No es el sida
¿Por qué se sigue trasmitiendo el VIH? Hace 35 años se constató que la infección es particularmente sexual y que podía evitarse. Lo supimos entonces y lo sabemos hoy.
Pero se hizo poco, nada en realidad. El VIH se sigue trasmitiendo igual que otras Infecciones de Transmisión Sexual. La resistencia gubernamental a incorporar la salud sexual dentro de la agenda nacional como prioridad constituye una grave decisión sobre la que poco se discute.
Despreciar la protección del sexo entre las prioridades sanitarias tiene otras consecuencias además de las infecciones y éstas pueden apreciarse en la elevada tasa de embarazo adolescente. El incremento en la trata, el acoso y la violencia sexual están relacionados. Todo va en un mismo paquete. Nos gusta el sexo, pero no entendemos que es necesario disfrutarlo en contextos de seguridad y protección.
Se necesitan campañas preventivas y auto cuidado de la sexualidad, diseñadas de manera integral, a partir de la evidencia científica pero sobre todo distanciadas de la moralidad conservadora que la limita y oculta. ¿Cómo pueden prevenirse las ITS si no se habla de sexo? En México se promueve tibiamente el condón sin enseñar visualmente cómo se coloca, se alerta sobre el cáncer cervicouterino sin identificar que el Papiloma Humano se trasmite sexualmente, se promueve la planificación familiar sin explicarle a las audiencias cómo usar los anticonceptivos, mientras que el mercado publicita medicamentos contra la disfunción sexual alejado del uso del condón. Eso es lo que tenemos en la pobre narrativa con la que hemos pretendido cuidar nuestra salud sexual.
En redes sociales existen contenidos muy apropiados, educativamente hablando, pero además de las restricciones editoriales de los medios de comunicación, las grandes plataformas como Facebook prohíben imágenes didácticas de genitales.
Estas son las referencias actuales. El sexo como práctica, como placer y como reproducción de nuestra especie nunca ha recibido el abordaje integral que permita protegerlo.
La tibia incorporación de contenidos relacionados con la educación sexual en los libros de texto para adolescentes fracasa por el prurito gubernamental de no incomodar a quienes asumen el rol de impulsar una moralidad que nadie ha solicitado; los Secretarios de Salud han preferido callar antes que herir esas susceptibilidades, particularmente de la iglesia católica.
La resistencia a difundir contenidos que aborden de manera abierta la sexualidad es histórica. No aparece en los informes de gobierno ni en los planes sexenales. A los programas de prevención del VIH se les prohíbe “genitalizar” la prevención.
En las entrevistas a 9 secretarios de Salud que implementaron la agenda del sector entre 1982 y 2018, incluidas en un libro de reciente edición, ninguno se pronuncia al respecto. El entrevistador y coordinador de la publicación, Germán Fajardo, tampoco lo hace. Sin duda las entrevistas son valiosas porque proyectan los problemas estructurales de la salud pública y permiten conocer aspectos que motivaron decisiones importantes como descentralizar los servicios, fortalecer programas e implementar el Seguro Popular. Medidas estratégicas donde la sexualidad no estuvo incluida.
Dicho de otra forma: nadie acuso recibo de lo que el sida nos reveló: la diversidad sexual, el gusto desbordado por el sexo, que “la fidelidad” es muy reducida, que la mayoría ha sostenido una variada cantidad de parejas sexuales, que convivimos con ITS sin cuidarnos de ellas pero también que la bisexualidad es real y abunda. ¿Quién podría negar que tanta simulación ha sido caldo de cultivo para el VIH y las ITS?
El VIH es más que asunto de poblaciones clave. Es un tema de salud sexual nacional porque en México tenemos sexo en un contexto abundante de ITS, donde nadie entiende por qué debe cuidarse para no perder calidad de vida ni fallecer. Hace falta hablar de sexo. El 98% de los casos acumulados de VIH son resultado de coitos no protegidos. El sistema nacional de salud carece de servicios masivos para diagnosticar y atender ITS, que por cierto poco se notifican. Hay vacunas para algunas de ellas, hay condones, hay información, hay plataformas de comunicación y creatividad. Hay mucho para hacer menos voluntad política. Definitivamente no es el sida.
Referencia
- Fajardo Dolci, Germán. “Ritmo y rumbo de la salud en México. Convresaciones con los secretarios de Salud 1982-1918”. Ed. FCE, 2018, México.
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