¿Por qué mujeres y hombres reaccionamos distinto a los medicamentos?

Lunes, 14/11/2016

Hasta hace poco, los estudios sobre efectividad y acción de medicinas, enfermedades y datos fisiológicos, se realizaban sólo en hombres.

BioBio. Por décadas las distintas respuestas a medicamentos según el sexo de los pacientes no llamaba la atención de investigadores, ni de profesionales de la salud. Prueba de ello, es que hasta hace poco, los estudios sobre efectividad y acción de medicinas, enfermedades y datos fisiológicos, se realizaban sólo o mayoritariamente en hombres.

Fue recién finalizada la década de los noventa, cuando se permitió la inclusión de la mujer como objeto de estudio. Demostrando que cuando se trata de fármacos, si existe diferencias de género.

Por otra parte, la auto-medicación es un hábito fuertemente arraigado a nivel mundial, donde Chile no es la excepción. Ya en 2004, un informe del Ministerio de Salud (Minsal), indicaba que esta práctica representaba el 50% del consumo total de medicamentos en nuestro país, y que el 74% de los encuestados de una muestra, habían adquirido fármacos que exigen receta médica sin poseerla.

Cifras alarmantes si se considera el riesgo al que los pacientes se exponen al no conocer las contraindicaciones, ni los efectos secundarios de las medicinas que adquieren. Compras que son primordialmente influenciadas por la presión de la publicidad, la repetición de antiguas recetas, el consultar con el dependiente de la farmacia, o una decisión tomada por recomendación de terceros.

De este modo, la automedicación es un hábito tan integrado en nuestras vidas, que comúnmente podemos visualizarnos compartiendo pastillas para el dolor de cabeza o gripe en el trabajo, en casa con nuestra pareja, familiares y amigos; o hablando con otros de cuán bien nos hizo cierto medicamento. Así, de manera irresponsable, entregamos nuestra experiencia personal como un tip que de manera casi segura funcionará a otros, sin medir las consecuencias.

Al respecto, conversamos con Pía-Paz Ruiz Siebald, médico de la Universidad Católica del Maule, quien recalcó la importancia de consultar con un profesional de la salud cuando nos sentimos enfermos, añadiendo que comúnmente se cometen errores al comprar, o recomendar un medicamento, cuando no se tiene los conocimientos suficientes sobre su real uso, beneficio, y efectos adversos.

Por lo mismo, explica, no todos los medicamentos son de venta libre. El médico elige los fármacos considerando los costos y beneficios del tratamiento, efectos colaterales, el estado actual del paciente, y sus enfermedades de base. Hay que considerar también, que no todos los remedios pueden ser administrados a niños y adultos mayores.

En este sentido, debemos entender que las dosis son distintas, y que además hay una diferenciación de género. Tenemos que ser responsables con nuestra propia salud y la de nuestra familia, sentencia la profesional.

Las diferencias

Mujeres y hombres somos distintos en muchos aspectos. En el plano médico, razones genéticas, hormonales, físicas e incluso sociales, son factores que pueden impactar en cuán bien funcionan los medicamentos o como reacciona nuestro cuerpo ante una determinada enfermedad.

A modo de ejemplo, podemos mencionar como el organismo de una mujer y de un hombre reaccionan distinto ante la ingesta de alcohol. Las mujeres metabolizan el alcohol de manera diferente, ya que el hígado genera menos cantidad de un grupo de siete enzimas que se denomina “alcohol deshidrogenasa”, responsable de la descomposición del alcohol. Debido a esta condición, la mujer metaboliza el alcohol más lentamente, intoxicándose más rápido que un hombre, lo que significa que se emborracha con menos cantidad ingerida.

Asimismo, el género puede jugar un rol importante cuando se trata de la potencia, la eficacia, y los efectos secundarios de un extenso abanico de medicamentos.

Por lo mismo, algunos postulan que los tratamientos diferenciales son necesarios y debería existir medicina de género. Una defensora acérrima de esto último es la connotada doctora Paula Johnson de la Universidad de Harvard, quien ha dedicado su carrera al mejoramiento de la salud y vida de las mujeres. Ella pone en relieve que el género es un componente crítico, y ha destacado la importancia de comprender las diferencias de género en enfermedades, síntomas y resultados.

En el contexto de una entrevista entregada al medio colombiano El Tiempo, ad portas de su participación en el foro “Women Working for the World” 2014, la profesional explicó la diferencia de los efectos de los medicamentos según el género de los pacientes.

Para ello mencionó el caso de la aspirina. Explicó que un estudio, aplicado sólo a hombres, evidenció que tomar el fármaco prevenía infartos cardíacos. Pero cuando el estudio se volcó a las mujeres, se descubrió que en ellas no ayudaba a prevenir infartos al miocardio, sino que ataques cerebrales, pero únicamente en mujeres mayores de 65 años de edad. Lo que representa otro ejemplo de que el medicamento no es distinto, tampoco la dosis. Pero, la forma en que se usa y los resultados sí lo son.

Medicina de Género, ¿Por qué?

Al comienzo del artículo mencionábamos que por muchos años, la mujer fue prácticamente invisible para la ciencia. Afortunadamente, el panorama hoy es otro, y tanto la salud de mujeres como de hombres, importa.

No es una cosa de mera equidad, señalan en el medio La Vanguardia, manifestando que “tomar en consideración si el paciente es hombre o mujer significa mejorar los diagnósticos y tratamientos y, en consecuencia, la salud y bienestar de la población, en especial de la femenina”.

A menudo bromeamos socialmente con que los hombres reaccionan muy distinto a las mujeres cuando se enfrentan a un cuadro gripal, o a una jaqueca. Pero fuera de bromas, y de la intención de poner a la mujer en una posición de superioridad, es una realidad.

