Así afecta a la supervivencia del cáncer el retraso en el tratamiento COVID-19

Lunes, 21/12/2020
Un nuevo informe confirma que el número de diagnósticos de cáncer nuevos disminuyó un 21 % durante el confinamiento. Este estudio pretende ser una primera fotografía de lo que ha supuesto la pandemia en la atención hospitalaria a los pacientes oncológicos.
SINC

La sombra de la pandemia es alargada. Entre sus múltiples secuelas, también está cómo ha afectado a los pacientes de otras enfermedades, como el cáncer, que han visto cómo su diagnóstico y tratamiento se ha retrasado por la apremiante necesidad de tratar a las personas infectadas por coronavirus.

Según un trabajo publicado en noviembre en el British Medical Journal, las personas cuyo tratamiento oncológico se retrasa, incluso solo un mes, tienen un riesgo de morir entre un 6% y un 13% más alto. Por supuesto, los investigadores calcularon que el riesgo sigue aumentando cuanto más tiempo se tarde en comenzar su tratamiento. Así, una demora de ocho semanas en la cirugía de cáncer de mama incrementaría el riesgo de muerte en un 17%, y un retardo de 12 semanas, en un 26%.

Ahora, el primer estudio que cuantifica la magnitud en España del impacto de la primera ola de la pandemia en los pacientes oncológicos y oncohematológicos revela que el número de pacientes de cáncer nuevos bajó un 21% durante el confinamiento. Igualmente, los expertos observan una disminución de la actividad diagnóstica de cáncer en citologías (30%) y biopsias (23,5%), lo que refleja la disminución de este tipo de diagnosis en todos los pacientes no COVID.

El informe, realizado por las sociedades de los profesionales sanitarios que atienden a pacientes con cáncer (como la AECC, la SEAP, la SEEO, la SEHH, la SEOM y la SEOR), analiza los meses de confinamiento, de marzo a junio, comparando los resultados con el mismo período de 2019.

“Era necesario tener estos datos para calibrar el impacto sufrido por los pacientes en el ámbito hospitalario, saber qué se precisa para que en las siguientes oleadas estos no se vean relegados y para prever las necesidades de atención que habrán generado los retrasos de los diagnósticos en la primera ola”, afirma Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española Contra El Cáncer.

“En la primera ola se ha producido una franca disminución de los diagnósticos y de algunos tipos de tratamientos como los quirúrgicos, que han llegado incluso a un descenso del 50%. También ha habido un claro impacto en el número de pacientes incluidos en ensayos clínicos, ya que muchos de ellos se suspendieron temporalmente”, explica a SINC Luis Paz-Ares, vicepresidente de ASEICA y jefe de Servicio de Oncología Médica Hospital Universitario 12 de Octubre. “Ahora nos queda lo que podríamos llamar la resaca: todo lo que no se ha diagnosticado, tratado u operado exige ahora un esfuerzo”.

Para los expertos, la primera ola de la pandemia ha supuesto un descenso tanto en el número de nuevos diagnósticos como en el inicio de nuevos tratamientos en la población con cáncer debido, en la mayor parte de los casos, a la suspensión de la actividad asistencial durante ese periodo de tiempo. No obstante, también ha influido en la disminución del número de diagnósticos el temor por parte de los pacientes a acudir a sus centros hospitalarios por miedo a la infección por coronavirus.

Menor diagnóstico pero más atención telefónica

Para realizar este estudio se envió una encuesta a los Servicios de Anatomía Patológica, Hematología, Oncología Médica y Oncología Radioterápica de 37 centros terciarios distribuidos por distintas comunidades, teniendo en cuenta el impacto sanitario del coronavirus en España.

Las primeras conclusiones señalan que durante los meses de confinamiento hubo menos actividad diagnóstica, menos pacientes nuevos, pero más atención telefónica. En este sentido, se multiplicaron casi por tres las consultas de seguimiento hechas telefónicamente y se produjo un descenso de alrededor de un tercio en las consultas presenciales respecto a 2019. Eso sí, durante junio las consultas presenciales volvieron a los números del año anterior.

