¿La epidemia de demencia global va en reversa?
El alzhéimer y otros trastornos afectan a unos 47,5 millones de personas en el mundo. El estudio más sólido realizado hasta ahora tiene confundidos a los médicos, pues demostró que, en vez de aumentar, los casos parecen estar disminuyendo década tras década.
El Espectador. En 2005 un grupo de científicos estadounidenses dio la primera señal de que algo atípico estaba ocurriendo con el número de personas enfermas de alzhéimer y otras demencias. Tras analizar información de encuestas nacionales de su país, notaron con sorpresa que las demencias no estaban aumentando, como era de esperarse, con una mayor expectativa de vida en las poblaciones, sino, por el contrario, parecían tener una menor incidencia en las personas.
Con el paso de los años, otros estudios más pequeños se fueron sumando a este, confirmando las sospechas. Esta semana, después de muchos debates y análisis, médicos estadounidenses aportaron la suficiente evidencia para comprobar su hipótesis, a saber: que los casos de demencia están bajando. En los resultados publicados en la más importante revista médica, The New England Journal of Medicine, los autores del estudio dieron la buena noticia: cada década los casos de estas temibles enfermedades han disminuido 20%.
“Entre los participantes del estudio Framingham, la incidencia de demencia ha declinado a lo largo de tres décadas. Los factores que contribuyen a este declive aún no han sido completamente identificados”, concluyeron los autores en un estudio que ha causado revuelo en la comunidad médica.
Los expertos David Jones y Jeremy Greene, invitados a comentar los resultados del trabajo de sus colegas, explicaron que es difícil conciliar esta noticia con el hecho de que los índices de masa corporal, la diabetes y el promedio de vida de las poblaciones ha aumentado. Todos estos factores están asociados al desarrollo de demencias. Y se preguntaron si este resultado es una prueba de que se puede controlar la epidemia de demencias y los costos que produce.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay unos 47,5 millones de personas que padecen demencia, y cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos. Además de los costos emocionales para los afectados, sus familias y comunidades, el costo económico ha sido calculado en US$ 604 mil millones.
Según la entidad global de la salud, "en los países de ingresos altos, la atención informal (45%) y la atención formal (40%) representan la mayoría de los costos, mientras que la contribución proporcional del costo médico directo (15%) es mucho menor". Mientras que "en los países de ingresos bajos y medianos, los costos sociales directos son pequeños y predominan los costos de los cuidados informales (v.g. cuidados no remunerados provistos por familiares)".
La enfermedad de Alzheimer, que es la causa de demencia más común. Acapara entre 60% y 70% de los casos. Se trata de una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores en el mundo entero y una de las condiciones que producen un mayor impacto físico, psicológico, social y económico en los cuidadores, las familias y la sociedad.
Una primera advertencia de los autores del estudio encabezados por Claudia L. Satizábal, de la Universidad de Boston, es que estos son datos de una sola población (y en un sólo país). Aunque es una población representantiva y los datos son sólidos, habrá que sumar evidencia de otros países y otras poblaciones.
Una hipótesis sobre la que tendrán que trabajar los investigadores es hasta qué punto este declive se debe a un incremento en los niveles educativos de la población, un incremento en el bienestar y el mayor control de factores de riesgo cardiovascular.
“Aun si el declive de la demencia ha comenzado, puede ser que no dure: el resultado dependerá del balance de diversas tendencias”, apuntaron Jones y Greene, pero entre sus conclusiones añadieron que “ahora como nunca antes el optimismo frente al control de las demencias estaba justificado”. La historia de la medicina, recordaron, cuenta con varios ejemplos de enfermedades que en su momento parecieron incontrolables para los médicos de la época, como la tuberculosis y el cólera en el siglo XIX, pero con adecuadas reformas sanitarias, mejorando estándares de vida y cuidados médicos fue posible hacerlas retroceder.
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