Así deben alimentarse los diabéticos
La diabetes es una enfermedad crónica que produce un aumento de los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre.
Una persona diabética que tiene controlada su medicación y alimentación (sobre todo) puede hacer su actividad cotidiana normalmente; el objetivo es prevenir otras enfermedades asociadas como hipertensión, insuficiencia renal o pie diabético.
Andrea Calle, dietista especializada en Nutrición aplicada al sobrepeso, obesidad y diabetes, sugiere que un diabético puede comer todas las frutas respetando sus porciones y frecuencias.
Destaca las frutas cítricas por su menor contenido de fructosa como la mandarina, kiwi, naranja, mora, frutilla y cereza. Y aquellas más dulces, como la piña, mango, papaya, sandía y banana, pueden comerlas dos veces a la semana; preferiblemente acompañadas de un fruto seco como almendras, pistachos, nueces -que además de ser grasas buenas- son altas en fibra y proteína vegetal.
Calle, quien pertenece a la Asociación de Nutricionistas del Guayas (ANUG), afirma que un diabético controlado -que aún no tiene mayor afectación de otros órganos- puede comer todo tipo de carnes, en especial mariscos y pescados, pollo, pavo, carnes rojas: lomo fino, lomo de asado o lomo de cerdo. Y debe evitar el consumo de embutidos.
Con relación a la soya, comenta que lo mejor es prepararla en casa, pero si se trata de comprarla hay que verificar sus ingredientes, observando que no tenga azúcares añadidos como fructosa, sucralosa, jarabe de maíz, caña de azúcar o maltodextrina.
En cuanto a lácteos, se puede comer queso fresco o yogur natural (sin azúcares añadidos). Calle no aconseja el consumo de leche en diabéticos por el contenido de azúcar que incluye de forma natural, ya que puede tener un impacto significativo en la glucosa en sangre. Se prefieren alternativas como la leche de almendras, soya o coco -que no tengan azúcares añadidos-.
Los pacientes diagnosticados con diabetes deben disminuir el consumo de carbohidratos y aumentar el de grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, semillas como la linaza, chía, frutos secos) y proteínas magras.
Es preferible que “ese consumo proporcional de carbohidratos provengan de fuentes como granos enteros del fréjol, lenteja, garbanzo, choclo; cereales integrales como la avena en hojuelas, quinua, arroz integral, legumbres y vegetales”.
Se deben excluir aquellos alimentos con mayor índice glucémico (son los que el cuerpo absorbe con rapidez) como la leche, zanahoria cocida; alimentos majados como puré de papa, verde; dulces, alimentos de repostería y panadería hechos con harinas refinadas/blancas.
La forma de cocción de alimentos es también importante: se debe priorizar no recocinar los alimentos o vegetales, dejar que hierva bien el agua y luego introducir los vegetales de 3 a 4 minutos, máximo. Que estén 'al dente' y no recocidos para evitar que aumenten su índice glucémico.
Una técnica para ayudar a retardar el efecto en los niveles de glucosa es cocer el alimento y luego refrigerarlo para consumirlo al día siguiente. Este proceso permite que el almidón del alimento se vuelva más resistente, pues al calentarlo para su consumo disminuye el impacto en la glucosa.
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