Exceso de cesáreas en México

Martes, 18/07/2017
El fenómeno del procedimiento es multifactorial y polifacético, requiere de un análisis cuidadoso para entender sus razones.
Raymundo Canales de la Fuente / Excélsior

Hay interés reciente, otra vez, por analizar el número y la proporción de nacimientos mediante la operación cesárea en nuestro querido México, que tristemente presenta cifras al alza.

Cada día más mexicanos vienen a este mundo mediante la citada intervención, mientras que no hemos alcanzado las cifras de disminución de muerte materna, ni siquiera al número que teníamos comprometido para el año 2015.

Otra muestra del abandono de la población, y de la falta de oficio patente ya, en la administración federal vigente. El fenómeno de la cesárea es multifactorial y polifacético; requiere de un análisis cuidadoso para entender sus razones, pero muchas de ellas giran en torno a la carencia total de preparación del sistema sanitario en su conjunto para el parto por la vía natural.

Las salas de labor a todo lo largo y ancho del país son segmentos extendidos de las áreas quirúrgicas….. no hay que ser genio para darse cuenta de que si ubico ahí a las mujeres en trabajo de parto, aisladas de su familia, frecuentemente incomunicadas y obligadas a permanecer acostadas, pues el evento terminará en un quirófano; sólo por el simple factor de la desesperación tanto del médico como de la mujer misma, que ha permanecido en ayuno durante muchas horas en ese lugar sin luz natural.

Esto que parece evidente así descrito, no lo han visto las autoridades encargadas del tema y, por supuesto, no han hecho nada al respecto, y si a este panorama le sumamos la carencia de personal de partería con formación universitaria, la carencia de un mecanismo que obligue a todos los sistemas de aseguramiento en salud para pagar el parto natural y la carencia de mecanismos para informar a las mujeres y al personal sanitario, pues el resultado será muy claro y simple: cada día tendremos más cesáreas, y lo peor es que muchas de ellas se realizan de manera insegura para la mujer y para el recién nacido, provocando muertes maternas.

Adicionalmente, la incapacidad de nuestras autoridades está quedando también clara al apreciar las crecientes cifras de embarazo adolescente, que también influye en el número de cesáreas, ya que en un acto “de piedad”, muchos obstetras tienden a operar a las niñas “para ahorrarles sufrimiento”, sin evaluar que la cesárea también provoca dolor y sin ponderar los deseos de la adolescente.

Los legisladores, por su lado, ahora pretenden poner el énfasis en la llamada “violencia obstétrica” para intentar disminuir el número de cesáreas, pero esa perspectiva, desde luego, es miope y carece de la profundidad necesaria para abordar el tema con responsabilidad.

Se requiere, por supuesto, de una autoridad sanitaria con las miras puestas en la mujer gestante, en la defensa de sus derechos y con una visión técnica adecuada, moderna y sin corrupción.

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