El doctor especializado en neurosicología, critica la forma en que se administran los recursos del sector público en Chile y destaca la trayectoria del país.

Chile acaba de ser anfitrión, por primera vez, del Congreso Mundial de Neurología que se inauguró el 31 de octubre y terminó el 5 de de noviembre, con casi 4 mil asistentes. En esta instancia, el doctor Jaime Lavados recibió la distinción que otorga la sociedad internacional, la más alta del campo a nivel mundial. Los motivos de este honor son claros: profesor titular de Neurología de la Universidad de Chile desde 1982; presidente de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía entre 1988 y 1990; rector de la Universidad de Chile, entre los años 1990 y 1998; embajador de Chile ante UNESCO de 1998 a 2001; y director del Instituto de Neurocirugía e Investigaciones Cerebrales en el periodo de 2002 a 2011, donde trabaja hasta hoy.

De vestir sencillo, Lavados recibe en su oficina pequeña del Instituto de Neurocirugía e Investigaciones Cerebrales. En las paredes, no cuelga ningún título ni premio, solo un par de cuadros, uno de ellos, que le regaló un paciente: “Él salió bien”, recuerda riendo.

Jaime Lavados está especializado en la neurosicología y ve su trabajo inmerso en una tradición de la neurología nacional. Destaca al Instituto, que desde sus comienzos en 1939 comenzó a recibir estudiantes del extranjero, quienes inauguraron el campo en sus países natales cuando volvían: “Para los latinoamericanos, Chile siempre es un punto de referencia. Por esta ocasión histórica, sería difícil saber por qué en chile se interesaron tanto en el cerebro”, cuenta. De hecho, en el Instituto se realizaron las primeras operaciones de parkinson del continente.

De la actualidad, Lavados destaca las nuevas tecnologías que han permitido a Chile seguir avanzando: “Hoy podemos definir exactamente qué es lo que tiene un paciente, dónde lo tiene y cuál es el pronóstico, porque se ve con la resonancia nuclear magnética, se ve el cerebro”. Pero encuentra problemas: “Todo ese aparataje está mucho más disponible en la salud privada que en el sector público, este –el Instituto de Neurología- es el único público que tiene todo”.

La neurología tiene un impacto amplio en la salud chilena. Los ataques cerebrovasculares, la primera causa de muerte en el país, suma 25 mil casos anuales y 33% de muerte. Solo en el área metropolitana hay anualmente alrededor de 600 casos de aneurisma, de los cuales 400 se atienden en el Instituto y alrededor de 60 en el sector privado. Tratarlos tiene un costo amplio en equipos: angiógrafos, con un precio de 2 a 3 millones de dólares o una resonancia nuclear magnética, que puede igualar el valor. “Pero en ese orden, van a gastar más plata en la ley Ricarte soto que si cubrieran el país con equipamiento”, apunta. Estos equipos no están presentes en los servicios de salud de las demás regiones. Los problemas neurológicos en regiones, suelen ser derivados al Instituto en Santiago, lo que puede no ser suficiente en casos de emergencia.

En el caso de la trombolisis, que disuelve coágulos a nivel del cerebro, es un tratamiento que está fuera del auge: “por una razón práctica, porque si lo ponen no tendrían donde realizarla, si al tipo le da un infarto en Coyhaique, no tienen cómo realizarla, aunque esté en todo el auge”.

-A este instituto llega mucha gente de provincia, prácticamente el 50% son de fuera de la metropolitana, pero es un remedio menor, deberíamos tener una distribución de calidad medía mucho mejor a través de todo el país.

Hay un problema de recursos del sector público. Puedo decir una cosa bastante inconveniente, pero el problema está en cómo uno gasta la plata.

-¿Debería ser más?

-Debería ser un poco más. Pero no se gasta bien. El problema es qué cosa es prioritaria y qué cosa no es prioritaria. Los gobiernos son los que deciden en qué invertir.

Por ejemplo, la cantidad de plata que se va a gastar en la educación gratuita. ¿Te imaginas usarla en generar equipos y becados en las provincias?

-¿Existen profesionales suficientes en el país?

-Hay menos de los que deberían haber, sobre todo en provincias. Las provincias chilenas están muy desatendidas en salud, no sé en las otras aéreas, pero en neurología, muy desatendidas.

A pesar de todo lo que diga el ministerio de “Vamos a formar más”, no es cierto, no hay plata para que los muchachos que tienen interés puedan desarrollar una beca y ser especialista, no es cierto, no hay plata. En cualquier cosa hay menos plata que candidatos y menos que lo que necesitan.

-¿En comparación a los demás países latinoamericanos?

-El que ha avanzado mucho, pero porque han invertido mucha plata -no siempre bien- es Brasil. También Colombia y México han hecho bastantes cosas., Argentina tienen más acusado el problema nuestro de la diferencia entre el privado y público. Ellos tienen una medicina mucho peor que la chilena y una privada parecida a la chilena.

-¿Llegan profesionales extranjeros a suplir cupos?

Los que vienen de fuera… La mayor parte  se ve en el resultado de los exámenes. El examen nacional de medicina- Cerca del 80% reprueba-. No están bien formado los que llegan, porque son los que no encuentran pega bien en su país, entonces no son los mejores.

Lavados destaca la formación médica chilena, que se refleja en la baja reprobación al Examen Nacional de Medicina que no alcanza el 30%. El problema, para él, es que existen pocas becas y muchos deben financiar su especialización.

Actualmente, Jaime Lavados está escribiendo un libro, el más importante de su carrera, en su propia apreciación: “Cerebro y civilización: neurosicología de la cultura”, donde vincula estructuras neurológicas con la forma en que el humano procesa ideas, política, arte, economía y tecnologías.