Atender depresión y ansiedad en México: una promesa para el 2020

Lunes, 30/12/2019
Los trastornos mentales no distinguen condición social, económica o rango de edad, sin embargo, algunos como la depresión son predominantes entre personas jóvenes y adolescentes, mujeres y adultos mayores.
Jesús Sesma Suárez / Excélsior

Para la mayoría de las personas, las fiestas de fin de año son momentos para compartir, convivir con amigos, familiares y seres queridos, y también para hacer una retroalimentación de lo que hicimos durante el año. Sin embargo, creo que la parte más importante es la que tiene que ver con lo que vamos a hacer en el futuro.

Son momentos donde nos proponemos nuevas metas, nuevos proyectos y este año no será una excepción para mí. Por eso quiero compartirles que hice una promesa a alguien que consideraba mi hermano, alguien que me dio mucho en esta vida, y de ahora en adelante haré todo lo que esté en mí para poder entender y atender la ansiedad y la depresión que miles de personas padecen en nuestro país.

La depresión y la ansiedad son trastornos mentales que han ido en aumento en los últimos años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hay más de 300 millones de personas en el mundo con depresión y si sumamos a los que padecen de ansiedad podría llegar, como dicen muchos especialistas, a hacer la enfermedad del siglo.

Desafortunadamente, aún no hay estrategias de salud pública que aborden la atención a estos padecimientos como algo prioritario. En muchos casos, incluso, no hay siquiera un diagnóstico oportuno, por lo que las personas pueden vivir años en estado depresivo sin darse cuenta de ello y manifestarlo en conductas como irritabilidad, tristeza y enojo, entre otras, que perciben como naturales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hay más de 300 millones de personas en el mundo con depresión.

Se dice que aunque hay tratamientos muy eficaces, más de la mitad de los afectados no los recibe y, lo que es peor, en muchos países llegan hasta el 90% de personas con estos padecimientos sin alguna atención.

Los trastornos mentales no distinguen condición social, económica o rango de edad, sin embargo, algunos como la depresión son predominantes entre personas jóvenes y adolescentes, mujeres y adultos mayores y se asocian a situaciones de soledad, abandono, problemas financieros y rupturas de relaciones personales, entre otras, pero un estudio reciente, encabezado por investigadores de la University College London (UCL), ha hecho aportes desde una perspectiva diferente.

El estudio publicado en la revista Environmental Health Perspectives señala que las ciudades con altos niveles de contaminación en el aire tienen las tasas más altas de depresión y suicidio, pues la contaminación del aire se relaciona con una mayor inflamación cerebral, daño a las células nerviosas y cambios en la producción de la hormona del estrés, que a su vez se relacionan con una mala salud mental.

Si los resultados de esa investigación lograran comprobarse, el reto en materia de atención a la salud mental sería aún más grande, pues se requeriría de una política integral que integre la prevención y el diagnóstico de estos trastornos mentales con el combate a la contaminación atmosférica. Desde mi punto de vista, es necesario y urgente que los gobiernos nacionales y locales consideren tanto a la depresión como a la ansiedad con toda la seriedad que se merecen, pues es una realidad que la salud mental repercute en absolutamente todos los aspectos de la vida de las personas, comenzando por sus núcleos más cercanos, como la familia y el trabajo.

La depresión puede hacer que quien la padece abandone todo y pierda la capacidad de afrontar su día a día. El presupuesto federal en México para atender a personas con alguna discapacidad mental es de apenas 2% de lo que se destina al gasto en salud, por lo que si estamos hablando de la enfermedad del siglo, es urgente incrementar el presupuesto para la atención de la mismo.

Creo que todos en algún momento hemos tenido cercanía con alguno de estos trastornos mentales mediante algún amigo, familiar, persona cercana o incluso uno mismo. En mi caso, quien lo padecía hoy ya no está, era uno de mis mejores amigos y hoy escribo esta columna en su memoria y en ratificación a la promesa que le hice: colaborar desde mi trinchera para atender esta problemática en México.

Si la atención a estos trastornos mentales no se aborda como algo prioritario, en unos años más estaremos sufriendo las consecuencias de una sociedad irritable, aún más fragmentada, poco productiva y, además, enferma. La depresión y la ansiedad no son algo pasajero, son padecimientos muy serios que van en aumento y que podrían repercutir severamente en el desarrollo y el bienestar de la sociedad y, en consecuencia, del país entero.

Comentarios