La cardiología es revolucionada por el implante de válvula percutánea
En el siglo pasado la cardiología mexicana tenía un lugar importante. La preparación de los médicos mexicanos, su ingenio y capacidad de improvisar fuera de instructivo se hacía notar e influyó en el rumbo de esta especialidad en los 60s, 70s y 80s.
Surgieron aquí novedosos procedimientos y técnicas cardiológicas patentadas, referencia para la cardiología mundial.
Pero al llegar la tecnología digital, se dio cierto rezago debido a que sus altos costos dificultaron el acceso. Es uno de los grandes retos de un sistema de salud pública como el de México: encontrar maneras de incorporar las tecnologías de última generación, costosas pero de alto impacto.
Hoy hay indicios de que la cardiología del país remonta y vuelve a destacar en el área intervencionista.
Hablamos de la válvula aórtica percutánea que refleja el gran cambio que puede traer una nueva tecnología. Dicha válvula permite implantar sin cirugía y, hecha por expertas manos, el paciente puede regresar a su casa al siguiente día de la intervención como sucede en el Centro Médico 20 de Noviembre del ISSSTE dirigido por el doctor José Alfredo Merino Rajme.
La sustitución de una válvula de corazón ha implicado históricamente entrar a quirófano para cirugía a corazón abierto -incluyendo anestesiar y conectar al paciente a una máquina que funciona como corazón artificial en lo que el médico corta, arregla, sustituye la válvula nueva, la cose dentro del corazón y cierra- implicando para el paciente largos protocolos de preparación y luego muchos días de recuperación.
Estas cirugías a corazón abierto se hacen desde 1960 y se siguen haciendo en los mejores hospitales de cardio del mundo, llegan a tardar 6 horas y una recuperación de varios días en terapia intensiva, aparte de que la cicatriz en el corazón trae otros riesgos.
El doctor Merino nos explica que con la nueva técnica se hace una pequeña escisión en la ingle, y a través de la arteria femoral se introduce la válvula contraída como una especie de paraguas, la dirige hacia el corazón, la acomoda, la coloca y la libera con la ventaja de que puede interactuar con el paciente despierto. El tiempo de intervención se reduce a 30 minutos.
En México son 3 las compañías que venden válvulas aórticas: Medtronic, Edwards Lifesciences y Abbott.
Las que más expanden su uso en México son las válvulas percutáneas de Medtronic, producidas en la planta de Medtronic en Tijuana, Baja California. Desde ahí se exportan a todo el mundo. Son fabricadas a mano por mujeres mexicanas que cosen cada válvula hecha con nitinol (aleación de acero médico) y tejido de pericardio derivado del cerdo, importado de granjas de Estados Unidos y Nueva Zelanda.
Resulta que el ISSSTE, hoy dirigido por Florentino Castro, está siendo pilar fundamental para el desarrollo de la terapia de implante valvular aórtico sin cirugía. En sus hospitales se colocan cada mes unas 20 válvulas. Es la institución que más de estos implantes realiza tanto en sector público como en privado.
Ello lo ha logrado gracias en parte al empuje del doctor Merino Rajme, quien aparte de dirigir el Centro Médico 20 de Noviembre, está a cargo de su Unidad de Cardiología.
El doctor Merino también es quien más impulsa la implantación de válvulas percutáneas en América Latina. Son intervenciones que cuestan un millón de pesos por paciente, pero él está convencido de que es posible encontrar maneras para que más sistemas de salud incorporen estas tecnologías.
La gran ventaja del ISSSTE es que pudo firmar un contrato multianual de servicios integrales para garantizar la cobertura de estas válvulas, y hoy no hay otro lugar en América Latina donde esté garantizado ese nivel de fondeo para esta intervención.
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