¿Menstruación espacial?

Lunes, 06/06/2016

Por Andrea Monje Silva, consultora de la División de Género y Diversidad del BID, desde donde apoya la integración de los temas de género en proyectos de infraestructura (agua y saneamiento, energía y transporte). Tiene una licenciatura en Ciencias Políticas y una maestría en Desarrollo International del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), Francia, y una maestría en Políticas Publicas de la Universidad de Maryland (EE.UU.).

Cuando NASA decidió enviar a la primera mujer al espacio, la astronauta y física Sally K. Ride, en la Misión Especial STS-7, de 1983, se encontró con un desafío nunca antes presentando: ¿qué hacer con la menstruación de la doctora Ride durante su viaje al espacio? NASA, siendo NASA, puso a un grupo de científicos e ingenieros a diseñar tampones "aptos" para el espacio y a calcular todos los impactos físicos que las condiciones espaciales, como la falta de gravedad, podrían tener en Ride. Si bien el espacio representó ciertos desafíos, como las limitaciones de agua, Ride tuvo una menstruación normal.

La menstruación no requiere de ciencia espacial. Todos los días 300 millones de mujeres y niñas están menstruando y, en promedio, una mujer pasará 3.500 días de su vida con el periodo. Sin embargo, algo que es alarmante y requiere acción inmediata (esperemos no espacial) es el costo, económico y social, que la higiene menstrual aún tiene sobre millones de mujeres y niñas. Y a propósito del Día Internacional de la Higiene Menstrual, celebrado el pasado 28 de mayo, es importante que reflexionemos sobre cómo un proceso que es totalmente natural para la mitad de la población mundial, está aumentando las brechas entre hombres y mujeres.

Según Wateraid, en Etiopia el 51% de las niñas faltan a la escuela entre uno a cuatro días al mes debido a sus menstruaciones y el 73% de las mujeres que trabajan en maquilas de ropa en Bangladesh faltan al trabajo un promedio de seis días al mes por infecciones vaginales causadas por el uso de productos femeninos no sanitarios, como trapos viejos o periódicos. La falta de agua y servicios sanitarios en muchos lugares del mundo están en el origen de este problema. Pero el costo de los productos femeninos es también una de las razones principales que afecta el manejo de la menstruación de forma adecuada, higiénica y saludable y, consecuentemente, mujeres y niñas deben ausentarse del trabajo y el colegio. Para las mujeres, cada día que no trabajan representa un día menos de pago; y para las niñas, cada día que faltan a la escuela reduce sus posibilidades de graduarse y tener mejores oportunidades de vida.

Andrea_Monje

En varios países del mundo, como Ruanda, Francia, Canadá y Estados Unidos, diferentes batallas legales y políticas se han iniciado en torno a la reducción o eliminación de los impuestos sobre los productos femeninos. Esto se debe a que los impuestos sobre estos productos suelen ser muy elevados al no ser considerados como productos de primera necesidad, a pesar de que sin ellos millones de mujeres y niñas no pueden realizar actividades cotidianas.

Hoy existen diversas iniciativas que buscan proveer productos femeninos asequibles, ecológicos y que ofrezcan oportunidades de empleo a mujeres de bajos ingresos. Una de estas es S.H.E. (Sustainable Health Enterprises) que provee microcréditos y asistencia técnica a mujeres en Ruanda para que produzcan toallas femeninas usando fibras de las hojas de bananos, vendan estos productos en sus comunidades a precios más bajos (hasta 30% más barato) que los productos de las grandes marcas mundiales y, en el proceso, eduquen a niños y niñas sobre pubertad e higiene menstrual. BeGirl, AFRIpads o la maquina inventada por Arunachalam Muruganantham, son ejemplos de otras iniciativas que, como S.H.E., están mejorando la vida de millones de mujeres y niñas.

Es necesario seguir promoviendo iniciativas similares, pues la menstruación no puede limitar las oportunidades a las cuales las mujeres y niñas puedan acceder tanto en la tierra, como en el espacio.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Volvamos a la Fuente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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