Ola antivacuna derriba la erradicación del sarampión

Martes, 03/04/2018
Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Maribel R. Coronel / El Economista

En el 2016 América fue declarada libre de sarampión, una de las enfermedades más contagiosas conocidas por la humanidad.

Fue el primer continente que había cantado victoria al erradicar el sarampión, resultado de un esfuerzo conjunto de 22 años que implicó inversión de dinero, tiempo y una amplia organización de los países por vacunar a toda su población infantil contra sarampión, parotiditis (paperas) y rubeola conocida como triple viral. Antes de comenzar la vacunación masiva en 1980, el sarampión causaba más de 100.000 muertes al año en América y 2,6 millones en el mundo.

Pero poco nos duró el gusto. En el 2017 se notificaron casos confirmados de sarampión en Argentina (3), Canadá (45), Estados Unidos (120) y Venezuela (727). En lo que va del 2018 se han confirmado en nueve países: Antigua y Barbuda (1), Brasil (14), Canadá (4), Colombia (1), Estados Unidos (13), Guatemala (1), México (4), Perú (2) y Venezuela (159). Como se verá, en Venezuela es donde ha habido el mayor contagio.

El retroceso viene de Europa donde en dos años suman 49 muertes por sarampión, algo paradójico, pues se supone que allá los sistemas de salud están más avanzados y con mayores controles. El top siete con mayor número de casos son Rumania (8,274), Italia (4,885), Alemania (919), Grecia (968), Francia (77) y Suecia (26).

El problema ya se veía venir. La Organización Panamericana de la Salud lo viene advirtiendo desde el 2015. Inclusive en septiembre del 2017 los ministros de Salud del continente americano se comprometieron a tomar medidas para mantener a la región libre de sarampión y rubeola. Pero en plena globalización y por el volumen de traslados entre países las medidas no fueron suficientes.

Pero ¿cómo es que Europa llegó a tal descontrol del sarampión? La realidad es que se confiaron y algunos países como Portugal e Italia dejaron de lado la obligatoriedad de las vacunas y la ola antivacuna les llegó con fuerza. En Francia más de 23% de la población no está vacunada contra el sarampión cuando la OMS recomienda una tasa de vacunación mínima de 95% para eliminarlo. El problema es que se dieron ese lujo cuando los movimientos migratorios justamente obligan a mantener elevada la guardia. Ahora están volviendo a hacerlo obligatorio. Italia recién sanciona con 7.500 euros a los padres que no vacunen a sus hijos.

El movimiento antivacuna detonó por la idea de que la inmunización triple viral estaría vinculada a un mayor riesgo de autismo, sumado a la teoría de la conspiración que culpa de todo a la industria farmacéutica. El origen fue una investigación fraudulenta publicada en 1998 en la revista científica The Lancet,donde advertía de posible vinculación de autismo entre niños vacunados debido al timerosal que contiene mercurio usado como conservante. La comunidad científica y médica internacional ha demostrado que no existe ningún tipo de evidencia de tal vínculo, pues el nivel de mercurio es ínfimo e inofensivo. La misma OMS creó con un grupo asesor de expertos independientes el Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas y tras examinar por una década los datos científicos, determinó una nula relación entre vacunas y autismo.

En México, la cobertura de vacunación es reconocida como de las mejores del mundo y el esquema epidemiológico funciona muy bien. De ahí que el reciente brote por los cuatro casos importados de Italia quedó acotado con rapidez. La cultura de la vacunación ha permeado bien entre la población, pero el reto es no bajar la guardia y que 100% de bebés al cumplir su primer año sean vacunados con la triple viral como lo marca la cartilla, más un refuerzo a los seis años cumplidos.

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