La gran revolución tecnológica que desde hace años viene transformando a varios sectores industriales como el de telecomunicaciones, automovilístico, financiero, turístico, etc., está empezando a impactar con fuerza al sector de la salud en todo el mundo. Ningún sistema de atención, ni pública ni privada, puede quedarse al margen de esta sacudida tecnológica. Para Chile es el momento de definir cuál es la mejor manera de abordarla para sacarle el máximo provecho y de dar el salto en vez de quedarnos rezagados de los cambios necesarios.

Un elemento clave en estos avances es el tratamiento que reciben los enfermos crónicos, normalmente de edad avanzada, y que consumen un nivel muy alto de recursos de salud. Por ello se hace cada vez más importante usar la tecnología para ayudar a mejorar la atención, basándose en el concepto de 4P (Predictiva, Preventiva, Personalizada y Participativa) y así dotar de herramientas de soporte a la decisión en la gestión y del uso de herramientas inteligentes para monitorizar el estado y las actividades del paciente.

Según las estadísticas de la OMS), 26% de muere por cáncer, 27% por enfermedades cardiovasculares y 3% por diabetes, es decir, más de la mitad de la población fallece por enfermedades crónicas. El panorama se complejiza para la salud en Chile ya que las proyecciones del INE apuntan a que el año 2050, la cantidad de adultos mayores será superior a los menores de 15 años: 21,6 por ciento el primer grupo etario y un 16,6 por ciento los más jóvenes.

Por ello el uso de tecnología de punta que pueda conectar profesionales de salud con pacientes y cuidadores, telemedicina, monitorización y prevención, entre otros, marca un precedente para lo que pueda suceder en nuestro país, tomando conciencia de todos los beneficios para los enfermos y el ahorro que puede significar para los sistemas públicos y privados.