Inventores de primera tráquea artificial bajo sospecha por no contar con aprobación médica

Viernes, 06/10/2017
Los implantes incluían una tráquea artificial, un conducto lacrimal sintético y un injerto arterial.
El Espectador

Stephen Wigmore, de la Universidad de Edinburgo, se empezó a preguntar sobre la relación de la UCL (University College London) con Paolo Macchiarini, un cirujano que es el centro del escándalo médico, cuando murieron 6 de los pacientes que se sometieron a su bisturí y recibieron tráqueas artificiales.

La investigación arrojó que, en 2016, Macchiarini que era profesor honoris de la UCL, fue despedido del Instituto Karolinska, de Estocolmo, por violaciones de conducta. La investigación conducida por Wigmore resaltó varios casos de mala praxis médica, incluyendo el de un hombre de Eritrea de 36 años que vivía en Islandia con un tumor creciendo lentamente en su traquea. Macchiarini tomó la decisión de remover el tumor y reemplazar el segmento extirpado de la tráquea con una prótesis sintética, provista por Alexander Seifalian, otro médico que ya no trabaja en esa universidad, de acuerdo con The Guardian.

El segundo paciente era un americano de 30 años al que se operó el 17 de noviembre de 2011, y que murió el 5 de marzo de 2012. El tercero fue una mujer del norte de Turquía a la que se operó el 24 de julio de 2012, se reoperó el 9 de julio de 2013 y acabó en una sala de intensivos, según El País de España.

Esa pista llevó al investigador a determinar que los implantes experimentales fueron manufacturados en la UCL, enviados al exterior y usados en pacientes a pesar de no tener aprobación para uso humano, pues el laboratorio de Seifalian no tenía licencia para crear instrumentos y no pidió ningún permiso para usarlos. Macchiarini indicó que no tenía conocimiento de que las prótesis no cumplían los estándares clínicos.

Seifalaian, quien le entregó las prótesis al otro médico y es otro de los acusados, clAma que su trabajo era hacer la investigación básica sobre el desarrollo de materiales sintéticos para aplicaciones biomédicas. “La implantación fue el trabajo del cirujano, que requiere una aprobación ética y regulatoria. Ese no es mi trabajo. Una vez más vemos cómo los científicos investguadores son chivos expiatorios para problemas sistémicos”, dijo a la revista New Science.

La investigación reveló documentos que sugieren que los plásticos manufacturados en la universidad nunca fueron testeados para uso humano (y por tanto nunca aprobados), y que fueron enviados a Mumbai, india, en donde se implantaron bajo la piel de un paciente para comprobar que el material era incompatible.

Así escribió la UCL en un comunicado: Lamentamos profundamente que los materiales que no hayan sido sometidos a rigurosas evaluaciones preclínicas y que no hayan sido hechas a normas [aprobadas], hayan sido fabricados y suministrados por el laboratorio de investigación del profesor Alexander Seifalian para su uso clínico directo. Nuestros sistemas de gobierno deberían haber evitado eso. También lamentamos el impacto negativo más amplio que este trabajo tuvo en el campo de la investigación en medicina regenerativa ".

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