Julia Galzerano sobre Uruguay: "El cannabis medicinal está estancado"
La médica atiende a más de 100 pacientes con enfermedades como el párkinson, esclerosis múltiple y hasta cáncer, a los que ayuda con marihuana medicinal.
El Observador. La doctora Julia Galzerano se especializó en cannabis medicinal y es uno de los 10 médicos que se dedican a esta disciplina casi inexplorada en Uruguay. En su consultorio ubicado dentro del Mercado de los Artesanos de la plaza Cagancha la profesional atiende a más de 100 pacientes que, ante la ineficacia de los tratamientos médicos tradicionales, apelaron a la marihuana medicinal para dolencias que van desde el párkinson hasta la esclerosis múltiple, pasando por el cáncer. Acceder a un frasco de cannabis medicinal por vía legal es aún un camino lento y oneroso.
-¿En qué contexto legal se da la marihuana medicinal?
-El cannabis medicinal está estancado. Tenemos un decreto de febrero de 2015 que habilita el cannabis medicinal pero no hay mucho avance en su instrumentación. ¿Cómo accede la gente que piensa que el cannabis puede ser una forma de tratar su enfermedad? Un camino es el legal, que es importando mediante un mecanismo que se llama medicamentos de uso compasivo. Esto existía antes. Uno puede acceder a comprar sin impuestos si se demuestra que los medicamentos que hay en el país no han hecho efecto para esa persona.
-Para eso no se precisaba este decreto.
-No, no se precisaba, pero los médicos no sabíamos de cannabis y a partir de este decreto y a través del Sindicato Médico logramos que se apoyara, que la Junta de Drogas apoyara y se hiciera un curso en el que participaron 120 médicos. Hoy los que estamos haciendo esto debemos ser menos de 10. El grupo que hizo el curso se sigue reuniendo en el Hospital de Clínicas estudiando temas vinculados con el cannabis medicinal. Este mecanismo del que hablaba habilita a ingresar determinado tipo de cannabis que tiene canabidiol (CBD), que tiene poco THC (tetrahidrocannabinol) y que sirve para muchas cosas. Para seguir este camino uno acude al médico, se le hace una historia para ver cuál es la patología, tiene que llevar sus exámenes, la lista de medicamentos que toma y vemos si está indicado para esa persona. Puede haber personas que no lo tengan indicado.
Si está indicado, le planteamos la vía legal. Debe llenar un formulario y presentarlo a la dirección técnica de su mutualista. Algunas son receptivas y otras no, pero logramos que la Dirección de Farmacovigilancia del Ministerio de Salud Pública lo firme. El médico tiene que adjuntar recetas de estupefacientes, recetas de color naranja como las que se usan para prescribir morfina. Aún no logramos que el MSP no exija estas recetas ya que esta sustancia no tiene principio psicoactivo. Al principio pedían una receta por frasco, ahora con una se pueden importar varios pero no todos los médicos manejan recetas de estupefacientes. Siguiendo con el trámite, luego el usuario se conecta con el intermediario del laboratorio acá y con una tarjeta de crédito internacional lo importa a un costo de US$ 245 el frasco.
-¿Y cómo es la vía ilegal?
-Es aceite que no está regulado. De algunos sabemos los componentes y de otros no. Lo que nos preocupa es la concentración de CBD. Hay gente que lo hace de buena fe sin obtener ganancia, y otra lo hace como negocio, lo cual es entendible también, pero el problema es saber la proporción de THC y CBD. Cuando uno cultiva cannabis medicinal tiene que tener determinadas características, saber qué semillas son, que no haya contaminación, etc. Lo que pedimos a salud pública es que haga más fácil el mecanismo para que la gente que produce este aceite pueda legalizar el producto. La ley es fantástica porque permite que se plante y produzca pero es un sistema muy complejo. Creo que eso se debe a que equiparan el registro del cannabis al de un medicamento, entonces hay que presentar la genética de las semillas, hacer los aceites, presentar una investigación en humanos, porque no se aceptan las pruebas de otro lugar, y eso lleva como dos años.
-¿Hay estudios en otros países?
-Hay estudios pero no tanta evidencia en humanos, porque se trata de una sustancia aún prohibida.
-¿Y por qué Estados Unidos acepta su venta?
-En Estados Unidos no se vende como medicamento sino como complemento nutricional. Aquí el MSP dice que no está registrado por las agencias internacionales de medicamentos.
-Y así como el CBD es medicinal, ¿qué pasa con el THC?
