Contra la obesidad infantil, un etiquetado más claro
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), México ostenta el nada honroso primer lugar en obesidad infantil. Éste no es un tema menor si consideramos que la obesidad trae consigo graves enfermedades, tanto en la infancia como en la vida adulta. Padecimientos como la hipertensión, la diabetes, algunos tipos de cáncer e incluso discapacidades son consecuencia de un estilo de vida descuidado en el que no se realiza actividad física constante y no se cuida la alimentación.
Hasta hace algunos años, estos eran problemas de la edad adulta, sin embargo, cada vez son más las y los niños que corren el riesgo de padecer estas enfermedades y no podemos negar que ello es debido a un mal cuidado de los padres, tutores e incluso de las autoridades escolares, que no les brindan el apoyo y la asesoría necesarias para llevar una alimentación saludable.
Y es que, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) del año 2016, el 33.2% de las y los niños de entre 6 y 11 años de edad y el 36.3% de las y los adolescentes de entre 12 y 19 años sufren sobrepeso y obesidad.
No es un secreto para nadie que la elección de alimentos saludables para las y los niños es crucial para garantizarles un sano crecimiento, sin embargo, a pesar de que los productos para consumo infantil en nuestro país cuentan con etiquetado con información nutrimental, en ocasiones ésta es difícil de interpretar para los padres de familia. Y no es para menos si tomamos en cuenta que dicha información puede llegar a ser confusa incluso para algunos expertos en nutrición.
Cabe señalar que el sistema de etiquetado que impera en México es el de Guías Diarias de Alimentación (GDA), que muestra los porcentajes de azúcares totales, grasa saturada, otras grasas, sodio y calorías de una porción del producto respecto a las cantidades recomendadas en una dieta de dos mil kilocalorías. Sin embargo, como ya mencioné, éste puede ser difícil de comprender para la mayoría de los consumidores, en especial para las y los niños.
En ese sentido, creo que es momento de que nuestras autoridades tomen en cuenta la propuesta planteada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, para que México adopte un etiquetado nutrimental “frontal, claro, directo, sencillo, visible y (sobre todo) de fácil entendimiento para adultos y niños”.
Por ello, celebro que el Consejo Nacional de Salud (Conasa) se haya pronunciado en favor de la aprobación de esta propuesta y hago un llamado tanto a las autoridades de salud como a nuestros representantes en los Congresos para que se creen las políticas públicas que garanticen que nuestras niñas, niños y jóvenes puedan tener una alimentación sana y de calidad.
Y es que resulta necesario considerar que los costos en la atención a los efectos de la obesidad son muy altos, pues, de acuerdo con la Secretaría de Salud (SSA), en la pasada administración más de la mitad del presupuesto en este sector se destinó para combatir los efectos (enfermedades) de la obesidad.
Estoy consciente de que para atacar el sobrepeso y la obesidad infantil hacen falta muchas más acciones, sin embargo, es necesario (a la brevedad) tomar en cuenta estas recomendaciones de etiquetado, ya que las cifras nos hablan de un problema grave que impacta no sólo en la salud pública, sino también en la economía del país.
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