El presidente de SEOM, Álvaro Rodríguez-Lescure subraya que “hay que priorizar la vía telefónica, siempre que esto no suponga un perjuicio en la atención de los pacientes, y organizar siempre las pruebas complementarias pertinentes y siguientes revisiones. La telemedicina en cáncer no puede ser una estrategia a largo plazo ni constante, pero sí una herramienta para los pacientes muy estables o aquellos que solo requieren un resultado puntual tras una visita presencial”.

En cuanto a las nuevas consultas, se observó que el número de pacientes nuevos decreció un 21% con relación al mismo período del año anterior, siendo la mayor caída los meses de abril y mayo, con un 32% menos que en 2019. El número de pacientes atendidos en hospitales de día desciende una media del 14%, mientras que el número de pacientes que reciben tratamiento con quimioterapia desciende una media de un 9,5%.

“Incluso en los peores momentos de la primera ola, se mantuvo la atención de los pacientes oncológicos y sus tratamientos, a pesar del colapso de los hospitales y bajas en los servicios. Se valoró en cada caso qué tratamientos podían suspenderse, cambiarse o retrasarse, sin efecto perjudicial para los pacientes, y qué tratamientos eran necesarios para no afectar a la evolución de la enfermedad oncológica”, añade Rodríguez-Lescure. Lo mismo opina Paz-Ares: “Hemos intentado tratamientos que hicieran venir el menos número de días al hospital, pero tratando de no suspender aquellos que eran necesarios”.

Lecciones aprendidas en la segunda oleada

A la vista de estos datos, todas las asociaciones participantes solicitan que las autoridades pongan en marcha medidas que eviten la suspensión de la actividad diagnóstica, terapéutica y asistencial en general en las siguientes olas de la pandemia.

También creen que es necesario que los pacientes no demoren las consultas ni abandonen tratamientos por miedo a la infección por coronavirus. El 100% de los servicios que han participado en este estudio afirman haber puesto medidas de control ya durante marzo de 2020.

“Ahora sabemos más, tenemos mejores circuitos y protocolos para que los pacientes no se infecten en el hospital. Sin embargo, probablemente el coronavirus seguirá afectando de alguna manera al diagnóstico y los tratamientos”, indica Paz-Ares. “Lo fundamental es reaccionar lo antes posible. Seguro que a pacientes individuales les ha afectado, pero hay que intentar que no perturbe a muchos”.

1.300 muertes más en cáncer de pulmón por COVID-19

El pasado noviembre, los oncólogos del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP) advirtieron que la crisis sanitaria provocada por COVID-19 lastrará hasta un 5% la supervivencia en cáncer de pulmón, lo que supondría 1.300 muertes adicionales, revirtiendo el progreso logrado en esta enfermedad en los últimos años. El cáncer de pulmón es responsable de unas 28 mil muertes anuales en España.

Tal y como muestra un análisis realizado en Reino Unido, un país con ratios de supervivencia similares a España, el golpe causado por la pandemia del coronavirus al cáncer de pulmón puede ser importante. “Rompería así la tendencia lograda en la última década por este tumor, el de los mayores avances en supervivencia”, destaca Mariano Provencio, presidente del GECP.

Según estas estimaciones, la supervivencia global al tumor pasaría del 16,2% al 15,4% al cierre de 2020. El diagnóstico en fases tardías del tumor, así como las mayores dificultades para su investigación, podrían ser las principales causas de este decrecimiento de supervivencia.

“El miedo a visitar al especialista, unido a la confusión de la sintomatología (similar entre coronavirus y cáncer de pulmón) o la saturación de los centros sanitarios, podrían agravar los diagnósticos del tumor en las últimas etapas”, puntualiza Provencio.

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