La Cumbre Mundial de Cáncer en México

Miércoles, 15/11/2017
Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Maribel R. Coronel

La Cumbre Mundial de Líderes de Cáncer que inauguró el lunes el presidente Enrique Peña Nieto y que concluyó el 14 de noviembre en la Ciudad de México es un evento de suma relevancia por distintos factores.

En principio, por primera vez se lleva a cabo en un país de América Latina, y es un logro del liderazgo del Instituto Nacional de Cancerología (InCan), que lleva el doctor Alejandro Mohar, porque cada año la ciudad sede se define con base en un concurso, y esta vez México lo ganó.

Es la reunión anual más importante de política de alto nivel dedicada exclusivamente a influir en las decisiones globales que impactan el control del cáncer. Es un evento planetario de alto nivel que se celebra por séptimo año consecutivo en coordinación con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Internacional para la Investigación sobre el cáncer (IARC) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). El evento reúne a los 300 principales expertos, líderes de opinión, investigadoras/es y tomadoras/es de decisiones de todo el mundo para debatir las estrategias vigentes relacionadas con el cáncer, que es la tercera causa de muerte en México, la segunda en América y la primera a nivel global.

Esta Cumbre se ha convertido en un foro vital para asegurar una respuesta global e intersectorial, y para garantizar la rendición de cuentas de los miembros.

En paralelo se dan mesas de debate en torno al mismo tema del cáncer. El lunes hubo reunión de ministros de salud de todo el mundo, donde el secretario José Narro fue el anfitrión; hubo otra de los directores generales de las organizaciones privadas con interés en el combate del cáncer, y hubo otra mesa de autoridades mexicanas donde participaron gobernadores y presidentes municipales, así como representantes estratégicos de las principales ciudades.

El InCan por su lado organizó una reunión con organizaciones de la Sociedad Civil cada vez más activas. La intención de todos es empujar ahora sí con fuerza el Plan Nacional de Prevención y Control del Cáncer con miras a que el tratamiento para los pacientes no sea en función de la institución de salud pública donde le toque ser atendido. Porque el Senado ya aprobó el registro de cáncer —ya está en ley—, pero es la hora que no se define un presupuesto específico para hacerlo realidad, y si no se atiende en forma integral no hay forma de que funcione verdaderamente.

Este miércoles habrá varios páneles abiertos en el marco de la Cumbre, entre ellos el de “Investigación clínica: una oportunidad de acceso a la innovación en América Latina”, donde se debatirá sobre cómo derribar las barreras existentes con un enfoque multidisciplinario. En este pánel, la autora de esta columna fungirá como moderadora, y ya estaremos reportando aquí lo tratado.

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