

La cultura en América Latina dice que ser paciente es estar enfermo y no es así.

Tenemos que cambiar ese chip. Ser paciente no significa que estoy enferma. Estoy sana y quiero seguirlo estando y para lograrlo tengo que conocer y ver cuáles son las deficiencias que puedo mejorar para poder estar óptima. Te doy un ejemplo, existen niveles de vitaminas mínimos que debemos tener para no enfermar, pero esos no son los niveles óptimos. La medicina funcional trabaja con niveles óptimos, analiza el nivel de sueño, de actividad física y efectúa análisis de sangre muy específicos que van a darte detalles realmente impresionantes. Te da una fotografía de cómo estás hoy y cómo deberías estar. Inclusive puede predecir enfermedades futuras, pues si de repente te encuentran una colonización en tu microbioma de mayor cantidad de bacterias negativas que positivas, de aquí a 3, 5 o 7 años puedes empezar un cáncer al colon.

Veo muy activa a la USIL en el tema de promover la medicina funcional. ¿Es el inicio de un objetivo más grande como abrir una facultad de Medicina integral en el mediano plazo?

Sí, estamos trabajando para ello. Nos encantaría tener una carrera de Medicina que esté al nivel de las más prestigiosas escuelas del Perú, pero con un enfoque de prevención muy fuerte y sobre todo que innove en el tema de nutrición y de bioquímica en el médico. Ello porque las mallas regulares de Medicina tienen Nutrición solo en el tercer año dentro de la materia de Bioquímica y por muy pocas horas, y cuando ese médico ya se gradúa ya se olvidó de eso. Como dije antes, es un médico preparado muy fuertemente en la parte reparativa, pero no en la preventiva. Para ello es muy importante el conocimiento en el tema bioquímico, sobre todo porque implica entender desde cómo funciona una célula para poder trabajar con los alimentos.

Por otro lado, recordemos que para acceder al club de países desarrollados de la OCDE, uno de los grandes check list que hay que cumplir en la esfera de la salud es tener una densidad de al menos 30 médicos por cada 10.000 habitantes y nosotros tenemos solo 12. Ello es un indicador claro de que tenemos que trabajar en generar nuevos profesionales en la salud, pero de calidad.

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