No reaccionamos igual a enfermedades, no presentamos los mismos síntomas, ni nuestro organismo responde de igual manera a un tratamiento. Nos guste o no, nuestro género nos predispone ante distintos padecimientos médicos y a algunos fármacos.

Así, ellas están más expuestas que ellos a sufrir enfermedades como la osteoporosis, alteraciones tiroídeas, anemia, enfermedades relacionadas con problemas químicos y ambientales, el sida, enfermedades autoinmunes, y fibromialgia.

Analgésicos

Definitivamente son los medicamentos con los que más nos relacionamos. Tienen propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antipiréticas, y tienen diferentes efectos secundarios en mujeres y hombres. Prueba de ello es un estudio realizado en 2002, citado por el sitio especializado en salud, Everyday Health, en el que se descubrió que las mujeres que consumían paracetamol, conocido también como acetaminofen, y otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno, tenían más probabilidades de tener presión arterial alta que aquellos que no tomaban los fármacos.

Específicamente, las mujeres que tomaban ibuprofeno, aspirina y naproxeno nabumetona por más de 22 días al mes tenían un 86% más riesgo de tener hipertensión, mientras que las que tomaban paracetamol, tenían dos veces más probabilidades de tener hipertensión.

Hipnóticos

Los fármacos somníferos e hipnóticos son drogas psicotrópicas psicoactivas que inducen somnolencia y sueño. Estos auxiliares de sueño se constituyen además como medicamentos en los que se observan diferencias relacionadas con el género.

Esto debido a que se excretan más lentamente del sistema femenino que del masculino. Es decir, el organismo de la mujer retiene más cantidad de estos fármacos en el hígado, lo que hace que pueda afectarle en mayor medida a lo largo del día.

Según consigna Everyday Health, estudios determinaron que las mujeres reportaron tener más problemas que los hombres que conducían al día siguiente de tomar el medicamento. Por este motivo, La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), desde el año 2013 recomienda que las dosis de las mujeres sean equivalentes a la mitad de la que consumen los hombres.

Antidepresivos

En relación a los antidepresivos y según señala Scientific American, existen numerosos estudios que señalan que las mujeres responden mejor que los hombres a los antidepresivos ISRS (inhibidores selectivos de recaptura de serotonina), mientras que los hombres tendrían mayor éxito con los tricíclicos.

El hecho de que determinados antidepresivos surtan mejores efectos sobre las mujeres se debe a que su sangre tiene menor capacidad de fijación, por lo que sus hemoproteínas absorben menos sustancias extrañas. De este modo, los del tipo tricíclico, en combinación con otros fármacos podrían desbordarse hacia el torrente sanguíneo, generando efectos secundarios más intensos, sentencia el sitio.

Sumado a lo anterior, el estómago femenino es menos ácido que el masculino, facilitando la absorción de los fármacos, acentuando así su toxicidad. Por otra parte, como la grasa corporal femenina es mayor que la masculina, ayudaría a retener los antidepresivos por más tiempo en el organismo, prolongando su efecto.

Ansiolíticos

Al igual que en el caso de los antidepresivos, debido a la menor acidez del estómago femenino, los ansiolíticos pueden generar efectos más rápidos e intensos, aumentando los niveles de toxicidad de las dosis.

Otra diferencia tiene que ver con la filtración renal, donde el riñón masculino actúa de manera más rápida que el femenino. En consecuencia, deben dejar más tiempo entre dosis, especialmente si consumen benzodiacepinas, de los ansiolíticos más comunes.

Por su parte, la grasa corporal femenina, facilita la retención de ansiolíticos por más tiempo, provocando efectos secundarios y toxicidad a menores dosis.

Medicamentos para la diabetes

Una investigación publicada en la edición de diciembre de 2013 de la revista American Journal of Physiology – Heart and Circulatory Physiology, de la Universidad de Washington, consistió en estudiar la reacción cardíaca de tres grupos de pacientes, hombres y mujeres, sometidos al consumo de metformina.

Un primer grupo consumió solo metformina, mientras que el segundo ingirió metformina con rosiglitazona (Avandia) y el tercero metformina con Lovaza, un tipo de aceite de pescado.

La función de la metformina es reducir la producción de glucemia, en el hígado y mejorar la sensibilidad a la insulina. La rosiglitazona también mejora la sensibilidad a la insulina y elimina los ácidos grasos libres de la sangre. Mientras que la Lovaza reduce los niveles sanguíneos de los triglicéridos.

Los resultados fueron concluyentes, porque aunque la metformina tuvo efectos cardíacos positivos en las mujeres, en el caso de los hombres generó que el metabolismo masculino quemara menos azúcar y más grasas. Poniendo en relieve lo efectos nocivos que pueden resultar la quema crónica de grasa en el corazón, pudiendo conducir incluso a una deficiencia cardíaca.

En el primer grupo la metformina sola, en los hombres empeoró la condición cardiovascular, exacerbando la apariencia y características de un “corazón diabético”. Pero en las mujeres, la metformina tuvo el efecto deseado, reduciendo el metabolismo graso y aumentando la absorción de la glucosa en el corazón.

En relación a los grupos que tomaron metformina combinada con rosiglitazona o Lovaza, pareció reducir parte de los efectos cardíacos negativos de la metformina sola en los hombres.

Mientras que consumir rosiglitazona, además de metformina, mejoró más el metabolismo cardíaco de las mujeres, en comparación con tomar metformina sola.

Por otro lado, la adición de Lovaza a la metformina no tuvo un efecto potente en una dirección u otra para las mujeres ni para los hombres, concluyeron los investigadores.

 

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