¿Cómo ayudan los maniquís a estudiar medicina hoy?
Hace un par de siglos estudiar medicina con instrumentos distintos al cuerpo humano era improbable. Reemplazar el principal elemento en el que se basan las ciencias de la salud era un sueño difícil de cumplir. ¿Cómo reemplazarlo?
La pregunta la han intentado resolver desde hace unas décadas ingenieros y médicos. Poco a poco, con las nuevas tecnologías, se han abierto caminos que se han afianzado en las universidades. El más conocido es una técnica que combina sofisticados softwares con modelos del cuerpo humano. Se trata de maniquís que, anatómicamente, se asemejan a la realidad y simulan con precisión los órganos internos.
¿Cómo pueden contribuir estos desarrollos a la academia? ¿De qué manera son útiles para los nuevos estudiantes? Durante estos días expertos de varios países están reunidos en Cartagena tratando de responder estos interrogantes, a través de sus propias experiencias.
Especialistas de la Facultad de Ciencias Médicas de Minas Gerais, en Brasil; del Departamento de Educación de la Universidad de Lisboa, en Portugal, y de la American Heart Association, de Estados Unidos, son algunos de los invitados al Tercer Congreso Nacional e Internacional de Simulación Clínica en Ciencias de la Salud, que empezó el 17 de mayo y que terminará el 19 de este mes.
“La simulación clínica (como es llamada en el argot médico esta tecnología) no reemplaza a los pacientes, pero sí permite desarrollar habilidades, de tal manera que cuando se enfrenten a un paciente real, ya cuenten con ellas”, dice Gustavo Orlando Álvarez Álvarez, de la Asociación Colombiana de Simulación Clínica en Ciencias de la Salud.
A sus ojos, estas nuevas herramientas hoy son claves tanto en universidades públicas como en privadas, pues en los primeros años de formación de los estudiantes es el mejor camino para reemplazar los escenarios hospitalarios con pacientes reales.
Los maniquís permiten desde practicar como se puede reanimar a una persona hasta ensayar cómo entubarla o ponerle catéteres.
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