-El THC es psicoactivo, es lo que buscan quienes consumen con fines recreativos. A veces nosotros usamos esos efectos porque ayuda a comer más, da sueño, da alegría, calma la disforia. Pero no queremos solo eso, queremos sobre todo el CBD que tiene que ver con el dolor, el cáncer, el edema. Las plantas de uso recreativo tienen poco CBD, que es lo que más necesito para los tratamientos. Pero hay casos, como la esclerosis múltiple, para lo cual necesitamos el 1% de THC y el 1% de CBD. En el caso de los tratamiento de la epilepsia prefiero que el cannabis tenga más CBD que THC. Si tengo dolor quiero THC, pero también CBD que actúa sobre el edema. En Estados Unidos y en Israel se usa mucho fumado. Depende de lo que uno quiere. El tema es que como médicos no recomendamos la combustión, y si lo mandamos lo recomendamos con vaporizador.
Julia Galzerano es de los pocos profesionales de la medicina que se especializó en medicina cannábica. Ella se ofrece a realizarle el trámite a sus pacientes en el Ministerio de Salud Pública cuando las mutualistas se niegan a llenar el formulario necesario para importar la sustancia.
-¿Cómo actúa el CBD?
-Tenemos un sistema endocannabinoide que se descubrió hace 20 años. Por eso es importante que la gente sepa que el cannabis no es mágico sino que ayuda a regular un sistema que se desreguló por alguna razón. Hay un sistema con dos tipos de receptores, el CB1 y CB2. Se llaman neurotransmisores porque sobre todo están en el cerebro pero también en otros lugares. Este sistema endocannabinoide es un modulador de los procesos fisiológicos y actúa por reentrada, no es que continuamente esté actuando en estos transmisores sino que se retroalimenta y manda la orden para que funcione. Todo esto la Facultad de Medicina nuestra no lo enseña aunque hace 20 años que se descubrió. El grupo interdisciplinario que funciona en el Clínicas hizo una propuesta a la Facultad para que incorpore el estudio del sistema endocannabinoide porque se conoce al cannabis como sistema de abuso pero no como sustancia de uso medicinal.
-No todos lo enseñan, en Estados Unidos no se vende como medicina, las grandes agencias no lo reconocen. ¿No está muy abierto aún el tema?
-Hay cannabinoides químicos que ya tienen patente farmacológica, como el Sativex para la esclerosis múltiple y es muy caro. Pero es cierto que no tiene el apoyo de otros medicamentos y habría que preguntarse por qué. Quizá debe ser difícil patentar la planta, no le deben ver el potencial. De todas formas nosotros le explicamos al paciente que no a todos le funciona, igual que pasa con cualquier medicamento. Yo trabajo en VIH y hay tratamientos que funcionan para unos y para otros no.
-¿Para qué sí está demostrado que sirve?
-Para epilepsia, párkinson y efectos colaterales de la quimioterapia. Ahora se está viendo avances con el cáncer. Se está investigando en cáncer de mama y cáncer de cerebro, donde el cannabis influye en la muerte programada de las células tumorales. En el dolor también funciona. Luego hay otras cosas que vamos viendo que la gente las usa y le sirven.
-¿Cuántas personas lo usan en el país?
-Mucho más de lo que uno creería. Yo sola tengo más de 100 pacientes.
-¿Cómo lo recibió la comunidad médica?
-Hay gente a favor, otra no, como la Sociedad de Psiquiatría, que no lo aprueba. Pero en el Sindicato Médico se creó una comisión y pudimos sacar un documento en consenso que decía que si no habían funcionado bien la medicina tradicional se podía usar cannabis medicinal. Eso llegó a los 12 mil afiliados. Y el año pasado ante el pedido de que el sindicato apoyara el curso se respondió apoyando. Se entendió que tenemos que estar informados. La formación tiene que partir del Estado.
-¿Y en el ámbito político?
-Hay como un reflexionar las cosas demasiado. Yo tengo un entusiasmo que no veo en otros. Hay como más cuidado por esto de que quieren equipararlo a un medicamento. Pero se van perdiendo los miedos. Para mí lo importante es que cuando pregunto qué expectativa tiene el paciente, en general en el 90% de los casos es mejorar la calidad de vida y no es poca cosa. Es muy reconfortante en los casos de cáncer la satisfacción de acompañar a esa persona y que la familia diga: "Pudo transitar en paz este tiempo y nos pidió que le agradeciéramos". Y cada vez más médicos nos envían pacientes.
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