Humo de estufas a leña aumenta casi un 20% riesgo de ataques cardíacos
Ello, en el caso de mayores de 65 años. Así se desprende de seguimiento en tres ciudades pequeñas de Canadá.
McGill University. El riesgo de infarto agudo de miocardio para los ancianos que viven en y a los alrededores de las ciudades pequeñas aumenta de manera clara debido a la contaminación del aire causada por la quema de biomasa, madera, quemada en chimeneas y estufas a leña o boscas. Así lo afirma un trabajo científico revelado hoy martes en Canadá.
A estas alturas está bien documentado que la contaminación del aire en las grandes ciudades causa problemas cardíacos y pulmonares. Pero, ¿cuáles son sus consecuencias para las personas en los centros urbanos más pequeños o en las zonas semi campestres?
Al comparar los datos de contaminación de tres ciudades de Columbia Británica (Prince George, Kamloops y Courtenay / Comox), en Canadá, con admisiones hospitalarias, los investigadores de la Universidad McGill y Health Canada encontraron que las crecientes concentraciones de partículas finas de contaminación atmosférica causadas por la quema de madera estaban asociadas con un aumento de la hospitalización por infarto al miocardio durante la estación fría, cuando la contaminación de las chimeneas y boscas está en su punto más alto. En ese momento, el riesgo de ataques del corazón entre los sujetos de 65 años y mayores aumentó alrededor del 19%.
"Nos dimos cuenta de que la asociación era más fuerte cuando más de la contaminación del aire provenía de la quema de leña", dice Scott Weichenthal, profesor de la Universidad de McGill, autor principal de un nuevo estudio publicado en Epidemiology. Esto sugiere que la fuente de contaminación y que todas las partículas de contaminación del aire quizás no sean igualmente perjudiciales cuando se trata de enfermedades cardiovasculares".
Weichenthal piensa que las conclusiones podrían empujar a ciudades de todo Canadá para hacer frente a la contaminación del aire causada por chimeneas y estufas de leña. El aumento de alertas de smog de invierno ha llevado a ciudades como Montreal a presentar estatutos obligando a los propietarios a registrarse y, eventualmente, reemplazar sus estufas con fuentes más limpias de calefacción. El estudio, dice Weichenthal, da credibilidad a "iniciativas destinadas a reducir la contaminación del aire de la quema de madera residencial en interés de la salud pública".
Ese nostálgico olor a humo de chimenea, bajo esta perspectiva, debería de comenzar a asustarnos.
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