Glifosato, en la mira
Desde hace varios años el glifosato ha estado en la mira de varios organismos internacionales, pues pese a la existencia de indicios sobre sus efectos negativos para la salud y certezas respecto a su nocivo impacto en el medioambiente, se ha comercializado de manera masiva en el mundo. Sin embargo, un reciente fallo podría cambiar la “tolerancia” gubernamental respecto a este producto.
En efecto, el herbicida estrella de la multinacional Monsanto ha recibido un duro varapalo de parte de una corte de California que en días recientes le ordenó pagar nada menos que US$ 289 millones a Dewayne Johnson, un jardinero con cáncer terminal. Esto debido a que, según se consigna en la prensa internacional, los abogados de Johnson lograron demostrar que la mortal enfermedad de su cliente devino como resultado de utilizar de manera frecuente, durante cuatro años, el herbicida Roundup de Monsanto, mientras trabajaba como jardinero para el distrito escolar de San Francisco, pese a haber utilizado protección durante sus labores.
Esta sentencia, así como los alegatos presentados para impulsarla, constituyen un hito en la lucha por contener el avance de este herbicida en la agricultura y en la jardinería. Además, servirá como precedente para al menos otros 5.000 casos entablados contra la multinacional de productos agroquímicos y de semillas transgénicas por los presuntos efectos de sus pesticidas.
Y es que, no sobra recordar, pese al evidente poder destructivo del glifosato para eliminar diferentes tipos de hierbas y plagas, hasta ahora no se han desarrollado estudios concluyentes que demuestren la toxicidad de este pesticida para la salud de las personas. Ello debido en gran medida a que, según alertan algunos especialistas, la mayoría de las investigaciones han sido elaboradas o auspiciadas por la misma empresa, mientras que los pocos análisis independientes han puesto en duda sus resultados.
Respecto al glifosato, huelga recordar que Monsanto ha desarrollado semillas transgénicas de cultivos como soya y maíz resistentes a este poderoso pesticida. De tal manera que cuando se les aplica este químico, las hierbas e insectos que habitan a su alrededor mueren, pero los cultivos transgénicos permanecen. Efecto que reduce el empleo de la mano de obra durante el deshierbado, la siembra y cosecha; amén de eliminar las plagas de manera bastante efectiva.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, pues, como ya antes se mencionó, además de diezmar la población de insectos polinizadores como las abejas, el uso de este pesticida termina agotando la fertilidad de la tierra al eliminar los microorganismos que dan vida al suelo, como las bacterias, hongos, protozoarios. Asimismo, existe el riesgo de que al dispersarse con el viento afecte a otros cultivos que nos son resistentes. Y a todo ello se suman los riesgos para la salud de los animales y de las personas que están en contacto con este plaguicida, tal como ocurrió con el jardinero Dewayne Johnson.
Crédito Fotografia: Mauricio Orjuela/Mindefensa
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