Encuentran 85.000 nuevos virus

Viernes, 19/08/2016

Es una cifra que multiplicaría por 16 las secuencias virales que hasta el momento se tenían registradas y ha permitido crear el primer mapa global de los virus del planeta.

El Espectador. Saber con precisión cuántos virus hay en nuestro planeta es casi imposible. Aunque algunas estimaciones hablan de una cifra inimaginable para nuestro cerebro (10 quintillones), es difícil que la ciencia haga un cálculo certero. Un virus puede ser hasta cien veces más pequeño que una bacteria. Y 100.000 bacterias podrían alinearse fácilmente en un simple centímetro. Por eso, no es descabellado decir que los virus son los organismos más abundantes en la Tierra.

Pero el Joint Genome Institute (JGI) del Departamento de Energía de Estados Unidos acaba de dar un paso más en la comprensión de estos seres que están entre la materia viva y la inerte. Tras analizar el genoma de 3.042 muestras ambientales de varios hábitats en el mundo, encontraron 85.000 nuevos virus que no estaban en el radar de la ciencia. Es una cifra que multiplicaría por 16 las secuencias virales que hasta el momento se tenían registradas y les ha permitido crear el primer mapa global de los virus del planeta.

Para hacerlo, el grupo de científicos usó una red de supercomputadores que se encargaron de buscar la presencia de ADN viral en las muestras recogidas. Se trataba, como lo escriben en la revista Nature, donde publicaron sus resultados, de una gran cantidad de datos que sumaban más de 5 terabytes (o 5.000 gigabytes). Para hacerse una idea, un computador de escritorio tiene en promedio una capacidad de almacenamiento de entre 250 y 500 gigabytes.

Lo que descubrieron los investigadores es que esos 85.000 nuevos virus provenían esencialmente de dos ambientes: los océanos y el ser humano, aunque también hallaron miles en animales y plantas. La segunda sorpresa que se llevaron fue la distribución de algunos de esos virus. Aunque estuviesen separados por cientos de kilómetros estaban en ambientes similares. Es decir, encontraron rastros en lagunas absolutamente distantes o en terrenos que no compartían los mismos patrones, lo que ratifica la enorme diversidad de estos organismos. Aún hay muchos desconocidos, escriben los autores, y hace falta aclarar cómo es su interacción con sus huéspedes. El siguiente paso es tratar de desentrañar esa relación, que será vital para la medicina.

“El 99 % de lo descubierto no tiene nada que ver con lo anteriormente conocido”, le dijo el biólogo molecular David Páez-Espino, autor principal del estudio, al diario El País. “La secuencia genética, y por tanto los genes que ahí se contienen, son novedosos en su mayoría y no tenemos ninguna idea en cuanto a su funcionalidad. Cuanto más miramos a las cosas pequeñas, la diversidad biológica aumenta de forma extraordinaria”.

Y aunque es cierto que algunos virus se han convertido en verdaderos enemigos del ser humano, como los culpables del ébola o la influenza (que causó más muertos a principios del siglo XX que la Primera Guerra Mundial), también son claves en las transferencia de información genética entre especies. Son agentes que han jugado un papel esencial en la evolución de la Tierra.

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